—Ya casi llego, te lo juro. —prometí como nunca en mi vida.
Un "casi llego" para mi, era un "a penas me voy despertando" puesto que mientras le prometía cosa y media a mi mejor amigo por teléfono de que no llegaría tan tarde e iría a la escuela, a penas y me había levantado de esa tan cómoda cama. Es decir, yo no tengo la culpa que Dios haya hecho las cosas como las hizo, sí me hizo floja es porque toda mi vida tengo que serlo, en algún momento me ayudará, yo lo sé.
No sé de donde saqué tanta velocidad que solo duré aproximadamente cinco minutos bañándome y otros cinco arreglándome, para cuando me di cuenta ya estaba corriendo por la calle, esquivando cuánto peatón se me atravesará por delante. A veces odiaba no tener la suficiente edad para poder tener un auto y conducir, digo, así atropello a todos los peatones que se atrevan a mirarme mal. Más cuando la mayoría de ellos me regresa el empujo a sabiendas que yo tengo prisa y ellos no, malditos flojos; pero ya verán cuando tenga mi auto, van a temerme.
No me molesté en pedir un taxi o tomar un autobús, correr me pondría en forma. Mentira, corría porque de la prisa el dinero se me quedó olvidado en la casa y no tenía tiempo de regresar así que mi única y última opción era apreciar el bello paisaje de Daegu, ver peatones ogros, niños ríendo con una risa salida de película de terror y perros con la intención de seguir mi ritmo mientras corría. Eso me pasaba por floja, Dios mío, por qué soy así.
Para cuando llegué a la escuela, ningún alumno estaba afuera, indicando que las clases ya habían comenzado y que yo apenas llegaba. Tarde, como siempre. Entré sigilosamente por el largo pasillo en un intento de no llamar la atención, sí lograba pasar sin que me vieran podría entrar a clases sin problema alguno.
—¿A dónde crees que vas, señorita?
Me quedé inmóvil, de inmediato sonreí nerviosamente reincorporándome ante la mirada furiosa de la secretaria del director, me había atrapado.
—Señorita Youra. —saludé cortésmente haciendo una leve reverencia.
—¿Acabas de llegar? —alzó una ceja.
—No... Llegué hace rato, solo que estaba en el baño.
Rogué internamente porque me creyera, después de convencerme a mi misma de que eso era verdad, tenía que convencerla a ella, lo más difícil del mundo.
—El baño está del lado opuesto.
Mi sonrisa se desapareció como sí hubiese visto a un fantasma pasar por delante de mi. Dios mío, ¿por qué soy tan mala mintiendo?
(...)
Después de pasar las primeras clases en detención, por obra de Goku me dejaron salir al receso. Parecía imposible ya que estar en detención te quitaba el tiempo de descanso como castigo, pero por fortuna para mi no fue así. Al llegar a la cafetería busqué con la mirada a Jimin, mi idiota y a la vez mejor amigo, la persona más estúpida que existe en el mundo. En la mesa que él y yo solemos sentarnos se encontraba un chico, instintivamente un ceño fruncido se citó en mi rostro, no sabía quién era. Además que no podía verle la cara.
Vestía con una sudadera negra, a pesar del calor horrible que hace a ésta hora. Esa misma sudadera tenía una capucha que estaba en su cabeza y cubría parte de su cabello, el mismo que cubría sus ojos y unos centímetros de su nariz. En su parte baja del rostro había un cubrebocas del mismo color que lo demás; estaba cubierto por ropa negra como sí fuera a ir a un entierro después de aquí. Busqué la forma de ver algo más que una parte de su nariz agachándome un poco, algo inútil. Al parecer no era la única que se percató de él ya que las chicas alrededor suyo suspiraban mirándolo, lo apuntaban y reían de forma "linda". Por su parte, traía unos audífonos puestos hundido totalmente en su mundo; no sabía si tenía los ojos cerrados o abiertos pero imaginaba que estaban cerrados.
—¿Te gusta ese chico raro?
Pegué un grito de muerte, provocando que todos en la cafetería voltearan a verme a excepción de ese chico, seguía metido en su mundo mucho más importante que mirar a la dueña de ese grito espantoso de ballena dando a luz.
—¿Chico raro?
—No lo negaste. —atacó insinuando que me gusta.
—Tampoco dije que sí. ¿Quién es?
—No lo sé. Ha entrado hoy a mi curso como sí nada, evitó presentarse y básicamente ignoró a cada uno de nosotros incluyendo al profesor. Es muy raro y callado.
—¿Llegó así?
—¿Cómo así?
—Todo de negro y con cubrebocas, estúpido. —aclaré.
—Ahhh, sí. También con la capucha puesta. Seguro tiene un mal corte de cabello y un gusano en la boca, he ahí la explicación del por qué usa cubrebocas y capucha.
Me golpé mentalmente ante la estupidez de mi amigo, sí siendo estúpido ganara dinero, sin duda él sería millonario.
—Está en nuestra mesa. —arrugué la nariz.
Tampoco es que fuese la única, habían más pero el hecho de que hayamos hecho tantas cosas ahí me hacía no querer cambiar a otra mesa. Jimin se apuntó a sí mismo diciendo sin palabras "mírame", ante la curiosidad no hice más que hacerle caso. Él se dirigió a la mesa de en medio, después giró en dirección a la del chico nuevo, desde lejos podía escuchar su voz de pito.
—Ésta es mi mesa, mocoso.
El chico no respondió. De hecho, nisiquiera se quitó los auriculares o abrió los ojos, seguía en la misma posición que antes. O lo ignoraba a propósito o realmente tenía el volumen de la música muy alto. Mi amigo, avergonzado por la tremenda ignorada que le dio el chico, le gritó diciéndole que se quitara, como era de esperarse el segundo se quedó en su posición. Jimin comenzaba a desesperarse por la indiferencia del chico, además de a los demás chicos que solía molestar que lloraban o gritaban que los dejara en paz. No aprobaba eso, pero tampoco me metía en sus asuntos, no se podía cambiar a un orangután porque orangután siempre será.
Ante la nula atención de parte del chico callado, mi amigo lo empujó por los hombros, provocando que cayera de espalda hacia el suelo, sin embargo, seguía con los ojos cerrados como sí nada. En un ataque de rabia comenzó a patearlo, primero despacio y al no tener respuesta elevó la fuerza al punto de poder escuchar cada patada hacia el cuerpo del otro chico. Finalmente, el chico callado se quitó sus auriculares, los enrolló y metió en el bolsillo de su sudadera; se levantó del suelo con aparentemente ninguna expresión en su rostro. Jimin como todo un orangután lo siguió. No sé que me pasó que no me moví ni un solo centímetro de donde me encontraba, el color de mi rostro se había ido desde que Jimin injustamente pateó al chico y quién sabe cuántas cosas más debe estar haciendo siguiéndole.
¿Debería parar ésto y matar a mi amigo o nuevamente no meterme en sus asuntos de chico?
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Novio Agresivo.》BTS; Suga (Min YoonGi).
FanfictionÉl; el chico con el peor temperamento y comportamiento. Una roca tiene más sentimientos y la vida más ordenada que él. Celoso, posesivo, enojón, posee el peor carácter que alguien pueda tener. Con problemas, adicciones, ¿qué más podría tener? Capitá...