Déjame decirte una cosa

Capítulo 3

—¡John! -escuché un grito femenino y la ví corriendo hacia mí-.

—Bella -la miré-. ¿Qué haces aquí?

—Yo ... vivo en esa casa -se dio la vuelta y señaló una enorme casa-. Y bueno , te ví  aquí y pensé "¿Ese es John? No puede ser" -rió-. ¿Qué haces aquí?

—Vengo aquí todos los días a surfear.

—Entonces , nos veremos más a menudo.

—Eso creo.

Los dos nos miramos durante unos segundos sin decir nada. Fue raro. Ella soltó una pequeña y tierna risa y se sentó a mi lado.

—¿Por qué surfeas tanto? -me preguntó mirando hacia el horizonte-

—Me tranquiliza hacerlo.

Ella me miró frunciendo el ceño.

—¿En serio?  -rió-. Surfear no es un deporte para nada tranquilo.

—Para mí si.

Ella sonrió y se echó para atrás tumbándose.

—Eres raro , ¿lo sabías?

—Me lo suelen decir.

—Aún no sé nada de ti. Bueno , solo se que te llamas John  y te mudaste aquí hace poco.

—¿Qué más quieres saber?

El Sol empezaba a bajar lentamente.

—No sé. Yo ayer te conté casi toda mi vida.

Reí lentamente y me tumbé a su lado.

—Hazme preguntas.

-Mmh -dijo mientras pensaba y sonrió-. ¿Cuántos años tienes?

—Veinticinco.

—Waoh , eres todo un hombre -rió-.

Yo también reí al escuchar su comentario.

—¿Cuantos años tienes tú? -le pregunté esta vez yo-.

—Veinte.

—Oh , aún eres una niña -bromeé riendo-.

Ella me miró seria esta vez fuminándome con  la mirada.

—No me digas eso.

—¿Por qué no?

—No soy una niña pequeña.

—¿Estás segura?

Entonces en ese momento un mechón de pelo se la cayó a la cara. Ella sonrió e iba a apartárselo , pero yo fui más rápido y se lo coloqué detrás de la oreja.  No sé por qué lo hice. Entonces noté como las mejillas de Bella se enrojecían rápidamente.

—Ya se está haciendo tarde -se levantó y sacudió su ropa con las manos para quitar la arena que se había quedado pegada-.

—Te acompaño a casa -me levante también-.

—No hace falta , John , vivo ahí al lado.

—No era una pregunta , era una afirmación. A demás , tengo un código de caballerosidad.

Ella rió.

—¿Un código de caballerosidad? -asentí levemente- ¿Y cómo es ese código?

—Fácil. Tengo que ser caballeroso con las chicas. Sobre todo con las que son guapas.

La miré y noté cómo sus mejillas enrojecían.

—Ya hemos llegado. -se paró en la puerta de su casa-.

—Ha sido rápido.

—Te dije que vivía al lado -sonrió-.

Se dio la vuelta y abrió la puerta. Tengo que hacerlo. Tengo que hacerlo. Pensé. Y entonces la llamé.

—Bella.

Ella se giró y la ví morderse el labio.

—¿Qué?

—¿Te gustaría salir conmigo mañana a comer?

Ella estiró sus labios sonriendo y asintió.

—Me encantaría.

—Te recogo a las dos.

—Te esperaré.

Sonreí. Ella también lo hizo. Entonces ya podía hacerlo. Me fui y comencé mi camino hacia casa.

¿Qué me pasaba? ¿Por qué aquella chica me hacía sentir de esa manera?

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