12. ¿Otra vez?

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Silencio

Mucho silencio

Y sus malditos lindos ojos marrones mirándome hasta que no puedo más.

– ¿Te puedo hacer una pregunta?

– Claro – me responde.

– ¿Por qué yo?

– Lo siento, no se a que te refieres – me responde confundido.

– ¿Por qué me besaste?

– Porque me gustas.

– Pero ¿Cómo alguien como tú le podría gustar alguien simple, sin dinero, digamos que no exageradamente bonita y de un sector bajo?

– Eso no me interesa Cara, ¿Cómo a alguien no le podría gustar alguien linda, trabajadora, muy lista, amable, sencilla, talentosa y con muchas virtudes más que no puedo decirlas todas porque me demoraría un siglo? – dice acercándose a mi y haciéndome sonrojar.

Me atrae hacia él tomándome por la cintura y me besa dulcemente en los labios.

Me rindo, creo que nunca podré negar lo que siento por él.

De pronto escuchamos la voz chillona de la maldita y nos separamos.

– ¡Ya regresé! – dice entrando a la sala – el representante mayor solo quería conocerme.

– Que desilusión – susurro para mi.

– ¿Dijiste algo Cara? – dice de mala manera.

– No, nada – digo con la sonrisa más falsa del mundo.

Un yota llega y entra a la sala.

– Disculpen la interrupción, pero el representante mayor solicita su presencia– dice señalando a Ethan.

– Está bien, adiós chicas – se despide.

– Espera ¿Puedo acompañarte, creo que dejé mi... bolso en su oficina?

– Claro señorita Alessia – responde el yota.

Entonces la maldita, Ethan y el yota salen dejándome sola.

Tengo demasiadas emociones juntas y ni sé cómo manejarlas.

De hecho hay una manera...

Ethan:

¡¿Por qué a mí?!

En camino a la oficina de mi padre tuve que escuchar las fastidiosas historias de la gira de Alessia hasta que llegamos y mágicamente se acordó de que había dejado su bolso en su cuarto y se fue.

Es insoportable.

Mi padre solo quería darme la misma charla que tenemos una vez al año.

Al menos una vez al año me voy con Jessica y mi padre a recorrer todos los sectores, pero casualmente siempre cuando nos vamos hay un ataque de los insurgentes.

Lo que me preocupa es que ahora está Cara en la Torre Blanca y que le pueda pasar algo.

Quiero quedarme aquí para protegerla.

Pero no puedo decir que no, mucho menos a mi padre. No me queda opción de viajar mañana.

Me limité a asentir y me dijo que me retirara, así que salí hacia la sala de música.

Estaba por el pasillo y de pronto escucho a alguien tocando y tarareando, me acerco más y ese tarareo se convierte en una canción.

Alguien cantando en la sala de música.

Es la voz más hermosa que había escuchado.

Sé que no era Alessia, pues ella está en su cuarto así que me acerco a la puerta y me asomo.

Es Cara.

Cara:

Estoy sentada frente al piano tocando y cantando la canción que siempre me cantaba Lena cuando había un ataque de los insurgentes o cuando no podía dormir.

Siempre me abrazaba haciendo que apoyará mi cabeza en su hombro y la cantaba hasta que me calmara y me durmiera.

Sigo cantando hasta que escucho que alguien se acerca.

Ethan:

Ella, al notar que estaba detrás suyo, se levanta rápidamente del asiento en donde estaba tocando el piano y se voltea.

– ¿E-escuchaste a-algo? – pregunta nerviosa.

– Tienes una voz maravillosa.

– N-no es cierto, solo... canto.

– ¿Por qué no me has dicho que cantas?

– Porque no lo hago, ni siquiera tengo el valor de cantar frente a una persona, simplemente no puedo, me gusta la música, pero no tengo el valor de cantar frente a alguien, me da hipo o simplemente no me sale la voz. Por eso simplemente me limito a componer canciones y tocando el piano.

– ¿Por qué?

– No sé siempre he sido así – digo encogiendo mis hombros.

Entonces me besa en los labios rodeando sus brazos en mi cintura.

– Así te adoro.

Pero nuestro momento a solas, como la mayoría de veces, fue interrumpido. Esta vez por un yota indicándonos que era hora del almuerzo, así que subí a mi habitación para ver a Joselinn.

– Hola – digo al entrar.

– Ho-ola, C-cara – me responde nerviosa.

– ¿Otra vez? Ahora ¿Porqué estás nerviosa?

Joselinn:

¿Y si le digo?

No, no puedo decirle.

Igual lo descubrirá mañana.

Me dijeron que si le decía a alguien más me harían más daño del que ya me hicieron.

No podría soportar algo peor.

Además si le digo empezaría a ponerse furiosa y terminaría por enfrentarse a Jessica.

Y si lo hace, le pasaría lo mismo que a mí y no quiero que le pase algo tan malo.

No quiero a alguien más le pase algo malo por mi culpa.

No de nuevo.

– No, no es n-nada.

InsurgenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora