Capítulo único.

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Monoma apoyó el mentón en su mano y miró hacia afuera, ignorando el parloteo de Blood King acerca de alguna asignatura en especial. Tenía algo mucho más interesante en lo que concentrarse: La clase 1-A estaba entrenando. Y quizás antes se hubiera levantado de golpe, señalado la ventana y sugiriéndole a todos que vayan ahí para entrenar también o serían inferiores, pero ahora no, ahora prefería ver a cierto chico de la problemática clase batirse a insultos y golpes con todos. 

Bakugo Katsuki se había vuelto su centro de atención absoluta. 

Puede que haya captado su interés por su cabello rubio y despeinado, sus ojos rubí que casi siempre se inyectaban con deseos de sangre o quizás su increíble habilidad para controlar un quirk tan poderoso como con el que fue bendecido. 

Se inclinó para ver mejor y sonrió un poco cuando Bakugo montó otro escándalo. La manera en que explotaba -no de forma literal- se le hacía particularmente encantadora, pero lo cautivarían aún más si fuera él quien lo hiciera explotar de esa manera y no el chico que rompía sus huesos... o el pelirrojo que casi siempre lo abrazaba por los hombros... el chico rubio con cara de estúpido también lo hacía enfadar. 

— ¡Monoma!—gritó Itsuka, la presidenta de la clase, antes de golpearlo en el hombro—. ¿Se puede saber qué estás haciendo? 

Adolorido, la miró como un cachorro que fue injustamente regañado, expresión que logró persuadir el regaño de Itsuka al sentirse un poco culpable. Sin embargo, Blood King lo fulminó con la mirada en busca de explicaciones. Monoma puso en marcha un plan de rescate digno de ser creíble.       

— ¿¡Por qué los de la clase 1-A están entrenando y nosotros perdemos el tiempo aquí!? 

Apenas pronunció esas palabras todos suspiraron, volviendo Blood King a su explicación de algún tema de matemática que no supo descifrar. Sonrió con astucia y se acomodó en su lugar, una improvisación increíble de su parte. Pero cuando volvió a posar su mirada a la clase rival, más específicamente en busca de Bakugo, notó que ya no estaban. 

Con un quejido lastimero, hundió su rostro entre sus brazos para dejar de oír tantos números salir de la boca de su profesor e ignorar los repentinos gruñidos de su hambriento estómago.

. . .  

Soltó un bostezo, estiró sus brazos y casi da un salto cuando el sonido de la campana, anunciando la hora del almuerzo, lo liberó de una montaña de cuentas incoherentes -para él- y fórmulas que no comprendía. Introdujo sus manos en los bolsillos del pantalón, caminando a un paso medianamente apresurado. Quería volver a ver a Bakugo explotar, pero esta vez por su culpa y no la de otros. 

Casi sin darse cuenta se adelantó tanto que estaba, prácticamente, pisando los tobillos de la clase 1-A. Parpadeó cuando sintió que la vista se le nublaba un poco, intentando enfocarla para lograr encontrar a Bakugo entre toda la muchedumbre de estudiantes, algunos los reconocía y otros no. Daba igual, ya había encontrado a su pequeña bomba. 

— ¡Ah, miren que tenemos aquí!—exclamó con una sonrisa de oreja a oreja, aplaudiendo con sarcasmo para captar la atención de los demás. Algunos voltearon a verlo y otros pasaron de largo al ver quién era. Neito finalizó su show con sonoras risotadas, acompañadas de más provocaciones:— ¿¡Qué tal su entrenamiento afuera!? ¿¡Pudiste ganar por tu propia cuenta o alguien se tuvo que rendir, Bakugo!? 

Todos los presentes, a excepción de él, quedaron congelados en su lugar. Ensanchó su sonrisa cuando el rostro enfurecido del chico volteó a verlo. Un montón de mariposas se instalaron en su estómago, revoloteando de un lado a otro a cada grito que Bakugo profesaba en su contra, siendo retenido en los brazos por un chico con lentes mientras pataleaba y no paraba de insultarlo. 

Cinco minutos antes de la explosión | BakuMono ;; #SmashAwards2018.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora