Primera sangre.

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Me encontraba abordo de un helicóptero, yo y el resto de mi pelotón nos dirigiamos a una ciudad iraní que se supone deberíamos tomar, yo apenas era un cabo, recién salido de la academia. Estaba nervioso, sabía muy bien cómo utilizar mi fusil pero nunca había matado a nadie. Pensé en cómo sería, que sentiría, si moriría allí,  tantas cosas se cruzaron por mi mente hasta que el momento llegó, el sargento dio la orden de bajar.

Avanzamos por un rato sin tener mucha acción, se escuchaban disparos, gritos, explociones y los helicópteros pasar a lo lejos, todo parecía ir bien hasta que fuimos emboscados, decenas de enemigos disparaban desde las ventanas de las casas, frente a nosotros había una  de camioneta con un hombre disparando una ametralladora. Al hombre que estaba a mi lado le dispararon en la cabeza, algo de su sangre me salpico, mi única reacción fue disparar al azar sin tener ningún blanco, esperando darle a aulgun enemigo, gaste la mitad de mi proveedor en un acto de decesperación no atine ni una sola bala. El sargento me empujó a un callejón donde nos atrincherados junto con el resto del pelotón.
Mi corazón latía muy rápido, agarré mi arma con fuerza, tenía miedo, no creí que mi primer combate sería así, no tenía idea de cómo era la guerra. De repente el sargento se levantó y habló con un tono algo molesto.

-Escuchen señoritas, no pienso morir aquí y supongo que ustedes tampoco, ¡así que levanten el culo y actúen cómo hombres!

Comenzó a disparar a las ventanas de una de las casas, un par de hombres salieron del callejón y se cubrieron detrás de un auto destruido, yo me quede inmóvil por un momento, hasta que logre reunir el valor suficiente y me levante, comense a disparar a la camioneta, mi puntería en ese momento era pésima pero bastó para derribar al hombre de la ametralladora, aún seguía vivo, podía ver cómo se arrastraba hasta una cobertura, no logre rematarlo ya que mi cargador se había quedado vacío. Recargue e inmediatamente corrí hasta una de las casas junto con uno de mis compañeros, derribe la puerta, vi a uno de los enemigos recargando, le apunté en la cabeza y me quede unos segundos viéndolo hasta que hale del gatillo, sus ojos se quedaron sin vida, cayó al suelo haciendo un charco de sangre alrededor de su cabeza. No tuve tiempo para reaccionar a eso, aún quedaban enemigos y nos estaban disparando. Logre matar a otro desde la ventana de aquella vieja casa, un disparo en la cabeza mientras corría hacia la puerta. Cuando todo acabó el sargento nos dijo que podíamos descansar unos minutos. Volví a donde estaba el cuerpo de lo que se supone era mi primera baja, curiosamente no tenía capucha cómo el resto de enemigos, en ese momento creí que sólo era un civil obligado a luchar, me sentí culpable pero a la vez aliviado de estar vivo, era un sentimiento extraño. Me quede viéndolo por un rato mientras reflexionaba, tal vez le estaba dando muchas vueltas a ese asunto, más de lo necesario, en eso entró el sargento, miro el cuerpo y luego me miro a mi, puso su mano en mi hombro y me dijo:

-Muchacho, se cómo te sientes, quitar una vida no es fácil, pero es nuestro deber cómo soldados.

A lo que yo le respondí sin mirarlo

-¿Lo que hacemos esta bien, señor? ¿nosotros somos los buenos?

Él retiro su mano de mi hombro, sacó un par de cigarrillos de su bolsillo y me dio uno.

-Para los nuestros, nuestra causa es justa, somos héroes, defensores, pero para el enemigo, somos bestias, algo que hay que liquidar, es sólo cuestión de perspectiva, que eso no te quite el sueño.

Sin más, se retiró encendiendo su cigarrillo. Lo que dijo me tranquilizó un poco, no debía preocuparme mucho por eso, así que simplemente recargue mi arma y salí de la casa. Quien sabe que me esperará a partir de ahora.

Sangre, Sudor y GloriaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora