Es de noche, el viento me distrae y tropiezo con la barandilla, pierdo el equilibrio y casi me caigo por el balcón, no sé porque me asusto si igual pienso tirarme, sé que quiero hacerlo, o por lo menos las voces que oigo en mi cabeza me dicen que es lo correcto - tírate, tírate- suena en mi cabeza, cada vez van aumentando el tono de voz, prácticamente me están obligando, pero los escalofríos que recorren mi cuerpo me lo están impidiendo, cada vez que miro el piso me imagino mi cuerpo yaciendo en el cemento con mis huesos sobresaliendo, no sé si moriré por el impacto, desnucada o acabaré en el suelo con la cabeza abierta y mis sesos volando, pero debo hacerlo, debo tirarme, no quiero pensar más en él, en el que me hizo esto, veo la sabana ensangrentada situada a mi lado izquierdo, me envuelvo en ella y recuerdo su cuerpo todavía caliente encima mío.
No recuerdo cuando llegó al edificio, su nombre es Randy, siempre que lo veía en el corredor del piso me daba mucho miedo, siempre intentaba esquivarle la mirada, aunque era difícil saber si me miraba o no, normalmente porta gafas de sol y gorra, nadie en el edificio lo conocía realmente, no solía hablar, hasta el día que decidió ayudarme.
+Buenas tardes – dijo, lo que me pareció extraño, pues nunca hablaba- ¿necesitas ayuda con esas bolsas? Me preguntó con cierta amabilidad fingida.
-Si no es mucha molestia si, gracias- le contesté con cierto desagrado pues realmente el me incomodaba.
+Sí, no hay problema, porque una muchacha tan delgada como tu carga 4 bolsas, ¿no hay nadie en casa que te ayude? La pregunta no me pareció extraña porque la verdad si soy bastante delgada y no me veo muy fuerte que digamos.
-No, estoy sola, soy hija única y mi madre está de viaje- no debí decir eso, pensé, pero su voz extrañamente no me generó desconfianza, solo nerviosismo.
+Ah, bueno la próxima vez intenta coger un carrito o algo- se rio un poco, pero la sonrisa que se asomó por la comisura de sus labios fue demasiado repugnante, tanto que se me cayeron las llaves al piso y tuve que agacharme a recogerlas, él se agachó también, pude ver mejor su cara, tenía varias arrugas en su frente y sus ojos eran negros como los míos, me distraje, cogió las llaves antes que yo se quedó mirándome y agrandó su sonrisa, creo que se debió a que pudo rozar su mano con la mía, me dieron nauseas, ¡menudo viejo verde! Pensé.
En cuanto me entregó las llaves abrí rápido la puerta, mi fingida amabilidad se esfumó y preferí no mirarlo, me pasó las otras dos bolsas, le dije gracias y le cerré la puerta en la cara, fue un placer fue su respuesta. Me pareció aún más perturbador que su sonrisa lasciva. Preferí ponerle seguro a la puerta y salí corriendo a mi habitación a la cual también le puse seguro.
Los siguientes días no podía quitarme su expresión de mi mente, llegue a pensar que estaba obsesionada y que solo eran imaginaciones mías que estaba exagerando demasiado, pero un día antes de salir recibí una llamada, cuando cogí el teléfono, no escuchaba a nadie solo una respiración entrecortada , como de excitación, me quedé petrificada y no fui capaz de preguntar quién era, colgué y vi por la rendija de la puerta una sombra, miré por la mirilla, ahí estaba él, con un teléfono en la oreja y su mano en el pene, pasaba su lengua por la boca mientras se babeaba, me dieron náuseas y fui al baño a vomitar, pensé que me desplomaría en cualquier momento.
Después de 2 horas de darle vueltas en la cabeza decidí ir a la policía, cogí mis cosas y fui abrir la puerta. No fue mi mejor idea, se abalanzó sobre mí, quise gritar pero parecía que algo me hubiera robado la voz, cerró la puerta con sus piernas mientras me lamia el cuello y me aprisionaba con su cuerpo, sacó un pañuelo y me lo puso en la boca, me arrastró por el suelo y me tiró en la cama de mi madre, empecé a forcejear e intentaba gritar pero el pañuelo tenía droga. Sonreía mientras me desnudaba. Me rompió las bragas y se las puso en la nariz, inhaló fuerte, creo que le dio morbo que tuviera la regla, quería quitármelo pero mi cuerpo no reaccionaba, efectos de la droga, me metió sus dedos de sopetón y pujé, pues quería sacarlo de mí, no quería disfrutarlo, gruñí, estaba empapada en sudor frío, mi mente estaba medio lúcida pero mi cuerpo inmóvil, quería escupirle, pero en cambio el me escupió a mí. Empezó empujar fuerte su pelvis contra la mía causándome daño en mis genitales, lo veía consumido por el placer babeando, gemía, gruñía, estaba en pleno éxtasis mientras yo iba muriendo por dentro. "Mátalo" pensé, no podía dejar que se saliera con la suya, no sé si fue mi confianza momentánea o la adrenalina pero empecé a sentir mis articulaciones de nuevo, tenía que hacer algo.
Aproveché su placer y me entregué a él, quería hacerle perder el control gimiendo y dejándole entrar por completo, efectivamente se enfadó y me empezó a ahorcar para seguir con su fetiche, se distrajo y le di con una estatuilla de la mesita de noche, quedó inconsciente, pero no pude parar mi cuerpo vibraba y por fin pude gritar, no escuchaba los gritos solo sentía la voz de mi madre diciéndome que parara, pero no hice caso, lo maté.
No entendía que pasaba, todo se tiñó de rojo e iba a cámara lenta, fui al baño, no quería sentirme así de sucia, pero cuando me vi en el espejo cubierta de sangre me di contra él, rompiéndolo y causándome una herida superficial en la frente, no quería ver esa imagen de mí, yo no soy una asesina, aunque la visión de mi madre me indicara lo contrario, no paraba de gritarme, ella y Randy querían hacerme sentir culpable. El agua se sentía pegajosa y cuando la miré era sangre, mi grito más que de terror fue de desespero, necesitaba ayuda. Salí corriendo por el teléfono, pedí auxilio y confesé mi delito, pero no era suficiente, no podía con este sentimiento, con las voces, con mi madre y Randy gritándome.
Llega un hombre al edificio, alto, porta gafas y gorra, grita-Por favor déjeme pasar es una emergencia, soy Randy Fernández, psicólogo, me acaba de llamar mi paciente Blanca Rojas, dice que se piensa suicida. Randy y el portero suben al apartamento de Blanca, cuando entran por la puerta se encuentran con aquel macabro escenario adornado con sangre, la madre de Blanca está con el cráneo aplastado en la cocina, Randy mira hacia el balcón y ve a Blanca tirarse, los dos gritan tan fuerte que los vecinos salen de inmediato, cuando llegan al balcón divisan a Blanca envuelta en una sábana, la cual ahora es de color rojo.
Randy comienza a entenderporque no había vuelto a consulta su paciente, pero más que consternado se encuentratriste, pues se acuerda de lo sexy quese veía Blanca cuando se atragantaba con su miembro.
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Reivindicación
Mystery / ThrillerEs una historia corta donde hablamos de la culpabilidad, se centra en un mismo espacio y busca crear sensaciones a base de una escritura descriptiva.