Qué ganas de tener 18, qué ganas de entrar a cualquier maldito bar, qué ganas de sacarme el carnet de conducir, qué ganas de independizarme de mis padres e irme a la otra punta de España, qué ganas de hacerme los tatuajes que me apetezcan sin necesidad de bronca por parte de los jefes de casa además de alguna, qué ganas de que me den la pasta por haber estado currando todo el verano en ese restaurante de camarero, qué ganas de comprarme el nuevo iPhone 7 y mucha ropa, sobre todo mis polos favoritos, los de Lacoste, tal vez tenga como 30 de ellos. Regla básica: no hay mejor polo que el de Lacoste.
Tenía muchas ganas de empezar una nueva etapa en mi vida, la universidad: Nuevos amigos, nuevos lugares de fiesta, nuevas oportunidades que me daría la vida... Pero me paraba a pensar y me veía ante pirámides de apuntes, exámenes preparados el día de antes, aprobados justos o incluso suspensos.
Qué pocas ganas de empezar la puta universidad.