Parte única.

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El rubio se encontraba en el sillón de la sala, impaciente. Estaba esperando la llegada de su pareja, el cuál se había ido de viaje durante una semana. Aunque le costara aceptarlo, lo extrañaba y quería verlo.

De pronto, se le ocurrió una idea para recibir a su pareja. Recordó que unos meses atrás, el moreno le había regalado un conjunto.. Aunque se había negado rotundamente a usarlo. Se sonrojó ante esa idea. Bueno, no perdía nada después de todo.

Aproximadamente media hora después, el sonido del timbre resonó por todo el lugar. Los nervios del rubio se intensificaron. Rápidamente se puso una bata sobre el conjunto que tenía puesto

y fue a atender la puerta con la esperanza de que fuera la persona que estaba esperando. Al abrir la puerta notó que, efectivamente, era él, Jean Jacques Leroy, su pareja. El moreno no pudo evitar soltar su mochila y lanzarse a los brazos del rubio para abrazarlo. Por más que haya sido solo una semana lo había extrañado bastante. No le gustaba estar mucho tiempo lejos de él.


- Te extrañé, gatito. - Jean fue el primero en hablar, sin soltar al rubio. Posó su mentón en la nuca del más bajo, aspirando su aroma dulce. Ante ésto, Yuri no pudo evitar sonrojarse.

- Yo también, idiota. - No sería tan fácil para el rubio expresarse tan abiertamente con el moreno, era muy vergonzoso para él. Le dió unas palmadas en el pecho al canadiense, haciendo entender que quería que lo suelte, el canadiense obedeció.

Una vez que lo soltó, el rubio se dirigió a la cocina. Quería hacerlo sentir cómodo antes de darle su "sorpresa" al mayor. Jean se posicionó detrás del rubio, pegando sus labios contra la parte trasera de su oreja, causándole un escalofrío al más bajo. - ¿Qué haces, idiota? - Preguntó con un rubor en sus mejillas, mientras, inconscientemente, empujaba su trasero contra la pelvis del moreno. Al canadiense se le hicieron los ojos como platos y el pantalón el empezó a molestar, así que decidió separarse del rubio y dirigirse al baño, a lo cuál el rubio reaccionó confundido, pero le restó importancia.

Minutos después, el rubio acomodada la mesa; platos, cubiertos, copas de vidrio y una botella de vino fino, todo lo escencial para una velada romántica con su pareja. Mientras, el canadiense se encontraba dándole los últimos toques al exquisito estofado que estaba haciendo para ambos, Yuri lo había ayudado un poco, cortando las verduras e indicándole dónde se encontraban los ingredientes, utensilios y demás. En ese momento, el rubio se acercó al moreno y lo abrazó por la espalda, aspirando su perfume que por días no había sentido. Estaba ansioso por darle su "sorpresa". A Jean se le formó una sonrisa en el rostro, sabía que su gatito lo había extrañado, aunque éste no quisiera aceptarlo.

Cuando el estofado estuvo listo ambos fueron a la mesa, pero Jean no se quedó ahí. Sacó de su mochila de viaje una hermosa rosa color rojo y se dirigió al rubio, el cuál se sonrojó ante el gesto del mayor. - Eres un idiota, Leroy. - Dijo el rubio. El mayor conservó su sonrisa de idiota durante toda la velada.

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Después de comer, Jean se disponía a ir a bañarse. Pero, el rubio le dirigió aquella mirada que le da cuando necesita algo.

- ¿Pasa algo, Yuri? - Preguntó el moreno, levantando una ceja. El rubio simplemente guardó silencio y suspiró, mientras tiraba de la cinta de tela de la bata que tenía puesta, dejándola caer lentamente y dejando ver el conjunto de lenceria que el mayor le había regalado hace unos meses atrás.. El conjunto consistía en una pechera simple con estampado de animal print, medias largas que llegaban hasta los muslos y unas bragas simples, también con estampado de animal print. Sin contar unas orejas de gato que el rubio se había puesto hace un momento. Jean estaba petrificado.

La sorpresa. (Pliroy)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora