Todos los días me levanto con una sonrisa enorme. Me encanta saber que siempre es una buena oportunidad para hacer las cosas que me gustan, ir de paseo, conocer más sobre cualquier tema, etc.
Y hoy no es la excepción. Me desperté con el sonido de la alarma zumbando en mis oídos, lista para ducharme e ir a mi primer día en la universidad.
Mis padres no estaban de acuerdo con que estudiara licenciatura en turismo, pero yo estaba completamente segura de que eso era lo que quería, y eso me haría feliz. Así que a mis papás no les quedó más que aceptarlo.•••
Una vez arreglada, bajé a tomar el desayuno. Mi mamá estaba esperándome con un plato de cereal servido.
—Buenos días, Suré.— Saludó mi madre, un tanto huraña.
—Buenos días. —Le respondí, tomé una cucharada de mi cereal, y continué— No quiero que estén enojados conmigo durante más tiempo, yo sé que no es la carrera que querían para mí, pero es que esto me gusta, me hace feliz. —Me detuve.
—No estoy enojada contigo, en realidad, ninguno de los dos lo está. —Sus ojos comenzaron a nublarse— Es sólo que tu padre y yo hemos estado pensando que cada vez te haces más grande. Eres nuestra única hija. Pronto vas a salir de la universidad, te vas a casar, tendrás hijos, y ya nunca nos vas a visitar.
—¿En serio es eso lo que tanto les preocupa? —Quedé sorprendida, algunas veces mi madre exagera un poco.— Mamá, escúchame. Si algún día me caso, no los voy a dejar solos. Sólo me casaré, no es como que vaya a olvidarlos así de simple. Y de todas formas, falta muchísimo tiempo para que eso suceda. Así que ya no te angusties más, ¿de acuerdo?
Asintió con la cabeza, limpiándose con el dorso de la mano una lágrima que ya caía por su mejilla. Tomó las llaves, y salió haciéndome una seña para que saliera con ella.•••
Nunca me ha gustado ver a la gente triste, siempre intento hacer algo para que, al menos, sonría un poco. Así que hice sonar el estéreo con la canción “Claridad” de Menudo que tanto le gusta a mamá.
Para ser sincera, no me sabía la letra de la canción, pero, de igual forma, mi mamá iba manejando y cantando; y yo, bailando y tarareando.
El viaje hasta la universidad no fue tan largo, ya que sólo íbamos charlando y, de vez en cuando, cantando fragmentos de canciones que ambas nos sabíamos.
Mi mamá se detuvo en el estacionamiento enfrente de la universidad, apagó el coche, y se volvió hacia mí.
—Suré —mi mamá se dirigió a mí con una sonrisa ladeada—, ten mucho cuidado. Espero que te diviertas en tu primer día. Haz muchos amigos, y pásala en grande.
Le guiñe el ojo, y salí del auto.•••
La escuela era grande, con edificios repletos de jóvenes estudiantes y jardines y árboles por todas partes.
Fui a lo que yo llamo recepción a recoger mi horario, y en cuanto la señora que atendía a los muchachos perdidos como yo, me lo hubo dado, me fui directamente a clases.
Entré en un edificio, el más alto. Crucé un par de pasillos, subí un par de escaleras, hasta que di finalmente con el aula 16. Me metí a dicho salón, saludé a los presentes, y tomé una butaca de la segunda hilera.
A mi lado había una chica que, al parecer, era tímida porque cuando le saludé, sólo me hizo un gesto con la cabeza, y yo no insistí.
Muchas veces las personas simplemente necesitan su espacio, así que decidí no hablarle, hasta que ella tuviera la confianza de hacerlo.•••
El día transcurrió lentamente, con todos los profesores presentándose y poniendo sus reglas.
Afortunadamente mis compañeros de clase no cambiaban, así que tuve todo el día para conversar con algunos de ellos. Si íbamos a estar durante cuatro años en el mismo salón de clases, era mejor entablar amistad desde ahora.