CAPÍTULO 2. Fiestas Patrias.

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Poco a poco ir a la escuela fue más excitante, puesto que cada vez iba teniendo una mejor relación con todos mis compañeros. Beth comenzaba a tener una buena amistad conmigo, charlaba un poco más, era alegre y de muy buen corazón. Y en cuanto a Hasen, fue exactamente lo mismo, nuestra amistad fue creciendo con el paso del tiempo, nos sentábamos juntos en casi todas las clases, hacíamos equipos juntos para los trabajos, en fin, comenzábamos a tener una buena relación de amistad.
Los días pasaban demasiado rápido, tanto, que muy pronto llegó nuestro primer viaje fuera de la ciudad. Sería un viaje para conmemorar la independencia de México. Partiríamos el día 15 de septiembre para poder celebrar durante la madrugada del 16. Yo no podía estar más emocionada, había ido muchísimas veces a San Miguel de Allende, pero aún así, tenía la idea de que con cada viaje uno aprendía algo nuevo, y tenía una experiencia diferente que tal vez sea más chida que las anteriores.

•••

Llegó el día. Mis cosas para el viaje las había preparado con muchos días de anticipación: lentes de sol, cámara fotográfica, ropa cómoda, tenis deportivos, y muchas otras cosas que yo creía necesarias.
Mi compañero de autobús, como era de esperarse, sería Hasen. Días antes él me había pedido que no me separase de él, puesto que casi no conocía sobre México. Me había explicado que era de aquí, pero toda su vida había vivido en los Estado Unidos y que su madre no le había hablado mucho sobre la cultura mexicana. Así que yo me ofrecí para ser su guía personal.
Íbamos de camino al autobús que nos llevaría hasta San Miguel de Allende, cuando de pronto a Hasen comenzó a dolerle mucho el estómago y tuvo que ir al sanitario del edificio más cercano. Nos demoramos unos cuantos minutos, y entonces escuché que alguien nos estaba llamando. Asomé mi cabeza para afuera del edificio, era el maestro de inglés quien gritaba nuestros nombres.
—A Hasen le dolía el estómago —le expliqué —, así que nos hemos detenido un momento para…, ya sabe, que haga sus necesidades. —Me sentí avergonzada, y eso que no era yo quien tenía problemas de digestión.
—Está bien —me respondió —, no pasa nada. Sólo quería avisarles que el camión parte dentro de poco, todos sus compañeros ya están listos, sólo faltan ustedes.
Entonces Hasen salió por fin.
—Disculpen la tardanza, cené muy pesado anoche. —Y se sonrojó. Se veía tan tierno, pero sólo reprimí una sonrisa.
—De acuerdo, pero ya vayan a subirse, porque de lo contrario, los dejan.
Hasen y yo corrimos a toda velocidad hacia el autobús, tropezamos un par de veces, pero nos ayudábamos el uno al otro y seguíamos corriendo.
Hasen dejó que yo subiera primero. Y justamente me di cuenta que todo el ruido que había, fue reemplazado por murmullos. Todos nos miraban de una manera extraña, miré a Hasen y no hizo más que agachar la mirada, decidí callar.
Tomé unos asientos vacíos. Inmediatamente saqué el teléfono y tecleé:

¿Sabes qué ocurre aquí? En cuanto nos subimos todos empezaron a murmurar. Me preocupa.

Le pasé el teléfono a Hasen, y esperé que escribiera una respuesta:

Son sólo rumores, Suré. Tu no te apures e ignora todos sus comentarios.

—De acuerdo. —Le contesté en voz alta y con un poco de ironía, guardé el celular en mi bolsillo.
La verdad era demasiado inquietante e incómodo saber que todos murmuraban a nuestras espaldas. No sabía si esos “rumores” eran sobre Hasen, sobre mí, o sobre “nosotros”. Y como Hasen no estaba dispuesto a decirme una sola palabra, mejor dejé el tema, y me enfoqué en explicarle lo que veríamos en el viaje.
—San Miguel de Allende —comencé a explicar— es uno de los sitios que más me gustan en toda la República Mexicana, puesto que tiene mucha diversidad en cuanto a su arquitectura  e historia.  De mis lugares preferidos, es la Parroquia de San Miguel Arcángel, ese templo es realmente hermoso. O también está el Mercado de Artesanías, me encanta ir porque siempre encuentro una artesanía diferente, y siempre las conservo o las regalo. En fin, “ver para creer”. Cuando lleguemos allá, me dices si estoy exagerando o no.
Durante todo el transcurso Hasen estuvo muy callado. Me pregunté si la razón era la misma por la que habían estado murmurando cuando subimos al autobús. A mí me gustaba mucho ir a San Miguel de Allende, y una cosa así no iba a arruinar mi viaje, entonces decidí pasarlo por alto, y dejar que Hasen se ocupara de ello. Si no quería que yo supiera qué estaba sucediendo, mejor no fastidiarle buscando un porqué.

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⏰ Última actualización: Aug 27, 2017 ⏰

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