Los pájaros contaban, el rio fluia, el viento movia ligeramente las hojas de los árboles haciendo que algunas cayeran. Estaban a 23 de octubre, y dentro de dos días abria luna nueva, una luna enorme y brillante, que podría conceder cualquier deseo. El hombre, esa hermosa mañana mientras repartia una barra de pan tras otra no paraba de pensar lo que le había dicho aquella anciana, ¿sería cierto? ¿una vela negra? Tenía un millón de dudas y entre tantas estaba la más importan. ¿Qué deseo pediría?
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