Pescado

—¡No quiero!

—Vamos, no es tan malo.

La pareja de Black Triggers se encontraba discutiendo acaloradamente. Sentados en la mesa del comedor de su casa, Jin luchaba para que Amo comiera el pescado que había cocinado, pero este no parecía muy contento con la idea.

—¡No me gusta el pescado!

—¡Pero necesitas comerlo! Tiene nutrientes necesarios para tu salud. Además, me esforcé en cocinarlo para que no fuera tan desagradable. Por una vez que lo comas no vas a morirte.

—Sabe que me gusta su comida, pero esto es una excepción. — El testarudo muchacho parecía completamente convencido de que no tocaría la comida de su plato.

—¡Come!

—¡No! —Ambos se miraron a los ojos desafiantemente por unos segundos.

—¿Sabes qué? ¡Haz lo que quieras! ¡De todas formas, solo piensas en ti mismo!

Jin se levantó bruscamente, y después de fulminar al chico con la mirada, se marchó a su habitación y cerró la puerta de un portazo.

—¡Eso pienso hacer! —Dijo para si mismo Amo, cruzando los brazos.

Unos segundos después, el arrepentimiento comenzó a invadirlo. Era realmente difícil lograr que el pacífico castaño se enojara con su novio, realmente toda una proeza. Más hasta el punto de que este le gritara.

Además, la cocina siempre había sido el punto débil del mayor, y aunque no lo admitiera le dolía cuando alguien lo criticaba en ese aspecto.
Y también era cierto que Jin había puesto esfuerzo condimentando ese pescado.

Amo miró nuevamente el plato de porcelana sobre su mesa, esta vez dudoso.

Tomó el tenedor y raspó un pequeño pedazo de aquella carne que tan mal le sabía, y lo sostuvo unos segundos frente a sus ojos. Los cerró con fuerza y conteniendo la respiración condujo el cubierto a su boca.

No era tan terrible después de todo.

Pero una vez terminó su comida, llegaba la peor parte. Disculparse.
Su orgullo llegaba mas o menos hasta el cielo, odiaba con toda su alma tener que disculparse.
Pero tenía que hacerlo, quería demasiado a su novio como para dejar las cosas así.

A paso lento se dirigió a la habitación del de ojos azules y tocó suavemente la puerta.
No obtuvo respuesta, pero decidió entrar de todos modos.

Adentro, se encontró con su novio acostado boca arriba en su cama, sobre el acolchado y con una almohada sobra su cabeza.

—¿Que quieres? —Preguntó este con cansancio. Amo tragó saliva y se acercó a la cama, sentándose sobre esta. El castaño no se dignó a mirarlo.

—Ya me comí el pescado... —Bajó el tono de su voz. —¿Me perdonas? —Terminó avergonzado. Jin retiró la almohada de su cabeza.

—¿En serio? ¿No lo tiraste a la basura, ni nada por el estilo?

—¡No digas eso! ¡Me costó disculparme! —El castaño soltó una pequeña risita, mientras veía el puchero del menor.

—Tan lindo... —Jin depositó un pequeño beso en los labios del menor, mirando con diversión como este se sonrojaba. El contacto físico siempre ponía nervioso a Amo.

—Entonces, ¿fué tan terrible? —Preguntó acariciando dulcemente su cabecita.

—Idiota...