Era una fría tarde de invierno, en el hospital podían oirse los débiles pasos de las enfermeras caminando de un lado a otro, en la última sala, se encontraba tendido en una camilla el pelinegro Haruka, sus leves respiraciones de cansancio rompían el silencio por un momento, en su expresión demostraba enojo, realmente lo estaba.
—¿Y qué te ha dicho?—Interrogó el pelinegro en un tono serio, ni se creía que fuese él el que hablaba.
—¿Decirme qué? —Preguntó el albino Konoha, no entendía a que se refería el contrario exactamente.
—¿Por qué lo hiciste? Sabes...A ella le dolió. —Dio como respuesta aún con algo de enojo Haruka.
—Ehm...yo...solo...No lo sé, ella no dejaba de decir cosas raras como ''¿Donde estabas? Creí que te habías ido para siempre'' ¿Se refería a mi realmente? —Dijo el peliblanco con la mirada baja.
—¡Cómo no! —Exclamó abruptamente con las pocas fuerzas que tenía. —Has memoria...
—¿Que voy a hacer yo? Ambos estan equivocados, no sé quien es ella...
—Tsch...¿Por qué lo hiciste? —Preguntó insistente Haruka, una vez más el silencio inundó la pequeña habitación,el albino miraba todas las esquinas de la habitación sin decir palabra alguna, sin dirigir ni siquiera la mirada al chico. Los ojos de Haruka se cristalizaron, Konoha le miraba confundido no entendía a que se referían todos.
—El chico de la sudadera roja dijo que no era yo a quien se refería. —Terminó por decir el peliblanco con una expresión algo triste.
—Se equivoca...¡Todos se equivocan! —Rompió en llanto el pelinegro, lagrimas caían por sus mejillas, Konoha le miró atónito. —¿Como puede saber él una historia que conozco más bien que nadie? ¿Cómo?...
—No lo sé...de verdad, lo siento...
—¿No lo recuerdas?
—No...
—¿Todo lo que vivieron juntos?
—No le conozco, ya lo he dicho.
—Trata de recordar...
—No puedo hacerlo.
Haruka con un torpe esfuerzo trató de levantarse de su camilla, apenas con fuerzas se puso de pie, ya firme se secó las lágrimas como pudo y miró a Konoha.
—Mírame a los ojos cuando te hablo ¡Hazlo idiota! —Gritó.
—No la conozco...¿Podemos terminar el tema?
—Prometiste que la recordarías.
A pasos lentos y débiles Haruka se acercó al contrario y puso ambas manos en sus hombros tratando de afirmarse. Lo miró y el albino hizo lo mismo, sus miradas estaban más cerca de lo que cualquiera pudiese imaginarse. El pelinegro dio un suspiro un poco más relajado. Algo cansado y con un hilo de voz dijo.
—Lo prometimos.