El dolor corre por sus venas, dejándole sin respiración. Coge la cuchilla y comienza a afilarla, tiene claro cuál debe ser su final. La vida no tiene sentido últimamente para él, ha perdido toda ilusión por ella, por disfrutarla y querer sentirla. Los sentimientos han ido huyendo de su marchito corazón. El primero en irse fue la alegría, que robó a su vez un poco de amor, quién enseguida le siguió. La esperanza pronto se sintió abandonada y decidió partir dejando el pobre corazón a merced de los sentimientos más oscuros.
La soledad se sintió entonces poderosa y llamó a la tristeza. Juntas concibieron a la desesperación, quién era ahora la dueña indiscutible del corazón. La ambición de la desesperación era desmedida y pronto sintió que gobernar el corazón era poco para ella, decidió entonces correr por las venas del pobre incauto que la hospedaba. El color brillante de las lágrimas escarlatas que le rodeaban le daban fuerzas y la hacían sentirse viva. Cruel ironía, ya que era con eso con lo que soñaba acabar. Recorrió el cuerpo de la víctima, dejando tras de sí una dolorosa estela. Llegó por fin a la habitación a la que solo el amor y la locura se habían atrevido a entrar. Se paseó curiosa por todos los rincones, descubriendo los anhelos, los secretos y los más oscuros sueños de su víctima. También vio allí sus pensamientos, que torturados vagaban como alma en pena.
Comenzó entonces a tomar el control de ellos, instando al muchacho a saborear el dulce gusto del dolor. Lo sintió recorrer su cuerpo, reconfortándola y fortalenciéndola. Quiso aumentarlo, provocando más y más dolor, sintiéndose ya ebria y aturdida al vivir tan fuertes sensaciones. Riendo como una loca decidió probar el dolor en otra parte de aquel cuerpo, acarició el rostro de la víctima y deslizo la cuchilla por su tierno cuello. Se sintió completa cuando vio la sangre correr y dibujar bellos senderos por su pecho. Le obligó a tumbarse y gastar sus últimas fuerzas en ver como se escapaba entre sus dedos esa vida que decía no querer.
Salió entonces de su cuerpo para observarle en la agonía de la muerte y vio como otro alma inocente se despedía del mundo con una única lágrima que circuló lenta por su rostro, desapareciendo en el suelo a la vez que se apaga la luz de la vida de su derrotado creador.