Big Fish

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Director: Tim Burton

Año: 2004

Sinopsis: Big Fish cuenta la historia de Edward Bloom y su hijo Will, "dos desconocidos que se conocen muy bien". Will mantiene una relación tensa y distante con su padre, al que le encanta contar historias sobre su vida en las que mezcla realidad y fantasía. Pero Will quiere discernir quién es su padre en realidad, pues no sabe que partes de las historias que le cuenta son ciertas, y piensa que no conoce en nada a su progenitor.

Análisis: Big Fish es una obra maestra del cine, sin duda alguna. Aunque llevaba tiempo oyendo hablar de ella, no me parecía algo que me fuera a seducir, pues no guarda nada de parecido con el cine de Tim Burton que más me llama, con su estilo gótico y oscuro. Y es que Big Fish es todo lo contrario: aquí todo es fantasía y color, un cuento de hadas en toda regla, desde el apartado pueblecillo de Spectre hasta esa fantástica escena en la que Edward le regala a Sandra Templeton un enorme campo lleno de narcisos (una de esas escenas que no se olvidan).

Comencé a ver la película sin ganas, y en los primeros 30 minutos me parecía algo no demasiado llamativo, solo un hombre que contaba relatos de fantasía acerca de su vida. Sin embargo, a medida que la cosa avanzaba, me iba metiendo más y más en la película, hasta que llega un punto en el que estás completamente absorbido por la historia. Edward consigue atraparte con su vida, y el conflicto entre él y su hijo no hace más que aumentar la expectación.

Porque aquí, ni el padre entiende al hijo ni el hijo al padre. Will piensa que su padre es un farsante, que todo lo que les ha contado es completamente falso y que no tiene ni idea de quién es en realidad ni cómo ha sido su vida. Pero es que su padre es así: sus historias, que resultan ser mucho más ciertas de lo esperado, forman ya parte de él. La "moraleja", por así decirlo, de esta película, es que a veces nuestras vidas pueden resultar mucho más entretenidas si logramos mezclar una dosis correcta de realidad y ficción, sin llegar a contar una mentira. A Edward le encanta realizar esta mezcla, y a medida que Will aprende más de su pasado a través de las personas con las que su padre ha tenido contacto, aprende que no era una persona tan horrible hasta que llega esa maravillosa escena final en la que Will también cuenta su propia historia.

Emotiva a más no poder, esta es una de esas películas que quedarán grabadas en uno. Si tuviera que sacarle algún defecto, es que su reparto para personajes secundarios me chirría un poco y, sinceramente, la decisión de darle a Helena Bonham Carter dos papeles diferentes me ha parecido un poco fuera de lugar. Fuera de eso, una película increíble.


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