Me hallaba en el avión rumbo a Italia, junto a mi iba Esperanza, esa hermosa chica de ojos bicolor que me había enamorado, era extraño, habían pasado décadas desde la última vez, incluso era mortal la última vez que lo hice. Sin embargo, esta chica, este ángel, literalmente, había echo que cayera ante ella, perdido ante su inocencia, ante su encanto, ante ella.
Habían pasado un par de horas, Esperanza no dejaba de ver por la ventana, aunque de vez en cuando devolvía su mirada hacía mi y podía ver esa hermosa sonrisa, cada vez que lo hacía volvía a besar sus labios, era adicto a ellos.
El silencio en el avión era perfecto, lo único que molestaba eran algunos ronquidos que se escuchaban, pero la verdad no molestaban demasiado. Admiraba la belleza de mi amada y con cariño acariciando su mejilla hice que volteara su mirada hacía mi. Una vez lo hizo no aguanté. Uní nuestros labios en un beso lento que comenzó "tierno" sin embargo tras cada segundo se volvía cada vez más y más pasional.
Desabroché el cinturón del asiento y ella hizo lo mismo, apenas separándonos de nuestros labios. Me moví al lugar de ella que daba a la ventana y la senté en mi regazo. Sus manos rodearon mi cuello para profundizar aun más ese beso perfecto, perfecto gracias a ella. Mis manos la tomaron por la cintura y la apegué a mi. Aquellos diminutos shorts... Dios, como molestaban. Pensé en arrancarlos, pero me contuve, me dediqué a acariciar sus piernas. Mientras tanto nuestras lenguas danzaban al ritmo de una lasciva melodía, y a la vez trataban de recorrer lo más que pudieran de la boca del otro, en definitiva, el beso aquel lograba calentarme por completo.
Las manos de mi ángel desabotonaron dos botones más de mi camisa y ahora acariciando mi ya visible torso. Mis manos dejaron un momento sus piernas y ascendieron por debajo de su camiseta, así una de estas, mientras la otra acariciaba la columna vertebral del ángel, pasaba hacía a la parte delantera de su cuerpo y apretaba uno de los pechos sin mucha fuerza, era el sujetador quien le impedía el roce directo. Mis labios se separaron por un momento de ella, descendieron hasta su cuello, allí comenzó a besar con lentitud y pasión el mismo, dejando lamidas e incluso suaves mordidas, sin marcas, al menos por ahora. Ella exhalaba suaves jadeos, se mordía su labio para contener los mismos, pero amaba escucharlos. De nuevo mis manos fueron ambas a la espalda y buscaron el broche de su sujetador, una vez lo encontraron lo desabrocharon sin tardar, ya deseaba probar aquellos tan anhelados senos.
Logré quitar el sujetador desabrochado y subir la camiseta ajena hasta poder dejar a la vista los pechos de mi ángel. Mis manos apretaron estos con cierta fuerza aunque no demasiada, mientras mis labios volvían a subir hasta los ajenos para acallar aquellos jadeos que me hacían perder la cabeza. Mis pulgares se pasean por las aureolas rosadas de sus pechos, apenas rozando sus pezones, deseaba excitarla más y más, volverla tan loca como ella me volvía a mi.
Me separé del beso con una suave mordida en el labio inferior de mi amada. Sujeté con una de las manos su pecho izquierdo y mis labios bajaron a besar este, lentos y húmedos besos, mi lengua recorrió la aureola con lentitud, sin tocar, apenas rozando su pezón, hasta que luego de un par de segundos introdujo entre sus labios el pezón de ella, quien exclamó un bajo gemido por su propia mano, a mi a no me importaba el lugar, estaba con ella y deseaba verla disfrutar y aquellos sonidos indicaban que estaba haciendo la cosa bien. Succionaba ese rosado pezón que, no sé si era mi imaginación, pero era lo más delicioso que hubiera probado, podría quedarme todo el día así. Era perfecta.
Cambié de pezón haciendo lo mismo, la dureza de estos me encantaban, eran únicos, eran de ella y eso los hacía así. Sin embargo, con el pezón que había soltado, mis dedos seguían jugueteando.
-Alex...- Logré escuchar. Eso me incitó a succionar con un poco más de fuerza ese pezón, le estaba gustando, eso era suficiente para mi. Varios jadeos le siguieron a sus palabras. Mientras una de sus manos tapaba su boca, tratando de contener sus gemidos, la otra se posaba en mi nuca me apegaba más a ella, me apegaba más a su pecho.
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Sinfonía erótica.
RomanceAquí encontrarán diversos relatos, eróticos, amorosos, etc, que se basarán en canciones. Cada relato llevará por nombre la canción en la que fue inspirado y el artista de la misma. También se pide que si por favor les gusta, sugieran una canción en...