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LuHan normalmente practicaba tanto en baile y canto que en su horario no había tiempo para pensar. Y tal vez era por eso que ya no era capaz de soltar notas sin desafinar o moverse sin tropezar, estaba pensando mucho. ¿En qué?

En Oh SeHun, como siempre.

Le fastidiaba pensar en el chico Oh hasta el punto que prefería preguntarse por la inmortalidad del cangrejo con tal de distraer su mente de su figura, su rostro, su voz... o incluso su perro.

Y es que LuHan lo extrañaba tanto que le dolía pensar en lo que pudieron hacer todo ése tiempo perdido en el que él estaba en China.

Lo único que les quedaba eran las videollamadas hasta que su empresa o la de SeHun les permitieran viajar para poder verse, abrazarse, besarse y -porqué no- tocarse... por todos lados.

Añoraba sentir las manos ajenas sobre su cuerpo. En los momentos que era acariciado por el menor agradecía ser más pequeño y delgado que él. Así lo sentía más masculino y más... caliente. Y a LuHan le gustaba que su novio y él estuvieran calientes porque de eso sólo salían cosas buenas o muy buenas.

Sí, LuHan era más gay que la palabra. Y lo tenía más que asumido. Incluso de vez en cuando se preguntaba porqué diablos le gustaban tanto los penes, pero luego recordaba a SeHun y lo entendía a la perfección.

Según sus recuerdos se dio cuenta que era gay cuando entró con su madre al baño de mujeres en el centro comercial.
El pequeño LuHan de nueve años necesitaba vaciar su bejiga y como su madre no iba a dejarlo solo pero tampoco podía entrar al cuarto de hombres, lo hizo entrar por el pasillo coronado por una silueta de un vestido.

Ahí LuHan se había percatado de todos los hábitos femeninos y se dio cuenta que no le interesaban cuando abrió por accidente la puerta de un cubículo y no le importó que la chica dentro de el estuviera con la falda subida y la ropa interior por los muslos.

Reafirmó su sexualidad cuando entró al fin como trainee y su miembro había dado una sacudida solo por ver a su entrenador de baile hacer un paso inocente que le marcaba demasiado las venas del brazo...

Para cuando conoció a SeHun un par de años más tarde, ya sabía que lugar ocupaba él en el acto y no pudo negar que anticipaba estar a la disposición del chico sin importarle que fuera menor.

Si era gay antes de conocerlo, después de probar apenas los labios de Oh SeHun se había convertido en el icono de la preferencia.

Pero no podía evitarlo, le encantaba como sus cuerpos encajaban cuando se abrazaban, como sus labios quedaban rojos e hinchados por los besos o como SeHun se comportaba como un niño mimado cuando estaban juntos.
Le encantaba.

Y cada vez que a su computadora se le iluminaba la pantalla por recibir una solicitud de llamada corría como una adolescente enamorada a contestar, regalandole al chico una gran sonrisa, justo como la que le dedicaba ése momento a través de la cámara.

Era triste tener que verse de ese modo, sin poder siquiera entrelazar sus dedos, pero no importaba, estarían bien. En ésas situaciones el amor es lo que más importa.
Y si ésta era otra de las pruebas que Lu Han debía pasar junto a Oh SeHun estaba listo para vencerla con honores.

Soy gay || HunHanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora