RAI.
Los lunes por la mañana no eran exactamente fáciles. Especialmente para Rai.
El primer paso era levantarse de la cama. Lentamente se sentó, estiró los brazos y se levantó. Muy bien.
Hizo todo lo demás en el ritmo más rápido que le era posible y se posicionó en la mesa para tomar desayuno. Ver su skate ahí le daba algo de nostalgia, por supuesto que su casa no estaba lo suficientemente cerca como para irse en él.
-Volveré por tí, lo prometo -le susurró.
Su hermana pequeña la miró con extrañeza.
-¿A quién le hablas? -preguntó.
-Eh, a nadie.
Su hermana frunció el ceño al no tener respuesta.
-¡Vamos, apresúrense! -exclamó su madre desde el auto-. Rai, tienes exámen hoy.
Puso los ojos en blanco, agarró su mochila y corrió hacia el auto. Su hermanita la imitó.
THOMAS.
Se resfregó los ojos y a tientas agarró el vaso de leche que su madre le había dejado al lado de su cama.
Caminó hacia el baño y se lavó la cara con agua fría.
-¿Te falta mucho? ¡Me hago pipí! -gritó su hermana mientras golpeaba la puerta.
-¡Espera, Joan! -respondió.
Después de unos segundos, salió radiante y su hermana lo golpeó en el estómago.
-Pareces una chica con lo que te demoras en el baño -gruñó-. ¿Para quién te arreglas tanto? Cómo si fueras a impresionar a alguien.
-Cállate -le dijo, pero no pudo evitar sonreír como tonto. Rai. Sí, quizás para ella se arreglaba.
Se vistió calmadamente, ya que tenía tiempo de sobra para salir de casa.
RAI.
Al llegar al colegio, a la primera que saludó fue a su amiga Rubí. Rubí era una chica alta, muy alta. Tenía la piel blanca como la leche y su pelo negro como el carbón contrastaban. Por alguna razón desconocida, siempre tenía novio.
Normalmente, Rai la odiaba en secreto cuando se sacaba mejores calificaciones que ella, que era... siempre.
-Hola, ¿estudiaste para química? -preguntó Rubí.
-Que paja estudiar -bostezó como respuesta.
-Tonta.
Más de sus compañeros y compañeras iban entrando a la sala. Nadie importante. Hasta que llegó él.
Se congeló. Dejó su faceta de chica problema por un segundo, y lo miró con ternura. Estaba tan lindo como siempre, lindo en su manera de caminar y de hablar con sus amigos.
-Hola, Thomas -lo saludó.
Él se limitó a saludarla con la mano.
Suspiró como tonta. Es solo un chico. Es solo un chico. Es solo un chico. Maldita sea.
-¿Hola? ¿Estás ahí? -preguntó Rubí, chasqueando los dedos frente a su cara.
-Ah, sí.
-Te estaba diciendo que esta canción es la nueva de... -Rubí comenzó a hablar de una banda de metal que a penas conocía, le puso un audífono en la oreja, la canción era mayormente guitarra eléctrica, batería, y un chico cantando (gritando, más bien) sobre una chica que, según él, era una "perra".
Él timbre sonó y el profesor no se demoró en entrar.
THOMAS.
Al ver a Rai le dieron ciertos escalofríos. Estaba tan linda como siempre. Se sonrojó un poco cuando ella lo saludó.
Solo saludó con la mano. ¿Cómo podía ser tan idiota? Era su oportunidad de entablar una conversación con ella, ¿y qué hizo? LA SALUDO CON LA MALDITA MANO.
Luego de castigarse mentalmente, fue a hablar con Alan y Patricio.
-Hola -sonrió.
-Hola -dijo Patricio, no sacando ni un segundo los ojos de su guía de química.
-¿Cómo estás? -dijo Alan, que estaba repasando un poco su cuaderno.
-Normal, ¿y tú?
-Sí, bien -sonrió Alan.
Se sentó al lado de él y sacó su libro para no olvidarse de nada en la prueba.
-Permiso, permiso, permisoooooo -dijo una voz cantarina, dirigiéndose hacia Patricio-. Hola Thomas, Alan, ¿Patricio, me podrías pasar un rato tu guía? Es que necesito hacer torpedos.
Thomas se rió mientras miraba a Pietro. Siempre se la pasaba haciendo torpedos antes de las pruebas.
Pero, lamentablemente, Pietro no tuvo suerte y tocaron antes de que pudiera hacer algo.
RAI.
La prueba comenzó y Rai no podía concentrarse. De vez en cuando miraba a Thomas, y a veces él también lo hacía.
Negó con la cabeza y se intentó concentrar en la prueba. No podía sacarse un rojo.
Casi no sabía. Tuvo que acudir al torpedo y a pedir las respuestas.
-¡Psssst! ¡Rubí! -murmuró-. Dame la cuatro.
Rubí le hizo una A con la mano.
Le pidió la seis, la diez y la diecisiete, las demás se las sabía o creía que se las sabia.
Luego de un rato había terminado de responder casi todo. Miró a Thomas, que parecía muy ensimismado en la prueba.
Esperaba que le fuera bien.
THOMAS.
Estaba seguro de que Rai lo había estado mirando durante la prueba. En la que le fue bastante bien.
Le tenía que ir bien, ya que quería estudiar medicina.
En el recreo, comió con Alan y Patricio. Rai debió haber estado afuera de la sala, ya que no la vió.
No podía dejar de pensar en ella. Quizás si tomara la iniciativa... pero era demasiado tímido para eso. No.
Supuestamente es el chico el que tiene que atreverse. Tenía que intentarlo.
RAI.
Durante el recreo estuve con Rubí y un rato con otras chicas.
Tenía que intentar a alejarme de Thomas, al parecer, él no estaba interesado en mí. Y es solo un chico.
Cuando pasaron los quince minutos y tocaron para volver a clase, intenté no mirarlo. Ni siquiera cuando pasó cerca mío, hasta que...
-Hola, Rai, no te saludé en la mañana pero... nada, ¿qué clase toca? Historia, claro -aclaró la garganta-. ¿Te gustaría sentarte conmigo? Solo si quieres, o sea. Sí. Siéntate conmigo.
Me sonrojé un poco.
-Ah. Sí. Me gustaría eso.
Entonces me senté a su lado. Les dije a Rubí y a los demás que me iba a sentar con él.
El profesor comenzó a hablar pero estoy segura de que ninguno de los dos lo estaba escuchando. Estábamos perdidos en los ojos del otro.
Yo le sonrío y él me sonríe. ¿Qué puede ser mejor que esto?