Capitulo 27

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El medico salio, estuve tres minutos mirando la puerta, esperando la persona que venia... No entraba nadie.

De repende, llego rodando hacia mi una pelota pequeña de baloncesto que ponia con rotulador: Se fuerte, nos tienes aqui para todo.

Seguia sin entender nada. Pasan dos minutos mas y entra mi madre con una gran sonrisa y me trae un pastelito de esos que mas me gustan a mi: chocolate con virutas de colores.

-Mama! - grito emocionado por la visita - Tu no tendrias que estar en la tienda? Aunque prefiero que estes aqui, me sentia solo...

-Pues no tienes ningun motivo para sentirte asi.

Justo cuando dijo eso, entraron todos: Dani, Luis, Marga, el señor Evans y Carlos. Que sorpresa mas agradable. Me dieron un abrazo todos. Marga fue la ultima y el suyo duro un poco mas. Me dijo flojito en la oreja: ¿Enserio pensabas que no vendria? No te voy a dejar nunca, ¿Recuerdas? Esas palabras me emocionaron.

Trajeron unas sillas al lado de mi camilla y charlamos todo el tiempo. A veces yo sentia dolor en las piernas, pero lo disimulaba, no queria que nadie se preocupase.

Vino el medico y dijo:

-Lo siento, pero ya se tienen que ir, el resto del tratamiento lo tiene que hacer solo.

-¿Enserio doctor? Por favor, ¿no puede venir almenos una persona? - dije yo suplicando.

-Bueno, una persona si. ¿Quien sera el acompanyante?

Luis y Dani dijeron que tenian que ir al entreno, el señor Evans y Carlos, eran los entrenadores, asi que tambien se tenian que ir.

-Hijo, lo siento mucho pero yo no puedo quedarme, tengo que abrir la tienda - dijo mi madre sintiendolo mucho.

-No te preocupes Bruno, yo me quedo. - me miraba con esos ojos maravillosos... Daba gracias porque se quedara. Me guiño un ojo, yo me moria de amor.

-De acuerdo, pues vamos, acompañenme. - dijo el doctor señalando una puerta.

Me despedi de todos diendoles las gracias por todo lo que habian hecho por mi.

El resto de la terapia fue sencilla, yo estaba sentado en una camilla y un medico me movia las piernas de distintas maneras. Yo no notaba nada, la verdad...

Al terminar estabamos los dos, Marga y yo, esperando fuera sentados en un banco. Bueno, ella estaba sentada yo al lado con mi maldita silla. Saco un sandwich de su mocilla.

-¿Quieres la mitat? Es de tu preferido.

-Si porfavor, me muero de hambre.

Nos comimos los bocadillos y para matar la espera jugamos a "matar las moscas". Le habiamos puesto ese nombre al juego de darnos palmadas en las manos entre nosotros. Reiamos mucho porque yo iba con cuidado de no darle fuerte, pero ella me daba unos golpes... Siempre terminabamos los dos con las manos rojas.

Llega mi madre con el coche, nos subimos los dos y nos vamos del hospital.

Metodo de superacionDonde viven las historias. Descúbrelo ahora