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Capítulo Dos.

  —Oh vamos, Susan, tienes que ir ahí y decirle a Tony que sí quieres ser su novia, ¡Mira no más como te observa?

Negué con la cabeza al mismo tiempo de darle una mordida a mi sándwich, Elena había insistido por 10 minutos que vaya ahí, me acerque a Tony y le diga que acepto ser su novia. Tony Eilish la persona más amable que podías conocer, honesto, respetuoso y responsable, tal vez era por eso que todas las chicas de mi colegio se morían por andar con él, sin embargo, él era un mujeriego de primera. Tony y yo nos habíamos conocido desde primero, eramos muy grandes amigos hasta hace una semana que él se me había declarado su amor adolescente por mí lo cual yo indignada me había alejado de él.

Desde ese día no cruzamos palabra alguna o mejor dicho, yo no le había dirigido la palabra mientras que él me intimidaba con sus estúpidas miradas de enamorado lo cual es demasiado incómodo porque resulta extraño que un día estés leyendo memes con tu mejor amigo y al día siguiente él quiere leer Romeo y Julieta, aún cuando sabe que esa novela es más cliché que rayita en wattpad.

  —Yo no quiero ser su novia, El, sabes lo que pienso sobre las relaciones de la juventud.

—¿Qué son clichés y estúpidas?

—Exacto y lo más tonto es cuando termina: Resulta que las chicas se sienten tan adoloridas que se quieren cortar las venas con unas galletas Marías  por el dichoso amor. Pero, ¿sabes? No entiendo porque las personas se aferran en que el Amor es malo y piensan que cuando se enamoran pierden... No, hay que ser inteligentes en ese aspecto. El amor es la cosa más maravillosa que el ser humano puede experimentar porque no necesariamente te tienes que enamorar de tu pareja para saber que se siente el amor, el amor puede ser el que sientes por una madre, un padre, un hermano e inclusive una mascota. Así que no hay que confundir el amor con el desamor, porque el amor no tiene la culpa de que hayas elegido a la persona incorrecta. 

Elenase había quedado callada por un momento, parecía pensativa como sí buscará algún pretexto para sacarme de mis casillas. A los pocos minutos alzó la mirada junto con una sonrisa malvada.

 —¿y qué hay de Finn Wolfhard? ¿Eh? ¿Acaso me vas a negar que no te gustaría ser su novia?

Abrí los ojos por completo, eso sí no lo venía venir e inclusive unos cuantos memes se me cruzaron por la cabeza. Hacía tiempo que Elena y yo no  habláramos de Finn, aunque yo pensará en él todos los días, mis manos inconscientemente empezaron a jugar, como si llevarán  cabo una guerra de dedos, mis ojos buscaban algo que ver, sin embargo ya lo habían visto todo.

   —Eso es distinto...

Ella rodeó los ojos.

—No me salgas  con eso, las dos sabemos perfectamente que la única persona  que puede hacer que salgas de tu círculo realista es él y no me digas que no es así, porque las dos somos mejores amigas y te conozco como la palama de mi mano.

   —Finn no es mi punto débil.

—Eso dice tu cabeza, pero tu corazón dice todo lo contrario —Elena sacó su celular de su bolsa de lado, lo desbloqueó al mismo tiempo de meterse en Google y empezar a buscar algo, en sus labios se formó una sonrisa al haber encontrado lo que buscaba. Me tendió su celular el cual tomé con cuidado, pero mis ojos no supieron si vieron bien al ver lo que se encontraba en pantalla.

Era Finn Wolfhard junto con un par de chicos y una chica quien estaba semi-pelona. En la descripción decía que eran parte de un elenco para una serie titulada Stranger Things, la cual se estrenaría en esté mes.

— No quería decírtelo, Sus,  me había topado con esa noticia desde hace unos meses atrás y no sabía sí decirte o no porque eso te traería tristes recuerdos, pero tarde o temprano lo sabrías

Él me lo había dicho y yo no le había creído.

Él fue tras su sueño y yo no estuve a su alado como se lo había prometido.  

   —Sus ¿Te encuentras bien?

Preguntó Elena, le tendí su celular mientras que mi mirada se encontraba perdida.

   —De por sí estar en esa casa me trae recuerdos y sí, estoy bien.

   —Pero ¿Acaso no te importa lo que haga él? 

—Dirigí mi mirada hacía Elena y dije con suma seguridad. 

   —A él no le importó lo que yo hacía, así que no debe de importarme lo que él hace de su vida. 

Dicho esto último, las dos guardamos silencio y seguimos comiendo.