He estado viendo constantemente el portarretratos, memorizando cada imagen tuya, quizás porque estoy casi seguro que las personas mienten pero las fotos no. No sonríes en ninguna, pero está siempre presente esta luz sobre ti que te hace diez veces más hermosa de lo que en realidad eres, y no digo que no lo seas, pero supongo que más o menos entenderás a lo que me quiero referir.
Escribo esto como testimonio propio de lo que eres. Las personas no creen mucho en ti, yo tampoco lo hacía, incluso puede que a pesar de lo que vaya a decir habrá quienes se mantengan escépticos, pero supongo que eso no te importa después de todo.
Te recuerdo como el otoño que recién empieza cuando estas enferma y la primavera infinita en tus mejores días, pero jamás como el verano o el invierno porque no eres así de extremista.
Conocí a Christina en la fiesta que dieron mis padres en verano, yo la mire y ella me sorprendió mirándola, su cabello oscuro y lacio pasaba de sus hombros, y sus ojos eran los más azules que había visto. Ese día hablamos toda la noche, ese verano lo viví como ningún otro, y una noche antes de que comenzaran las clases y acabara el verano le pedí que fuera mi novia, nunca la vi tan nerviosa como cuando dijo “no se besar”, entonces le sonreí y le dije “yo tampoco” y me sonrieron sus ojos y me tembló hasta el alma.