Prólogo

10 2 0
                                    

Marzo 23, 1996.
Indiana, Estados Unidos

—Señor Fields, ¿Está usted seguro de que esta idea dará frutos? No quiero tener problemas legales—confesó el hombre de traje acercándose a la zona donde el doctor se encontraba trabajando. El mismo levantó la cabeza para analizar con nervios a quien le hablaba.

—No se preocupe señor, tan solo se verá como una pequeña mancha de nacimiento—dijo riendo con inquietud. 

—Creo que no es necesario repetirle que debe hacer su trabajo correctamente, no queremos cargar con errores que nos manden a un abismo. Si logra cumplir los requisitos planteados tendrá su recompensa como acordamos—respondió el hombre de traje. 

—Tenga por seguro que no habrá problema alguno, el chip es introducido bajo la piel de los bebés con muchísimo cuidado, es por eso que quizás demore más de lo pedido. Una vez dentro simplemente se activa. Me encargué de encontrar un lugar donde no afectara la zona interna de los niños, estará puesto en el bíceps izquierdo. Todos en el mismo lugar.

A la vez que el veterano le informaba al superior lo que haría, procedió con los pasos introduciendo el pequeño aparato bajo la piel de los bebés que dormían profundamente gracias a la anestesia general que se les aplicó. 

El hombre observaba con desinterés las acciones del contrario, no le importaba como lo hiciera simplemente quería que las cosas salieran como fueron planeadas. Suspiró con aburrimiento. 

—Haga su trabajo y cuando termine llámeme, le daremos su recompensa para que se marche. Pero, haga las cosas bien Fields, no haga que me arrepienta de la confianza que le brindé. Sabe lo que puede llegar a pasar... ¿Está claro?—el doctor asintió repetidamente—. Que tenga un buen día. 

Seguido de sus palabras dio una mirada sobre el bebé y comenzó a caminar hacia la compuerta, un aparato a la derecha pedía una contraseña, el hombre marcó rápidamente unos números y ésta se abrió hacia un costado. Segundos después tan solo yacía el doctor en aquel frío laboratorio. 

Las luces iluminaban aquel espacio. Las paredes blancas le daban un toque macabro a la situación en la cual se encontraba. Una sonrisa de placer se dibujo en el rostro del doctor al contemplar uno de los niños que con ternura reposaba en la incubadora. Una frazada rosa lo cubría, era una pequeña niña inocente que era una de las protagonista de los acontecimientos que vendrían.

El pecho de la niña subía y bajaba con normalidad. Fields sacudió su cabeza al imaginarse la vida trágica que llevarían. Sabía que aquello no era un juego, que tanto el como las criaturas corrían peligro.

Observó sus pequeñas manitas, aquellas que habían sido diseñadas para cocinar en un futuro. Contemplo sus diminutos labios, aquellos que se crearon para besar. Por último visualizo a la pequeña en un futuro lejano. Le causó escalofríos el solo pensar en que su vida normal terminaría de un instante, dejaría toda atrás; padre, hermanos, pareja y todo lo que conociera.

Él hombre dejo sus pensamientos de lado y decidió terminar por una vez con el proceso. Dejo sus guantes celestes de látex y avanzó hacia la puerta. Se acercó a ésta y le sacó el seguro para salir con recelo. Miró por última vez aquella habitación fría, mojó sus labios y suspiró.  La puerta se cerró ante sus ojos causando un estruendo que erizo su piel.

Al cabo de unos segundos de procesar el momento, metió las manos en los bolsillos y optó por llamar al hombre de voz gélida, al causante de tal desastre.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Aug 31, 2017 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

ENIGMA Donde viven las historias. Descúbrelo ahora