Prologo 0.1

12 2 0
                                    

Prologo

40 días luego del incendio.

Una campana se escuchaba por las solitarias calles de cierta ciudad, se trataba de la "alarma" de una escuela, la cual indicaba que era hora de ingresar a clases. 

Corriendo a gran velocidad, una chica se aproximaba a con todas sus fuerzas para atravesar las puertas principales antes de que las cerrasen.

Frente a ella, una señora que entraba a su quinta década se preparaba a cerrar las grandes puertas de rejas que daban al establecimiento. Sin una pizca de amabilidad la mujer al ver como corría la muchacha no realizo acto alguno a detenerse por ella.

-Señorita Müller, nuevamente llega justo a la hora- la reprimía la mujer.

-Maldita bruja, ni siquiera te detuviste -pensó- Perdóneme profesora Miller, perdí el metro esta mañana así que tuve que tomar un autobús.

-Si tuviera una moneda por cada vez que he escuchado esa excusa de su parte...

-Supongo que podría jubilarse... 

-Pase rápido.

-Gracias profesora.

La muchacha, más tranquila, caminó con calma hacia la entrada del edificio, pero la profesora detrás de ella le obligo a apresurarse. Aún agitada por todo lo que había tenido que esforzarse para llegar a tiempo, agilizó su paso para entrar rápidamente a la escuela.

Ondeando su cabellera rubia observaba su cuerpo frente a las puertas de vidrio, observando a alguien tras estas. Un joven de cabello blanco se encontraba allí, tomando sus cosas del casillero, las sacaba lentamente.

La muchacha feliz se apresuró incluso más, cruzando el umbral de la puerta llegó al lado del chico.

-Hola Sylvain- dijo saludándolo con una sonrisa.

Sylvain era uno de los mejores amigos de la chica, desde que lo conoce ha tenido una apariencia seria y casi sin emociones, a pesar de eso, era la persona que le gustaba desde hace ya casi 3 años; por lo que verlo a primera hora del día la hacía muy feliz.

El joven volteó la mirada hacía la chica y la saludo con una sonrisa amable- Hola Katherine.

La muchacha se exaltó por la repentina forma de saludar, aunque no negaba el hecho de que la hacía feliz que él tomara la iniciativa, por otro lado le parecía extraño de que estuviera de tan buen ánimo, y por sobre todo que sonriera tan abiertamente, durante todos estos años solo lo había visto sonreír una vez... y fue para calmarla.

-¿Estás bien?- preguntó acercándose.

-Por supuesto- le respondió el chico- mejor que nunca.

El chico siguió acercándose a su amiga, arrinconándola contra los casilleros.

Ambos chicos se encontraban a muy poca distancia el uno con el otro, y el joven con un delicado movimiento desabrocho el primer botón de la camisa de la joven.

La acción de Sylvain provocó una vergüenza inmediata en la joven, que retrocedió inmediatamente, chocando contra el casillero; protegiendo su pecho y muy ruborizada.

-¿Qué, qué, qué, qué estás haciendo?- dijo muy nerviosa.

-Pensé que necesitabas refrescarte un poco- dijo con una sonrisa y calma inigualable, como si nada hubiera pasado- me adelantare a clases. Deberías ir al baño a refrescarte un poco.

¿Qué le pasa a Sylvain hoy? Está muy extraño. Pensaba la chica aún ruborizada.

Sin percatarse de la llegada de la profesora, observaba como su amigo desaparecía al girar por el pasillo.

-¡Señorita Müller! ¿Qué está haciendo todavía aquí?

Katherine saltó del susto, latiendo a mil por hora su corazón.

-Vaya inmediatamente a clases.

-Discúlpeme- decía la chica corriendo hacia su aula.

Al llegar a clases esta ya había comenzado, por lo que paso avergonzada a su banco ubicado en el penúltimo puesto del lado de la ventana. Sylvain se encontraba prestando atención a la lección ya que el profesor no se detuvo por la llegada de la chica, a una fila y unos cuantos asientos más adelante.

A un lado de Katherine se encontraba un joven de cabellera rubia y despeinada, se trataba de su otro amigo, Adrián Jäger, a su vez, se trataba del mejor amigo de Sylvain. Por lo general ambos se llevaban bien, pero el chico siempre se pasaba molestándola por su amor no correspondido.

La muchacha suspiro hacia el interior, tratando de obviar la sonrisa burlesca de su amigo Adrián.


El día de hoy era viernes, por lo que como de costumbre el día paso con rapidez, y antes de que los alumnos se dieran cuenta ya terminaban las clases de aritmética y daba paso a la hora de almuerzo.

Una vez la profesora salió del salón, Katherine se recostó en su pupitre completamente exhausta, apoyando su pecho sobre su mesa.

Desde aquel lugar, la chica observaba como Sylvain coqueteaba con un par de chicas, puestos más adelante.

Esas chicas eran compañeras familiares, la de cabello castaño y figura delicada se trataba de Anastasia, una de las amigas de la infancia de Sylvain junto a Adrián y la otra muchacha, la cual era Katrina, la rival en el amor de Katherine, una esbelta chica de cabello negro.

-Cuidado chica, asesinas con la mirada- decía un chico apoyado el codo en la mesa conjunta.

-Adrián...- fulminándolo con la mirada.

-Vaya, no imagine que estarías tan molesta.

-No estoy molesta.

-Si claro. Si quieres puedo ir y detenerlo.

-¡Ni se te ocurra!- deteniéndolo, pero el grito que dio alertó a todas las personas del salón.

El silencio duró tan solo unos instantes, inmediatamente los jóvenes en el aula siguieron hablando entre ellos y comiendo sus sándwich, mientras que otros se retiraban a la cafetería para comprar algo de comer.

-No era necesario el grito- con tono de burla.

-Oye Adrián. ¿Sabes qué le pasa a Sylvain hoy?

-No, aunque si me lo preguntas...

-¿Qué?

-Hace tiempo que no lo veía tan feliz. No me digas que prefieres al Sylvain aburrido- volviendo a su tono burlesco.

-No es eso.

-Vamos, la muerte de su hermana hace años lo cambió. Es bueno verlo feliz después de todo este tiempo.

-Tienes razón- dijo la chica con una sonrisa.

-Bueno, todos hemos cambiado un poco después de lo de hace un mes.

-Decir un poco es poco- decía la chica observando su mano izquierda.

Mientras los jóvenes estudiantes disfrutaban de su periodo libre, en otro lado de Ciudad Sable un hombre de alrededor de 27 años se arrastraba por las paredes de un callejón, ocultándose en la oscuridad.

-Espero que disfrutes estos últimos momentos, porque después no podrás- con una maquiavélica sonrisa.

Libro de Habilidades Vol 1Where stories live. Discover now