2. El Golfito.

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2. El Golfito.

N-no... no —mis palabras se quedaron en mi garganta como un suspiro retenido, mientras veía como los maniáticos ojos de aquella cosa me miraban agraciados.

—¿No qué?

Tomé respiraciones entrecortadas intentando despertar de esta pesadilla, estaba segura que lo era, él no se estaba acercando lentamente a mí con esa cuchilla, yo no estaba acá. Yo estaba en casa.

Yo estaba en casa.

Yo estaba en casa.

—¡No! —grité a todo pulmón y lancé una fuerte patada al chico en su parte baja.

—¡Mierda! —se quejó retorciéndose un poco en el suelo.

Tomé la oportunidad para respirar fuerte y correr por su lado hasta llegar a la puerta principal y correr por toda la calle avisando que hubo un asesinato en esta misma casa. Correrían a buscar el culpable, lo matarían ahí mismo, estoy segura.

—¡Tú no te mueves de acá! —el chico atrapó mi tobillo causando que cayera de cara al suelo, golpeando mi cabeza con una mesita de café.

Gemí tocando mi cabeza con una de mis manos, un dolor punzante en mi cabeza causaba que tomara más aire de lo normal para no llorar con más fuerza. Mi cabello se sintió húmedo y noté como mis manos se manchaban de sangre. Comencé a mirar a mi alrededor, viendo como aparecían círculos negros por todas partes, se prendían y apagaban, el chico comenzó a verse borroso, mientras que lentamente se acercaba arrastrando con su cuchilla en mano.

—Ve a dormir, Kayla —susurra su grave voz cerca de mi oído.

Dejé de luchar lanzando mi cuerpo hacia atrás, no valía la pena seguir, él era más fuerte que yo y si oponía resistencia solamente significaría su entretención.

Su cuchilla hizo contacto con mi piel, trazando una figura cualquiera, notaba como mi piel lentamente se abría escociendo el alrededor. Iba a morir.

Hoy iba a morir, a mis diecinueve años iba a morir.

Solamente me hubiese gustado pasar mis últimos momentos junto a mis padres, a mi familia. Deseaba poder estar con Mary y Cameron, solamente necesitaba recordar los bonitos últimos momentos que las personas más importantes me dieron. Solamente eso.

Que mala decisión por mi parte el no querer acompañar a mis padres en un día tan especial, que mala decisión tuve al no querer ir con Cameron a ver sus nuevos videojuegos, que mala decisión ser Kayla Lane en estos momentos.

La habitación se iluminó con luces rojas y azules parpadeantes, mis oídos estaban sordos debido a la pérdida de sangre, mi vista estaba nublada y mis sentidos estaban apagándose uno a uno, como un pequeño juguete al cual las baterías desgastan, tortuosamente apagando cada centímetro de mi ser.

Vi como el chico se mostró molesto y desesperado, ni siquiera podía dar una respuesta lógica, no podía pensar, sentía como los engranajes de mi cabeza se oxidaban al paso del tiempo, parándose y evitando seguir adelante. Estaba muriendo lentamente.

El chico me tomó en sus brazos y corrió por lo largo de la casa, cubriendo aún más su rostro con su cabello y su capucha. Miré como una persona a lo lejos nos observaba casi sonriendo.

Cerré mis ojos cansada, esperando a que la muerte me lleve, aunque, de cualquier manera, estaba en los brazos de ella.

Al abrir los ojos sentí como el frío golpeó mi cuerpo, luego de eso, volví a cerrarlos. Y al abrirlos de nuevo vi como el chico se paseaba en mi habitación tomando su cabeza, moviéndose rápidamente a la ventana. Las luces parpadeantes iluminaban su horroroso rostro.

Dulce blasfemiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora