Capitulo 10-Carta a Peter

917 66 18
                                    

Lali escribo una carta a Peter.La cual Andres se la hizo llegar por correo


Me culpo por quererte,
por inventarte,
porque sin mi imaginación no eras nadie,
pero creí que ya nadie había para mí.

Me culpo por quererte,
me culpo por creerte,
tú hablabas de cuidarme,
no lo hacías,
pero con tus palabras ya me sentía protegida.

Tú me hablabas de amor,
no lo hacías,
pero con tus palabras ya me sentía amada.

Me culpo por conocerte,
porque yo accedí a ti.

Yo tan pequeña, tan tonta, tan ilusa y tan ingenua,
tú tan grande, tan maduro, tan perverso y tan infame.

Viste en mi esa pequeña gacela deslumbrada ante la luz de una lámpara a mitad de la noche,
pasmada ante el golpe de tu disparo,
cayendo en las garras de tu trampa revestida de palabras que sabías que quería escuchar.
Yo no tenía a nadie,
lo sabías sin siquiera indagarlo,
se me notaba en mi desesperada búsqueda de ti.

Yo era lo que no sabías que buscabas, dijiste.
Yo te hice sentir lo que en más de tres décadas nadie te había causado, dijiste.
Porque yo era tan hermosa y tan dulce
como caramelo reluciente,
y tú tan muerto de hambre desde no sé cuándo.

Me culpo por quererte,
me culpo por creerte,
por pensar que sería una cita de café,
donde seguramente me preguntarías
si me gusta el amarillo o el rosa,
si prefiero las peonias o los girasoles,
el mar o el bosque,
loa besos o los abrazos.

Tonta yo, que me puse un vestido a rayas porque era lo mejor de mi guardarropa,
tonta yo que usé los tacones más altos para que te alcanzaran mis brazos,
tonta yo que nunca pensé que tendría que correr.
Tonta yo que pinte mis labios de rojo cereza,
tonta yo que solté mi cabello,
tonta yo que usé ese perfume con notas de fresa.

Yo era un banquete para las bestias.

¿Dónde estaba aquel café?
¿Dónde estaba aquel hombre que me miraba con dulzura?
¿Quién era el que conducía el volante?

«Cierra los ojos,
cierra los ojos,
es una sorpresa»

Una parte de mí quería correr,
la otra aún te quería creer,
porque no podías dañarme,
tú no lo harías.
Tú me querías ¿verdad?

Dejé de reconocer las avenidas,
mi corazón latía de prisa,
«no temas,
no temas».

Me culpo por creerte.

En medio de nada,
cuando el sol se metía entre las montañas,
un rayo besó mis ojos,
un pequeño calor bailarín me hizo erizar la piel,
quería gritar,
pero era tarde,
yo tenía la voz ahogada en algún abismo,
con el corazón corriendo el maratón más largo de su vida,
con el miedo haciendo fiesta en todo mi cuerpo,
me tomaste como si fueras un león embravecido,
me golpeaste como si yo pudiera herirte,
yo ni fuerzas tenía,
me sujetaste como si fuera a escapar,
no tenía a dónde ir,
me mordiste,
me lastimaste,
estallaste mis cristales,
robaste todo lo que guardaba entre cerrojos.

Fui un sitio de derrumbe y desolación,
Hiroshima y Nagazaki
fueron mis pechos destruidos,
las torres del 11 de septiembre fueron mis muslos.
Mi paraíso era un huerto marchito.

Dejé de pertenecerme,
dejé de encontrarme,
yo morí en tus pesuñas,
míralas y seguro que me encuentras.

Sigo sin reconocer mis propios dedos,
no puedo volver a sentir caricias,
no puedo comer sin sentir náuseas,
no puedo bañarme y sentirme limpia,
no puedo usar ese vestido a rayas,
no puedo usar esos tacones,
no puedo sentirme feliz de ser mujer,
no puedo confiar
porque a ti te creí y...
me mataste.
Sigo con vida
y ese es el peor asesinato de la historia.

Te fuiste,
pero sigues en mi cabeza,
volviendo como pesadilla,
en siete de cada diez sueños
vuelves a lastimarme,
a jurar que acabarás conmigo,
con los pocos brotes que sobrevivieron la avalancha.

Siete de cada diez sueños vuelves a lanzarme por el abismo,
tres de cada diez sigo buscándome en ese abismo, gritándole a ese cuerpo que resista,
que iré por él en cuanto deje de rascarme los poros.

No sé si sigas vivo,
no sé si puedas dormir o verte al espejo,
porque yo no puedo,
día a día lucho por reconstruirme,
por buscar las piezas que perdí en las calles,
pero siempre estás tú,
no puedo volver a querer porque regresas,
nadie puede tocarme
porque se convierten en tus manos,
nadie puede mirarme
porque son tus ojos,
nadie puede amarme
porque ya no le creo.

No puedo ponerme la mano en el pecho,
porque hasta de mis manos tengo miedo.

Soy ruinas,
pero fui imperio.

Arrancaste las flores,
pero no la raíz,
volveré a florecer.

«No me amas»

no me mires con esos ojos,
ya lo has hecho antes,
solo quieres convencerme y que ceda a ti,
a tus palabras,
pero a esto no puedo,
porque sé que no es cierto,
no me amas,
porque yo no lo siento,
te escucho y no me revienta el pecho,
no me eriza la piel,
no me hace sonreír
porque no lo sientes realmente.

No soy experta en esto,
no puedo decir que he amado cientos de veces y tener fundamentos más firmes,
pero cierro los ojos y te sigo viendo lejos,
no me amas,
y cómo quisiera mentirle a mi corazón,
que lo que dices
en verdad es cierto.

Creí ser la única...

yo creo muchas cosas, con decirte que sigo pensando que Antoine de Saint Exúpery tal vez si conoció un pequeño extraterrestre al que decidió nombrarlo "el principito". Me tomé tan enserio su dibujo del sitio donde lo vio por última vez. Yo soñaba viajar a África y encontrarlo, pero de esto no vengo a hablarte, solo es un preámbulo para que entiendas mi nivel de ¿qué? ¿Ingenuidad? Tal vez, tal vez...

Creí ser la única, digo, nadie espera que su función en el mundo sea el de ser un atuendo que utilizas los viernes por la noche o la cabeza de un animal en una sala de exhibición... no éramos objetos... éramos corazones.

Era Cristina, con quien bailabas toda clase de canciones, hasta las que no se bailan, a la que le decías que estabas ocupado los jueves, y tal vez no mentías, si estabas ocupado contando los lunares de Rosa.

Era Beatriz, quien te dijo que eras el dueño de sus sueños, le respondiste que ella también lo era, aún cuando esa noche dormiste con Victoria.

Era Bris, quien le prometiste un anillo y llevarle al altar, pero ni siquiera le contaste de tu agnosticismo, y por supuesto tampoco le contaste que ese anillo también se lo habías prometido a Anel.

Era yo, la que siempre huyó del amor, la que te dijo que no creía en eso, pero tú le demostraste que existía, para después enterarse que no era la única, que habíamos más decorando tu agenda, yo era la de los domingos, a quien le robaste las alas, yo, la que aún sabiendo que las robaste, enmendó tu error regalándotelas.

Era yo, el nombre que usaste como trofeo, como los cazadores que se sienten victoriosos a lado de un ser vivo, que poco a poco se apaga por haber caído en la trampa, eso fui, un alce confundido a mitad de la noche. Una piel en exhibición en una recámara, un estandarte que levantas para decir "cayó lo inquebrantable".

No éramos coleccionables,
éramos corazones.

No sé qué duele mas,
haber creído conocer amor,
o haber visto mi nombre junto a otras seis,
y que aún con la lista enfrente
siguieras diciéndome
que yo era la única.

(casi volvía a creerte)

Ojala Dios te de la paz suficiente de perdonarte y entender tu error y de ser mejor persona

Ojala el tiempo nos ponga en el camino y lugar correcto.Porque pude perdonarte pero no odiarte ni mucho menos olvidarte ni a ti ni el daño que me has causado

De corazon ojala que seas feliz y que te entiendas..Fuimos el amor correcto en el momento equivocado..

Gracias por todo lo anterior vivido y también por lo malo me han enseñado a mejorar como persona,mujer y novia

Pude perdonarte pero no olvidar el daño..Ojala seas feliz de todo corazón..Y que la paz reine en ti

Te estima Lali

Amiga Traidora - Laliter/Lalico/EugeterDonde viven las historias. Descúbrelo ahora