Estoy rodeada de gente. A mi espalda una pared. Todos me miran divertidos. No sé qué quieren. Tengo miedo. Es de noche. Estoy temblando y calada por la lluvia. Hay pocas farolas y no iluminan demasiado.Creo que los conozco, no estoy segura. En estos momentos tengo ganas de correr y huir. Tengo ganas de estar en mi casa. No quiero más que la pequeña libertad.Alguien de todos los que me rodean se acerca, me coge de la melena y se acerca a mi oído. Yo no digo nada. Sufro en silencio (como siempre). Me susurra "Oye, que guapa te has vuelto con el tiempo eh, ahora tengo ganas de echarte un polvo, guarra". Le recuerdo, José,compañeros de clase. Siempre me insultaba por fea y por gorda, o eso decía él que era. Hacía mucho que no le veía, que no sabía de él. Pero estaba claro que seguía siendo el mismo cabrón de siempre. Se acercó a besarme y le di una patada en el estómago, porque apunté mal. Me respondió un amigo con un bofetón y un escupitajo. Quería correr. Solo llegué a dar dos pasos y dos chicos me agarraron por los brazos. "Esto solo me lo merezco yo"Pensé. Me intente desasir entre esos dos. No pude. José se acercó otra vez a mí, y me besó. No pienses que fue como un beso romántico. No. Fue bruto, cerdo. Sus amigos se reían y aplaudían. De la fuerza, me dio contra la pared y le mordí la lengua. En forma de respuesta me agarraron sus amigos, más fuerte de los brazos y José me empezó a dar puñetazos en el estómago. "Tío te estás pasando. Déjala ya" Dijo un chaval. Yo ya no podía ni abrir los ojos anegados en lágrimas. "Toda tuya Raúl. Toda tuya" Dijo José. Ya paró de pegarme y los dos amigos me soltaron los brazos. Mis piernas ya no me mantenían de pies. Me caí al suelo.Oí muchas risas. Me faltaba aire. La lluvia no ayudaba a que me pudiese levantar. Alguien me cogió de la barbilla y me obligo a mirarle. Ojos dorados.Melena leonada. No se parecía a los demás. Solo me dijo "Es una tontería preguntarte cómo estás viendo lo que te han hecho. Vamos" Me agarró de la mano y se lo colocó mi brazo detrás de su cuello. No podía hablar,casi no podía ni respirar. Me dolía cada músculo. Me dolía el alma. Odiaba a todo el mundo, excepto a él. No sabía a donde me llevaba, pero pudo sacarme de allí. La gente nos abría paso. Le abucheaban. Supongo que esperaban que me iba a dar otra paliza. Una vez alejados me dejó su móvil y pude llamar amis padres y decirles donde estaba. "Gracias" Pude balbucear. No sé si me oyó, pero cuando vio el coche de mi padre se marchó y no volví a saber nada más de él hasta que empezó el instituto.
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La puerta de lis
FantasyUna aventura fantástica en un mundo real, donde ella decide cuando ser y cuando dejar de serlo.