CAPÍTULO TRES

84 18 12
                                    

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.


    Llegó por fin el verano, la ilusión y el deseo de volver a verte.

    Tenía quince años, casi recién cumplidos y me sentía la chica más feliz del mundo porque estaba enamorada.

    Cuando te volví a ver después de tanto tiempo...el corazón me dio un vuelco, las piernas comenzaron a temblarme, creí que me iba a desmayar.
Pensé que después de tanto tiempo ocultando un sentimiento, este podía sucumbir en silencio, pero me equivoqué, porque te quería de verdad.

    Apenas, te había saludado aquella tarde cuando mi hermano mayor me envió directa a casa, me sentí tan ridícula que me fui. A pesar de los impedimentos, mi amiga y yo seguíamos viéndote los fines de semana y revoloteábamos como mariposas adolescentes y enamoradas a tu alrededor.

    Formábamos un extraño triángulo amoroso difícil de descifrar, tanto, que ambas te confesábamos al unísono nuestro amor, y tú, para nuestra sorpresa, confesaste sentirte atraído por las dos. Era difícil la elección, por lo que sugeriste quedar para él siguiente fin de semana y decidir.

    Cuando llegué tarde aquel domingo a la cita y os ví besándoos... se me cayó el alma a los pies, me eché a llorar sin poder remediarlo, me sentí culpable por no haber llegado antes, y sobre todo, por no ser yo a quién estabas besando. No había consuelo para mí, ni tus palabras de cariño consiguieron ahogar mi llanto, tan hondo era el dolor de la desilusión...

    Intenté olvidarte, me distancié, busqué la compañía en otros brazos, pero... no hacía más que engañarme.

    Nos volvimos a encontrar en otra fiesta, solos tú y yo. Te hablé de mis sentimientos heridos, de mis ilusiones destrozadas (quería que fueras tú quién me enseñara a besar).

    Era un cinco de septiembre y llovía intensamente. Allí comenzó mi larga andadura por la ruta del amor. En la noche... perdidos tú y yo. Buscando en la penumbra algún ricón, propicio a nuestro amor. Paseamos juntos por las aceras solitarias de gentes vagabundas, bajo la intensa luz de un farol.

    Hablamos de nosotros, riéndonos. Sentimos en nuestra piel, esa extraña sensación de los seres que se aman en silencio por temor. Entonces, una leve lluvia comenzó, calándonos la ropa, nos mojó. Fue entonces Amor mío, cuando sucedió...

    En la cola del autobús, perdidos entre tanta gente. Nos unimos, y abrazados, intercambiamos mi primer beso de Amor.


Firmado por la autora Athenea23.

¡OJALÁ QUE TE VAYA BONITO!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora