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ㅡ ¿Sois los nuevos?

Los cinco muchachos sentados en las butacas del recibidor de la comisaría, elegantemente vestidos con sus respectivos uniformes, se levantaron al unísono, como accionados por un resorte, en cuanto escucharon aquella voz, dirigiéndose a ellos. Alguien tragó saliva. Frente a los jóvenes, un muchacho de alta estatura, cabellos castaños y ojos rasgados. La sonrisa que se dibujaba en su rostro, enternecido ante la reacción nerviosa de los presentes, hizo que esos ojillos pequeños y almendrados se convirtieran en dos adorables medias lunas. Ninguno de los cadetes era capaz de entablar contacto visual directo con él, salvo uno. Era el más alto de los cinco, con diferencia; seguramente, estaría cerca del metro noventa, si no lo superaba. Al ver la sonrisa que el oficial que había salido a recogerlos mostró, se mordió el labio inferior, de manera disimulada.

ㅡ Tranquilos, chicos. Yo también estuve en esta situación no hace mucho, sé lo que se siente. ㅡmientras hablaba, mantenía esa sonrisa suave y amable, buscando calmar los naturales y más que comprensibles nervios de los jóvenes. Tras el comentario, abrió la carpeta que llevaba bajo el brazo, comprobando en uno de los tantos folios que allí dentro había algoㅡ. Comenzaré por pasar lista.

Tal y como los fue nombrando, por ese mismo orden y tras los pasos del muchacho castaño, caminaron hacia el interior de la comisaría. Allí, en una amplia sala con varias mesas, separadas por paneles, había de todo. Algo que llamó la atención de los muchachos fue que la gran mayoría de la gente que allí estaba no vestía con el mismo uniforme que ellos mismos llevaban desde que se lo habían entregado en la academia, sino que vestían con ropa de calle. Tan solo ellos, el oficial que iba frente a ellos, y alguna excepción más llevaban claramente el uniforme que los acreditaba como policías. Recorrían el lugar, mirando a su alrededor con avidez, como si no hubieran estado en una comisaría en su vida.

ㅡ Mi nombre es Kim Inseong, y a partir de hoy seré vuestro instructor. Supongo que sabréis que somos una comisaría pequeña, en un distrito pequeño de un barrio apartado, pero espero que os sintáis cómodos, y no tengáis miedo de preguntar dudas. También sois conscientes de que no todos los que estáis aquí hoy vais a pasar el periodo de prueba, aun así, yo seré el encargado de estos meses de entrenamiento.

No eran necesarias más presentaciones. Inseong repartió las tareas para cada uno de los chicos (a grandes rasgos, no eran más que ser el ayudante de los oficiales, en temas de papeleos y pequeños incidentes, como robos de enseres personales o multas de tráfico), tras haberlos guiado por las instalaciones de la oficina. Esta no era muy grande, a decir verdad, y al estar abierta, se podía ver todo si dificultad, así que esa pequeña guía fue más bien para presentarlos al resto del personal y los que iban a ser sus compañeros y jefes esos tres meses de preparación.

La gran mayoría de los cadetes observaron con especial atención a los inspectores, el trabajo soñado por prácticamente todos los que entraban en la academia de policía, creyendo que sería algo fácil conseguirlo. Toda la culpa de ese auge en el interés general por ser inspector se debía a las series televisivas, que lo idealizaban todo, pero no serían los propios policías los que se quejaran de ello, pues estaban más que encantado con tantas peticiones de nuevos alumnos. Si tenía un fallo aquello era que, en muchas ocasiones, al final los alumnos abandonaban al no conseguir lo que ellos esperaban; la realidad que se encontraban era, en casos de comisarías pequeñas como aquella en la que estaban, que los casos más graves que se podían encontrar no iban más allá de peleas callejeras entre pandilleros. Aun así, todos los reclutas miraban a los inspectores con un brillo especial en la mirada. Todos menos uno.

Aquel muchacho de cabellos oscuros, peinados en estilo tazón, no perdía de vista al que iba a ser su jefe durante esos meses. Ninguno de sus movimientos se escapaba a su ojo avizor. Fue consciente de que se había quedado embobado cuando sintió sobre él las miradas de sus compañeros y, por supuesto, de aquel chico cuyos rasgos le recordaban a un pequeño zorro del desierto.

[RoSeong] FREEZE! 그대로 멈춰라!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora