Salió a correr, correr para no tener que pensar, para que el cerebro se oxigenase y dejase de volver una y otra vez a todo lo que le había ocurrido en las últimas semanas.
Él lo tenía todo tan claro, no entendía la dificultad que los demás podrían buscarle a la situación. Pero ya no había vuelta atrás, se había llegado a un acuerdo, una conclusión más bien y no se volvería a tocar el tema.
Pero...
Pero nada, había salido a correr para despejar la mente, no para dar más vueltas y vueltas y vueltas...
"¡Cállate!" Se gritó a sí mismo, mientras paraba bruscamente su carrera y se agachaba apoyándose en sus propias rodillas para coger aire.
Cuando se hubo serenado, se estiró y retomó su actividad.
A aquella hora de la tarde no mucha gente salía a correr, era temprano para los nocturnos y tarde para los que preferían el apoyo del sol durante su camino.
Pero a él le gustaba aquella hora, disfrutaba de la soledad del camino y podía acelerar, parar o incluso sentarse en un banco y recrearse en la horrible condición física que tenía aun saliendo casi cada día a correr, sin temor a que ningún otro corredor lo mirara con ojos de maestro de escuela decepcionado.
Pero aquella noche no necesitaba sentarse, no necesitaba descansar para coger aire, estaba acelerado, llevaba dentro mucha energía contenida y la carrera le estaba sirviendo para no saltar por los aires. Inspirar, expirar, inspirar, expirar, era todo en lo que podía pensar. Y parecía que le estaba funcionando.
Inspirar, expirar, un pie delante de otro, rodilla arriba, la otra hacia delante, sin pensar.El corazón se le aceleraba, pero seguía respirando, podía seguir corriendo, tenía que poder para mandar en su mente, su cerebro le respondía a lo que pedía, "sigue corriendo" se decía.
Y así estuvo durante largo rato, no sabía cuánto tiempo llevaba, ni había seguido una ruta específica, solo corría.
Pero cuando ese pensamiento cruzó su mente, ese pequeño instante en el que se preguntó hacia dónde lo habían llevado sus pasos, se dio cuenta de que instintivamente había corrido hacia el único lugar al que no debía haber ido.
Y por supuesto, allí estaba, frente a él a diez escasos pasos, había frenado en seco y casi pierde el equilibrio. Ambos respiraban entrecortadamente y ninguno era capaz de hablar.
Ian gesticulaba sin parar mientras cogía aire, gestos de disculpa, pensando, "yo, no quería, lo siento, no pensé...". Ni siquiera en su cabeza era capaz de poner en pie una frase coherente para explicar qué hacía allí.
Y ella... ella lo miraba alucinada, estiraba los brazos sorprendida, preguntándose cómo podía estar pasando aquello. Ian cogió una gran bocanada de aire y cuando estaba a punto de disculparse por fin en voz alta, Maya lo cortó:
- No te atrevas.
- Pero...
- He dicho... no... te... atrevas. Llegamos a un acuerdo, un acuerdo, ambos quisimos esto, ambos dijimos que era lo mejor y que buscar otra solución sería una pérdida de tiempo.
- Lo sé... - lo cortó. Y volvió a mandarlo callar.
- Esto es increíble, increíble. Te lo juro, no puedo entender qué coño estabas pensando para venir hasta aquí, no... no sé... de verdad... no...
Él se adelantó varios pasos, a lo que ella contestó poniéndose rígida y levantando ambas manos para mantener la distancia.
- Maya tienes que creerme, no ha sido mi intención, me he puesto a correr sin pensar y...

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Culpables
RomanceMaya lo tiene todo bajo control, lo tiene todo muy claro y no va a dejar que nada ni nadie la haga cambiar de parecer, o eso cree ella. Ian también lo tiene todo muy claro y está dispuesto a dejarlo estar, o eso cree él.