¡Empezamos!

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6:30

El despertador chilla como si fuera un alma lamentándose de sus pecados que cometió en vida. Malditas almas pecadoras. Malditos despertadores demoníacos, ¡Solo arrepiéntase! No los van a aceptar en el cielo, pero al menos no me van molestar en las mañanas.

Sin abrir mis ojos, suelto un suspiro de resignación. Otro día, la misma feria que ayer. Me levantó y voy directo hacia mi espejo. No es por ser vanidosa, ni nada, si no, que tenía que ponerme esa peluca de color café lo más pronto posible. Además de que debía ponerme esa redecilla para que la peluca no se ensuciara de sudor o de aceites naturales.

¡Ah, mi peluca! Tan desabrida, tan dañada que nadie que quisiera verse mejor se la pondría. Sin embargo, yo sí la quiero. Pese al aspecto desprolijo de mi pequeña, es una peluca asombrosa. Se ve natural y no parece ser cabello falso.

Aunque a veces me gustaría ir a la escuela con lentes de contacto, quitarme esa peluca de mal gusto y dejar suelto mi cabello corto, con esas puntas de color azul eléctrico que tanto me gustan.

Unos labios se acercaban con prisa hacia los míos, una barba rasposa rozó mi tierna piel... Lloré y todos decían cosas como "que lindura..."

Un escalofrío recorrió mi cuerpo. No volvería a sufrir esa tortura de nuevo. Bastante era que fuera la más inteligente de la escuela, la chica número uno en calificaciones, como para que siguiera llamando la atención con un peinado extravagante.

Lo mejor era que me siguiera escondiendo tras esos lentes gruesos, que siguiera sentándome donde a nadie le molestaba, y que siguiera evitando amigos innecesarios. Así que, me puse mi falda, que por poco no me llegaba a los tobillos. Hice una mueca, si por mí fuera la cortaría más arriba de la rodilla.

Negué con la cabeza de nuevo. Hoy era viernes. El sábado sería libre de faldas molestas, tontas clases y sobre todo de él.

Él estaba esperándome, como un buen acosador. Con su cabello rubio, ligeramente despeinado y su cara hermosa, que había sido elegida como la más sexy de toda la escuela, por la población femenina y parte de la masculina. Mientras yo salía de mi humilde morada, él ya estaba ahí.

Solté unas palabras inteligibles, antes de ponerme mis lentes gruesos y feos para tapar mi cara. 

No debía dejar que me viera bonita o si no, los acosos se multiplicarían. Era un chico, después de todo.

Mi querido acosador: Axeil.

— ¡Desiré! —Me gritó  con su voz que derretía a más de la mitad de las chicas del instituto y que a mí solo me producía unas ganas intensas de rascarme todo el cuerpo. Fruncí el ceño y me sonrojé a voluntad. Solo tenía que pensar cosas no muy aptas para niños que había visto y me sonrojaba. —Te ves tan linda sonrojada.

Un gruñido se escapó de mi garganta. Acosador, acosador. El más popular y mujeriego de la escuela, sin embargo, con esa sonrisita de enamoramiento artificial parecía hasta lindo.

— ¿Cuándo dejarás de acosarme? —formulé con un dejo de impaciencia. Llevaba cerca de dos meses con esto. Durante el primer mes lo había ignorado, logrando que él solo se fijara más en mí. 

—Jamás—canturreó el rubio, antes de darme un beso en la mejilla. Puse los ojos en blanco, ¿realmente creía que me iba enamorar nada más con eso? Corazón, no latas con fuerza, ah espera, no lo estás haciendo. 

—Vámonos de una vez—sentencié, después de empujarlo. — O llegaremos tarde.

— ¡Oh, mi linda Dessi! Siempre pensando en lo mejor para mí. —exageró Axeil, soltando un suspiro exagerado. — Eres tan bella, hermosa, preciosa…

La lista de adjetivos calificativos que definían mi persona continuó hasta que llegamos caminando a la escuela. La casa de Axeil estaba más lejos que la mía y sin embargo, él solía llegar más temprano que yo. Él me ganaba y a mí no me gustaba eso.

—Es un fastidio—murmuré con voz fría, olvidándome de que el chico a mi lado escuchaba cada palabra que yo decía.

— ¿Qué cosa? —preguntó curioso Axeil, antes de interponerse en mi vista. Joder, ¿por qué tenía que ser tan guapo? Sus ojos de color verde me apabullaron y su cabello rubio me deslumbró. Joder, joder, joder, todos los pensamientos se me fueron de la cabeza volando.

—Tú—le contesté sin rodeos. Al instante esas palabras hicieron que una depresión masiva se apoderada del cuerpo de Axeil, quien parecía emitir auras tristes y sofocantes a su alrededor. Casi podía ver una niebla de color azul oscuro rodeando su cuerpo. Por favor, que no haga lo que yo estoy pensando…

—Entiendo—murmuró Axeil, caminando de repente hacia un árbol— entonces, si soy un fastidio para ti, solo que me queda ir a la otra vida.

Uhm, si se suicida no es mi problema pensé, aunque en el fondo de mi ser me arrepentía que un humano con tan bellas facciones se fuera a morir. Oh bueno, al menos moriría joven. Yo quería organizar el funeral, sería interesante, ya saben, decir en el funeral:

“Él era un buen chico. Un acosador, eso sí. Pero pese a todo, era un buen chico, ya saben, con sus debidos problemas mentales… ¡pero buen chico! Y yo era su enamorada actual y seguramente tenía fantasías sexuales conmigo… ¡pero era un buen chico! En lo particular me gustaría que hubiera tenido tatuajes…”

El funeral seguro sería excelente… Ya me imagino las caras de los chicos y chicas, llorando porque no pudieron tener sexo con el antes de morir. Ese es el motivo por el que la gente llora después de todo.

— ¡Ese chico se quiere tirar de un puente! —chilló una chica. Sí, siempre tenía que ser una chica quien salvara el día. Solté un bufido e intenté ignorar la agudeza de los gritos. Mandarinas, esa chica podría llegar a ser cantante…

— ¡Oh dios mío! ¡Este tipo es demasiado guapo para morir, alguien sálvelo! —la voz de un chico agudizó mis sentidos inmediatamente. Así que un chico le estaba diciendo guapo, ¿Eh? Siempre podría usarlo como material para delirios dramáticos-románticos. Resignada, decidí que debía perdonarle la vida.

— Axeil, aquí —ordené con voz fuerte y severa. Inmediatamente, como si fuera un perro, el muchacho vino hacia mí con un aura de energía completamente renovada, ¿cómo rayos había llegado tan rápido? Masoquista. —No eres un fastidio, —declaré con la voz más empalagosa que pude crear. Que se lo crea, que se lo crea, rogué en mi interior.

— ¡Bien! — gritó de nuevo, alzando los brazos, el rubio que me volvía loca (¿en el buen o en el mal sentido?, ya ni sabía). Besó de nuevo mi mejilla, pero con más dulzura, haciendo que mis mejillas se tornarán de nuevo de color rojo, esta vez, real. Que rápido se reponía.

—Solo camina—susurré frustrada, antes de pegarle un buen zape y arrastrarlo hacia las instalaciones escolares.

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⏰ Última actualización: May 07, 2014 ⏰

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Esa chica de lentes.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora