1. Presente

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Tras mi ruptura con Kay tuve que dejar nuestro piso, bueno, su piso. El cuento de princesas había acabado. Mi madre siempre me había dicho que quién nacía pobre, pobre moría y que yo no iba a ser menos. La vida de lujo que él me había dado se había acabado. Yo no estaba hecha para él, él necesitaba a una de sus modelos, con su 90-60-90 y su nueva secretaria Kimberly fue la elegida.
Aunque durante un tiempo llegué a creer que me quería tenía que aceptar que todo se había acabado, que él seguía ahí en su dúplex en el centro de Nueva York y que yo... Bueno, que él se había olvidado de mí y yo había perdido esta guerra.

Alquilé una habitación en un piso de un barrio de las afueras de Búfalo en el condado de Erie. Mis compañeros eran como decirlo... Eh... Un tanto extraños, o diferentes. Jerry un profesor de primaria que rondaba los cincuenta y sin familia, Marilyn y Macno una pareja de cocainómanos, Cindy una niña de dieciséis años con problemas familiares y Robbie, el dueño del piso un... Un tanto ludópata.
Cuando llegué Robbie fue quien me abrió la puerta y me dió la bienvenida, Cindy estaba fumando en la ventana del comedor y los demás no estaban en el piso. Rob me enseñó por encima el piso y la que sería mi nueva habitación, después de esto desapareció tras la puerta y me quedé allí sola. Suspiré y me senté en la cama. Una cama, un armario empotrado en la pared, un escritorio y un espejo. Pasar del duplex de tus sueños a una habitación de seis metros cuadrados, guay. Cogí la llave del piso que Rob me había dejado encima del escritorio y me fui. Arranqué el coche e hice una lista en mi mente de qué cosas tenía que comprar. Conducí hasta la ferretería más cercana a comprar candados, a una tienda de comida y por último a un IKEA para comprar un baúl dónde meter parte de mis cosas y velas de vainilla y frutas del bosque. Una vez en casa descargué todo mi equipaje y me puse manos a la obra para arreglar mi habitación. Joder, como podía haber sido tan estúpida de confiar cien por cien en alguien como él. Sonaba issues de Julia Michaels cuando estaba acabando de arreglarlo todo, el baúl y el armario estaban llenos de ropa, debajo de la cama de sábanas púrpuras descansaban mis montones de zapatos y en las paredes gris luna ya había colgado mis luces blancas y mis montones de fotos junto a mis amigos Jay, Lauren y Razel, ahora sí que era una habitación a lo Rym. Rebusque entre las bolsas de comida hasta encontrar algo que me apeteciera cenar y me dirigí hacia la cocina donde Marilyn y Macno cocinaban algo que olía a muerto. Todo ese asco se transformó en una arcada.
-¿Qué quieres? -preguntó Mari haciéndome notar que les estaba molestando.
-Eh... ¿Podéis avisarme cuando acabéis para hacerme mi cena?
-Tienes que apuntarte en la pizarra que hay enganchada a la nevera y esperar tu turno.
-Ah, vale gracias. -sonreí un poco y me dirigí a la nevera para apuntarme en la lista. Después de Marilyn y Macno estaba Cindy así que me tocaría esperar. Me fui al sofá y me senté con ella.
-¿Qué ves? -le pregunté.
-Eh... No sé, un programa en el que desgraciados se creen que van a encontrar al amor de su vida en una cena de treinta minutos. -se me escapó la risa.- En serio, no entiendo qué espera esa gente, son abuelas de cuarenta años y siguen buscando a su príncipe azul, si supieran lo ridículas que se ven.
-Si supieran -reí y miré- ¿Oye te puedo preguntar una cosa? -ella asintió.- ¿Qué haces aquí sola? ¿Porque Robbie no es tu padre verdad?
-Que va, me fui de mi casa porque no me llevaba bien con mis padres, ya sabes, ultraderecha católica y yo soy un poco satánica, o así me llamaban ellos -rió.- ¿Y tú qué haces aquí? ¿También te llevas mal con tu familia?
-Bueno, eran muy estrictos. -Reí.- Pero no, no me llevo del todo mal con mi familia solo que no soy de aquí, me vine hace dos años para estudiar pero antes vivía en Alaska con ellos.
-¿Y de qué trabajas?
-Ahora mismo de nada.
-¿Y como cojones puedes tener un Mercedes y toda esa ropa sin hacer nada? Quiero ser como tú. -rió.
-Me despidieron la semana pasada.
-¿Y de qué trabajabas?
-Era la subdirectora del departamento de marketing en una empresa.
-¿Y cuántos años tienes?
-Veintidos.
-Entonces no has acabado de estudiar. ¿Como cojones conseguiste ese pedazo de trabajo? -rió.
-El futuro director de la empresa era mi novio. -reí.
-Dios, ¿eras tan ridícula como las cuarentonas de las que nos estábamos riendo y creias en los cuentos de princesas? -reía.
-Exacto.
Cindy y yo acabamos cocinando y cenando juntas, me había caído mejor de lo que esperaba, después yo me fui a duchar y ella no sé dónde se metió. Esa noche también vi por primera vez a Jerry, fue al salir de uno de los lavabos en pijama y con una toalla liada en la cabeza.
En cuanto se me sequé el pelo me metí en la cama, mañana iba a ser un día duro, tendría que recorrer toda la ciudad en busca de trabajo después de que Kay me dejara y despidiera para substituirme por Kimberly. Y no sólo eso, tendría que aprender a olvidarme de Kay.

La odiosa alarma de mi iPhone me despertó, después de diez minutos mirando fijamente mi reflejo en el espejo decidí levantarme y arreglarme. Había avisado al trío, Jay, Razel y Lauren de que hoy no iría a la universidad y le había pedido a Jay que luego me pasara sus apuntes. Cogí el montón de currículums que había impreso y las llaves del coche y me fui de aventura por la ciudad, pasé por fruterías, zapaterías, tiendas de ropa... Ese día podría haberme convertido desde barrendera a astronauta de la NASA. Comí en un Mc Donalds y a las cuatro me fui a casa de Jay.
-¿Dónde está mi petirrojo favorito? -dijo Jay abrazándome, sus mechones rosas pastel y sus braquets lo hacían parecer aún más adorable de lo que era.
-¿Puedes dejar de llamarla así? -se quejó Lauren desde el sofá y reí.
-¿Y Razel? -pregunté a Jay después de entrar.
-En la cocina, como siempre, cada vez que viene mi madre tiene que llenar la nevera de nuevo.
-¡Ey! -se quejó Razel.- ¡Sois unos exagerados! -las extravagantes y hermosas curvas de Razel se dejaron ver desde la puerta de la cocina, sus ojos verdes la hacían parecer aún más exótica al mezclarse con el color chocolate de su piel.
Después de pasar la tarde junto a ellos, bueno, yo copiando apuntes y ellos con la broma quedamos en que ese mismo fin de semana saldríamos de fiesta y luego dormiríamos en casa de Lauren, yo no estaba en las mejores condiciones, es más, ni si quiera estaba en condiciones, pero quizás la solución a mis penas se encontraba en unos cuantos chupitos, quién sabe.

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⏰ Última actualización: Sep 07, 2017 ⏰

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