Las Aventuras de Eliot

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A Eliot le gustaban las aventuras, navegar por las aguas del Caribe, volar aviones entre grandes tormentas e incluso, escalar grandes montañas.

Para él, estas vivencias se volvían normales en su vida, pues noche tras noche, justo después de cerrar los ojos, se juntaba con su mejor amiga Pam, para conquistar su mundo.

Pero, un día antes de su cumpleaños número trece, se sentía distinto, decidió que emprendería su viaje lo más temprano posible, pues quería pasar las primeras horas de su cumpleaños junto a Pam.

A las ocho en punto, Eliot se despidió de sus padres y se acostó en su cama, arropándose de pies a cabeza, como costumbre cerró los ojos y esperó el desesperante cosquilleo que lo llevaba a su encuentro con Pam, ansioso, se preguntaba que aventura vivirían esta noche.

Pero después de una hora, no podía dormir, asustado por creer que no se cumpliría su deseo, le pidió a su madre leche caliente y después de tomarla, comenzó a contar ovejas.

Pero se distrajo, porque el rostro de una pecosa y sonriente Pam, llegó a su cabeza; su compañera de toda la vida, lo había acompañado en sus aventuras desde que tenia memoria, y muchas veces lo iba a visitar en las pequeñas siestas que tomaba en la escuela, le aterraba perderla, era su mejor amiga.

Recordó la vez que visitaron Venecia, el rostro de Pam solo demostraba felicidad, y si ella estaba feliz, él también.

De pronto, Eliot entristeció, porque siempre deseó poder compartir más con Pam, en su mundo, podían hacer lo que quisieran, no existía la lógica y estaban fuera de la realidad, pero para Eliot, nueve horas diarias no eran suficientes.

Quería ir a la escuela con ella, tomar su mano y que todos envidiaran lo afortunado que era, porque así se sentía Eliot, afortunado de tener a Pam.

Ya eran las 11:30 y Eliot por fin pudo conciliar el sueño, sin embargo, el conocido cosquilleo fue distinto y pensó que algo andaba mal.

Una enorme sonrisa adornaba su rostro ¡Al fin podría ver a Pam!

Pero esa sonrisa desapareció al verla, no entendía porqué lucía triste.

-¿Que sucede, Pam?- le preguntó, la susodicha le regaló una pequeña sonrisa, que ni llegaba a sus ojos.

-Te extrañaré, Eliot.- fue lo único que le dijo.

Eliot, confundido, decidió ignorar ese comentario, y aprovechar al máximo está aventura, pues sería la última, mientras tenía doce.

Los rizos de Pam tenían a Eliot totalmente hipnotizado, se encontraban en la torre Eiffel, mirando las estrellas, a ley de cinco minutos para el cumpleaños de Eliot.

Pam, empezó a llorar.

-Eliot, quiero que sepas que fuiste y siempre serás mi mejor amigo, sé que después de esta noche, no me recordarás y yo...- Los sollozos no la dejaban hablar, y Eliot más confundido no podía estar, no sabía de que estaba hablando Pam, pero decidió abrazarla mientras ella continuaba.- Yo espero que seas muy feliz, Eliot, espero que hagas amigos, que perdones a tu vecino por romper tu auto de carreras, que te esfuerces más en matemáticas, y que seas muy, pero muy feliz, Eliot.

-Pero ¿De que estás hablando, Pam?¿Por qué no te recordaría? ¡Eres mi mejor amiga!- la vista de Eliot se había vuelto borrosa por las lágrimas, y no podía distinguir el dolor en las expresiones de Pam.

Pam, dolida por la triste realidad que acompañaba este sueño, sufría por no poder contarle a su mejor amigo, que cuando el reloj marcara las doce, despertaría y se olvidaría de ella completamente, olvidaría sus aventuras y visitas, y que ya... No volvería a soñar.

Decidida, acunó el rostro de su mejor amigo entre sus palmas y pegó su frente con la de Eliot, secó sus lágrimas y se perdió por unos segundos en la profundidad de su mirada, llena de valor y dejándose llevar por lo que sentía, acercó sus labios a los de Eliot, y con algo de pena, disfrutó la unión de ambos.

Ninguno se atrevió a separarse del otro por todo un minuto, y cuando al fin lo hicieron, no necesitaron palabras para expresar cuanto se querían.

-Feliz cumpleaños, Eliot.

Fue lo último que escuchó antes de despertar, estaba todo sudado y con la cara mojada, en ese momento entraron sus padres con un pequeño pastel de chocolate mientras le cantaban feliz cumpleaños, después de unos minutos de abrazos y buenos deseos, sus padres lo dejaron solo, y sin más, se durmió.

Al otro día en la escuela, Eliot estaba aburrido y con pocos ánimos, y no sabía porqué. Pero sentía un gran vacío, sentía que le faltaba algo, sentía que la había olvidado pero... ¿A quién?

-Muy bien alumnos, esta es su nueva compañera, es nueva en la ciudad así que traten de portarse bien, su nombre es Pamela.

Algo dentro de Eliot se encendió, su corazón comenzó a latir rápido mientras veía a la pecosa pelinegra sentarse a su lado, esos rizos le parecían muy familiares...

Pamela notó que Eliot la observaba con cierta fascinación, y con una sonrisa cómplice, le guiñó un ojo, confirmando sus sospechas.

Eliot, comprendiendo todo, sabía que esta era una aventura, que apenas iniciaba.

Fin.





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