Es el tercer año que me presento a las pruebas para entrar en el equipo de voleibol femenino de mi pueblo, sin embargo, aún no he perdido la esperanza. Siento que este será mi año.
No voy sola, me acompañan mis mejores amigas: Ana y Amy. A estas las conocí hace tres años, en las mismas pruebas a las que nos dirigimos hoy. Sí que las había visto antes, pues íbamos al mismo instituto, pero nunca habíamos tenido una conversación. Ese día nos dimos cuenta de que compartíamos la pasión por el voleibol y desde entonces no nos hemos separado. Al año siguiente, tuvimos la suerte de caer en la misma clase y, sin duda, eso fue lo mejor que nos pudo pasar.
Llegamos al pabellón y vemos a Derek, el entrenador del equipo de voleibol femenino, sentado junto a José, un trabajador del ayuntamiento. Nos acercamos hasta ellos y les mostramos el DNI. Cuando Derek coge el mío, me regala una sonrisa e intento devolvérsela, pero estoy paralizada —o más bien embobada— y me es imposible.
—Bien —nos dice—, podéis sentaros allí mientras esperáis a que os llamemos. —Nos señala unos bancos.
Mis amigas emprenden su camino hasta los bancos y yo me quedo mirando a Derek, su sonrisa se vuelve divertida y salgo de mi aturdimiento. Muerta de vergüenza, salgo corriendo hasta llegar a las chicas.
—¿Qué hacías allí parada? —me pregunta Ana.
—Derek me ha sonreído —explico.
—¿Y? —pregunta Amy aguantando la risa.
—No te rías. —Golpeo su brazo—. Ha sido muy extraño.
—Bianca, no te desconcentres —me advierte Ana y asiento con la cabeza.
Me llaman la primera para hacer la prueba y me acerco a la pista hecha un manojo de nervios. Tres chicas del equipo de voleibol femenino se encuentran allí, preparadas para jugar conmigo. Me coloco en el campo derecho con la jugadora que no tiene pareja.
—Cuando queráis —dice Derek.
Lo miro y me guiña un ojo. No puede ser, ¿lo he visto bien? ¿Me ha guiñado un ojo? ¿A mí?
«Bianca, por favor, concéntrate», me regaño.
La prueba comienza y la pelota viaja de un campo a otro mientras yo intento demostrar todo lo que sé hacer.
—Está bien —dice Derek después de quince minutos, dando así por finalizada la prueba.
Me acerco a la mesa y agarro una de las botellas de agua.
—Lo has hecho bien, Bianca. —Escribe algo que no logro ver en un papel.
—Gracias. —Abro la botella y bebo un poco.
—Nos vemos.
«¿Nos vemos? ¿Eso significa que voy a entrar?», me pregunto con confusión. Vuelvo a quedarme embobada con su sonrisa y despierto cuando nombra a Amy.
—Sí —musito antes de marcharme
Ana me recibe con los brazos abiertos y nos fundimos en un gran abrazo.
—¡Lo has hecho genial, tía!
—Tía, tía... ¡Derek me ha guiñado un ojo! —Es lo único que puedo decir.
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Unidos por el voleibol. (LV1) [COMPLETA EN AMAZON]
Short StoryTan alocada e intensa, que actuar por impulsividad es tan corriente para ella como para otros el hecho de respirar. Bianca siempre ha sido una chica con grandes sueños, entre ellos: jugar en el equipo de voleibol femenino de su ciudad. El día de la...