prólogo

43 3 0
                                    

Prólogo

Detroit. Veinte años antes.

Aún podía sentir como la sangre se le iba a la cabeza. El miedo hace tiempo había desaparecido, quedando como un simple recuerdo moribundo. Era producto de una derivación de la juventud y el sentimiento de creerce invensibles arriba del ring, también se reprimio en lo más profundo de su consciente. Y aunque no siente como sus manos están temblando en este momento, y sólo sabe por el hecho de que puede verlas, sigue alentandose así mismo que la pelea de está noche era la última de su deplorable carrera de boxeador. Frustrado, sabía que no podía correr el riesgo de constituir una familia relacionado con este oficio. Y aunque se crea que era un boxeador profesional. Seguía siendo un hobbie clandestino con una paga escasa y el temor de que alguna pelea sea llevada hacia afuera, convirtiéndose en algo personal cuando en realidad él sólo necesitaba dar algunos golpes para llevar el premio a casa.

Trastornado por su futuro, tomó ambas vendas guardadas en su casillero y con lentitud las estiró para colocarselas para proteger sus nudillos. Primero, su mano izquierda. Envolvía parte de su mano, con pausas y excusas falsas para que aquel momento no acabe nunca y no tenga que afrontar la realidad de que el boxeo se había acabado de una vez por todas. Que el sentimiento invencible del ring desapareciera al punto de que dar un pequeño paso hacia adelante desencadenara toda oposición por parte de sus pares y que, aunque lo había evitado, debía elegir entre el camino querido o el conveniente, y una vez más, sigue con los brazos suspendidos en los Aires y las vendas grises y con rastros de sangre seca a medio enrollar. Esucha la multitud de borrachos afuera del cambiador, mientras aspira con recelo el aroma que la multitud desprende. Como si el olor a tragos y cigarros fueran su zona de confort.

Se relamio los labios y en sus ojos podían verse la lastimosa nostalgia futura que surgirían al estar entre las cuatro cuerdas, por última vez. El viejo presentador, dueño del estudió pequeño centrado en la parte norte de Detroit toma el micrófono suspendido por un cable oscuro que apenas se divisa gracias al abundante humo que se agrupaba en el aire. Lo posa entre sus labios y gracias a los veinte años que trabaja allí sabía como en cuatro palabras presentar a un maldito bastardo como el mejor de los mejores, haciendo que los espectadores ignoren el hecho de que están en el núcleo del infierno de los Estados Unidos. Acomodó su corbatin cobriso mientras anunciaba el nombre de Cratos, un peleador con un nombre levemente escuchado en otros club externos a Detroit.-En la esquina superior tenemos al proveniente de Baltimore con treinta años y 90 kg, desde la ciudad de la melancolía y prostitutas, nos encontramos al peregrino cristiano, crecido y educado en la Santísima caridad, Cratos.-Pronunció con profesionalidad y fluidez la presentación del forastero cristiano. Cratos, frente a él, con más de 10 kg de diferencia al igual que de altura. Se pidió guardar la calma.

-Pero, aquí no todos son forasteros.-Exclamó con un media sonrisa pirata en su avejentado rostro que sólo un estafador como Winne podría serlo.-Crecido y educado desde las más pobres villas de nuestro amado Detroit.-Empatizo la situación deplorable de vida de este como un chiste mal contado y sin gracia.-Robado, asaltado e invensible. El hijo rebelde de Dios que no cree en su padre.-Winne giro sus ojos buscando al contrincante de Baltimore.-¿Que te parece eso, cristiano?.-Le sonrió com picardía y el Rubio de mirada pérdida le elevó los hombros en prostesta sin importancia.-Con 80 kg y un 1,80. Nuestro pequeño luchador de RoadForest, con ustedes el maestro de los izquierdos internos, Catriel. El grande.

Winne dejó el micrófono colgando en el aire para que luego sea elevado, desapareciendo entre la humadera del ambiente. Catriel antes de subir por última vez a aquel viejo ring colocó en su cabeza aquella máscara que le daba él nombre del luchador clandestino más joven de Detroit. No importaba quien se ocultaba bajo ese pedazo de tela roja. Catriel no era una persona. Era un símbolo. Una idolatracion masiva en el boxeo para aficionados. Y para aquellos que sólo disfrutaban de ver a los jóvenes anónimos tirados entre las cuerdas. Cratos se acercó al momento que Winne les juntos ambos guantes para chocar entre si los mismos. Bajo las máscaras lo único que podía identificar del forastero parado frente suyo eran sus ojos. Quedó con una mínima de perplejidad  por unos segundos. Era más allá del color verdoso que el iris desprendía en toda su longitud. El tamaño de aquellas pupilas negras que lo hicieron estremecer a tal partida que desvío la mirada para no sentir una oleada de inseguridad mientras que el aire comenzaba a tornarse escaso para su respiración alterada.

Lo que percibía a parte de una gran desdicha era el temor, por primera vez, a ser golpeado por un hombre que al verle a los ojos, no se expresaba nada. Ni malicia. Profesionalismo. Cansancio. Los ojos de Cratos golpeaban a Catriel como piedras arrojadas con velocidad sin ningún previo aviso. Catriel cada vez que subía al ring sabía que se encontraría al verle a los ojos de sus contrincantes, pero la mirada de aquel hombre de máscara violacia le hizo querer uir al instante que este chocó los guantes con el. Hombre con un porte autoritario y controlador, tambalearon sus pies cuando su cabeza tuvo que ledearse para evitar un hook izquierdo de este. Elevó el brazo derecho para parar el golpe con el fin de dar su primer derechazo con la parte superior del guante, pero el proveniente de Baltimore tomó la oportunidad para que su mano derecha sea impulsa en un golpe defensivo hacia las costillas de este. Le volvió a intimidar con la mirada. Le amago con la derecha y el más adulto de los dos luchadores, de una manera rápida y casi inamovible le esquivo el derechazo para golpearlo con una de sus piernas en la cadera baja.

Catriel ladeaba  la cabeza con rapidez de un lado a otro evitando el contacto violento de Los puños de Cratos. Esté se colgó sobre el. Rodeandolo en la cadera con sus piernas y sus brazos en su cuello. Tomandolo completamente para darle golpes sin descanso en la primera espina de la columna.

Cratos se volcó en el suelo para golpearle la espalda a su contrincante el cual estaba aún colgado de su torso. Lo desplomó en el suelo y comenzó a golpearle. Lo tomó por la cabeza y la empujó al lado contrario del cual ejercía Catriel. Esté sintió como su cabeza estaba a punto de zafarse de su estructura. A punto de rendirse y golpear el piso con su Palma como muestra de rendición la campaña sonó. El primer asalto había acabado.

Winne los separó con el mínimo esfuerzo. Ambos se alejaron en sentido contrario llegando a donde estaba sus respectivos entrenadores. Catriel. A pesar de que el coach este frente a él y le tape la mayor vista su cuerpo grueso, aún podía ver y sentir la perturbación que le causaba la mirada cínica del que aún no había sangrado ni una gota. Trago saliva con temor y volvió a dar pequeños saltos para mejor equilibrio a la hora que tocó la campaña anunciando el segundo asalto. El trote leve que hacia contra el suelo del ring eran tranquilizantes, al igual que la música imaginativa en sus oídos.

Enérgico y con euforia comenzó a lanzar puñetazos sin ver lo que realmente hacia. Golpes insulso que eran una síntoma de preocupación la cual Cratos tomaría como ventaja. En uno de los golpes le atinó a la mandíbula y este se callo al suelo. Le dio un derechazo. Trató de ponerse en pie pero la pierna buena de Catriel lo evitó. Lo atrapó contra las cuerdas. Le golpeó el abdomen una y otra vez. Ladeo la cadera hacia abajo.

Tranquilizó su brazo y endurecio la mano. Izquierda. Derecha. Uppercut. La mano hacia el cielo. Y un golpe perfectamente sincronizado acabó con la vida del proveniente de Baltimore. El cuerpo de Cratos, sin vida en el ring. Definitivamente esa fue su última pelea.

Los gritos comenzaron. Winne trató de tranquilizar al gentío. Desde lejos, la esperanza de una vida normal, pérdida.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Nov 06, 2017 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

El dilema StrawberryDonde viven las historias. Descúbrelo ahora