El poder de madre

656 49 24
                                    

Con el sudor deslizandose por su frente, jadeando de cansancio. El ambiente se encontraba caliente y pesado.
La señora Huang no aguantaría más tiempo en esa maldita máquina elíptica, sólo esperaba que el tiempo cronometrado marcase 00:00 indicando que el ejercicio ha terminado.

Era un sacrificio muy grande, durante todo ese mes se encontraba ejercitándose cada día, con tal de mantenerse delgada y sobre todo reducir sus mejillas, que era lo que menos le gustaba de ella.
Lo había logrado su rostro se encontraba más delgado y gracias a su alimentación no pareciera que la edad la haya afectado.
Aún lucía joven, podría pasar por la hermana de su hijo o incluso su gemela, obviamente mucho más hermosa que él.

- Mm...

La señora Huang achicó sus ojos al escuchar unos murmuros venir de la sala, su séptimo sentido le decía que no traía nada bueno aquella charla secreta.
Se asomó por una esquina del portal del salón, su esposo y su hijo intercambiaban palabras en voz baja. Algo traían en manos, eso era seguro, esos dos sólo murmuraban cuando escondían algo de los finos oídos de la señora Huang.

- ...lo tengo todo preparado para nuestro aniversario.

- Es perfecto, muestrame el anillo, ¡muestramelo!

La señora Huang observaba con atención como su hijo sacaba de su bolsillo una pequeña caja de terciopelo guindo.
Oh demonios, era peor de lo que imaginaba, pero debía asegurarse antes de comenzar la tercera guerra mundial.

- Oro puro, pequeños diamantes de decoración, inscripción en la parte anterior. ¡¡Ah!! Muero, es perfecto -exclamó el padre de Tao en voz baja, casi igual a una fangirl al ver a su bias-

- Shh... Trata de no hacer mucho ruido, va a escucharnos.

- Muy tarde, queridos.

Ambos se congelaron al escuchar aquella voz.
La madre de ZiTao causaba terror, sus cejas casi unidas mostrando su enojo, sus fosas nasales casi podrían echar humo.
A ambos los tenía de las ojeras, y estos dos cómplices trataban de huir de sus manos, lo que era prácticamente imposible, esas manos que parecían tan delicadas eran más como pinzas de cangrejo.

- Cariño, por favor sueltame, tortura a nuestro hijo, pero déjame ir -suplicó el hombre-

- ¡Papá! -reclamó ZiTao sintiéndose traicionado-

- Diganme que están ocultando y los dejaré ir -demandó la señora Huang con su voz casi de ultratumba-

- No es nada, mamá, te lo prometo.

A la señora Huang no le gustó para nada esa respuesta, así que les torció más las orejas haciéndoles gritar de una forma no tan masculina.

- Tao, le pedirá la mano a su novio, eso es todo lo que sé, sueltame por favor, duele -exclamó finalmente el hombre, escupiendo toda la verdad, una verdad no tan grata para su esposa-

- Traidor.

El monstruo los había soltado, pero eso no significaba de que se hayan liberado por completo.

- ¡Ah! ¡¿Acaso estás loco, ZiTao?! -empezó a regañarlo- Sabes que no apruebo a ese chico, como osas hacer esto a mis espaldas.

- Mamá, tengo 25 años, creo saber que es bueno y que es malo para mí, además sé que mi novio no te agrada, me lo llevaré a mi mansión, así que no tendrás que verlo -su madre le lanzaba cuchillos con los ojos, Tao lo sabía, pero intentaba parecer valiente a pesar de que su piel se la haya puesto de gallina-

- No solucionaras las cosas así, ZiTao. Si te digo que no, es no.

- Mamá, pienso casarme y será con él.

El novio perfecto (SeTao/TaoHun)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora