One~shot
La guerra contra Gaia había terminado. Todo ya estaba en paz. Todo menos el corazón de Perceo Jackson. ¿Tenía amigos? Si. ¿Podía tener una vida segura en el Campamento Júpiter? Si. ¿Podía cumplir el capricho que su corazón le estaba demandando? No. Estaba confundido, perdido. No sabía lo que quería ni lo que no. Solo sabía una cosa. Sabía que quería al hijo de Júpiter. Pero Percy sabía que jamás lo tendría, y tenía sus razones. Los dioses. Ellos lo habían comenzando a considerar una amenaza a su sobrevivencia. Egoístas. Le habían dado un último día para despedirse y partir antes de que lo alcanzarán. No lo haría, no les daría el gusto. Terminaría él mismo con eso. Y solo tenía una manera. Extendió la mano hacia su mesa de noche agarrando dos cosas, un cuchillo afilado y una nota. La última que escribiría. Se había esmerado en ella, y su escritura estaba muy bien. Nadie sabía lo que los dioses planeaban y aún menos lo que él estaba apunto de hacer. Dejó la nota a un lado y agarró fuertemente el cuchillo mirando su muñeca. Tragó fuertemente, antes de hacer la primera cortada. Era doloroso, si, pero aún así podría soportarlo. Todo por no darle el placer a los dioses de matarlo. Siguió con las cortadas, una a una. Ya no había dolor, solo... vacío. Aún escuchaba todo y aún veía a la perfección, por lo que captó perfectamente el momento cuando Jason abrió la puerta mientras él esperaba su fin pacientemente con cuchillo en mano.
El hijo de Júpiter quería pasar un rato con uno de sus dos mejores amigos, su "primo", el hijo de Poseidón. Aún era temprano, la cena acababa de pasar y él no sé había presentado en ella. No le pareció mala idea llevarle algo de comer, ya que seguramente pasaría mucho rato quejándose de que tenía hambre. Llevaba una mochila con su pijama y ropa para el día siguiente, quería pasar tiempo con el bonito chico de ojos color mar. Desde hacía unos días que había terminado con Piper, para así poder seducir a Percy sin ninguna carga en su conciencia. Había empezado a gustar del hijo del dios del mar, no sabía desde cuando, pero si sabía que lo quería y mucho. Silbaba alegremente en su camino a la cabaña tres, encontrándose con la rubia novia de su querido cerebro de alga. Que molestia, pensó él, si ella no estuviera seguro que Percy y yo ya estaríamos juntos.
- Vas a ver a Percy, ¿cierto Jason? -asintió en respuesta- Ya veo. Bueno, quería decirte que... hace un tiempo note que miras a Percy de una manera distinta. Nosotros... hoy... terminamos.
Jason levantó una ceja. ¿Por que le decía todo eso?
- Quiero que alegres a Percy, que hagas su vida la mejor, que lo mantengas seguro. Es lo único que te pido, por favor.
- Está bien. Prometo que lo haré, Annabeth. -le dio una sonrisa- Gracias.
- Merece alguien como tú. -río- Rubios... al parecer nosotros le atraemos.
La chica se dio la vuelta, emprendiendo su camino a su cabaña. Jason, por su parte, observó a la rubia alejarse hasta que la perdió de vista. Se colocó sus gafas, las había olvidado sobre su cabeza. Río ante sus acciones reprendiendo el camino al lugar donde dormía el amor que llenaba su corazón. Cuando llegó al porche, notó que las luces estaban encendidas pero no sé oía ningún sonido desde el interior. Se encogió de hombros, seguro solo Percy estaba pensativo o dándose una ducha. No estaba preparado psicológicamente para la escena que vio al abrir la puerta. Percy recostado en su litera, con un cuchillo manchando de su sangre y con una de sus muñecas... no, casi su antebrazo sangrando por las cortadas que se había causando. Dejó caer la mochila y la bolsa de comida que llevaba en mano. Se acercó a grandes zancadas al otro chico, y cuando estuvo lo suficientemente cerca le arrebató el cuchillo lanzándolo lejos.
- ¿Que piensas que estás haciendo, Jackson? -exclamó levantándolo para llevarlo al baño. Lleno el lavabo rápidamente, sin dejar de sostener al pobre que había hecho un intento de quitarse la vida. Metió la parte herida en el agua, viendo cómo se cerraba lentamente. Suspiró aliviado cuando la herida se cerró lo más que pudo, escrutando con la mirada al habitante de la cabaña tres. Su piel tenía un tono algo pálido, y sus ojos estaban algo opacos. Lo sentó sobre la tapa del váter, buscando las vendas que sabía el otro chico guardaba. Cuando las encontró, se arrodilló frente a él comenzando a vendar el auto-daño.
- Idiota egoísta. -susurró.
- Lo siento... yo... no quería que lo supieras. -parpadeo rápidamente intentando eliminar las lágrimas que ya habían comenzado a salir.
Jason se levantó, y cargo al otro chico estilo nupcial pasta llevarlo hacia su litera. La ropa de Percy estaba manchada de sangre que ya había comenzado a secarse, así que cuando lo dejo reposando en la cama se acercó al armario para sacar una pijama limpia. Un sonrojo cubrió sus mejillas al darse cuenta de lo que iba a hacer, iba a desvestir al chico de sus sueños. Bueno, en realidad era al contrario.
- Lo siento de verdad. -Percy hipó- Yo no quería que ninguno lo supiera... solo quería... no darle el gusto a los dioses.
Cada pausa que hacia era a causa por el hipo que el llanto, el cual intentaba detener. Jason lo vio confundido, no sabía a qué se refería a darle el gusto a los dioses. Se le acercó con la ropa en mano, y una mirada preocupada.
- ¿A que te refieres con darle el gusto a los dioses? -se sentó a su lado acercando sus rostros- ¿Acaso ellos...
El rubio fue interrumpido por el contrario, que aún seguir con un poco de hipo. Intentaba limpiar sus lágrimas inútilmente, por lo que agarró su manos delicadamente.
- Ellos quieren matarme Jason, me consideran una amenaza. Hoy tenía que despedirme e irme sin mirar atrás pero yo decidí terminar con esto por mí cuenta. Lo siento, de verdad lo siento. -negó con lo cabeza- Deberías haberme dejado morir, solo soy una molestia aquí.
- No lo eres, eres lo mejor que ha sucedido en la vida de muchos. Lo mejor que me ha sucedido fue conocerte, Percy. No tienes ni idea de poco me sentí al verte así. -paró de hablar para verlo a los ojos- Porque... yo te amo. Y lamento no haberlo notado, pero pensé que solo era una amistad muy fuerte como con Leo.
- Me alegro haber sido correspondido al menos al final. -sonrió aún con las lágrimas recorriendo sus mejillas.
El de ojos tan verdes como el mar liberó sus manos y tomó el rostro de Jason entre sus manos acercándolo al suyo. Jason impacientó por lo que unió sus labios en un tan esperado beso.
- Si tú caes, yo caeré contigo. Ya no nos volverán a separar. -declaró Jason una vez que se separaron- Si te matan a ti, deberán matarme a mí de igual forma.
- Romano estúpido. -rió- Tu tendrás que vivir por ambos, y no te atrevas a hacer una tontería. ¿Me oíste bien, Grace?
- Mensaje comprendido griego necio, pero este romano estúpido no te hará caso y lo sabes bien.
Percy lloró más fuerte y se acurrucó en el pecho de su amor. Jason acaricio su cabello con cariño, recostándose para estar más cómodo. No supo cuanto tiempo pasó, pero si se dio cuenta que la respiración de Percy comenzó a calmarse.
- Quédate. -pidió el oji-verde algo dormido- Quédate conmigo a dormir.
- Esas eran mis intenciones desde un inicio. -besó su cabello- Estaré aquí siempre contigo.
- Es tarde, nada los hará cambiar de opinión. -lo volvió a ver- Son más necios que yo.
- Tú ya eres otro nivel. -volvió a ver el reloj- Es tarde, deberíamos dormir.
Devolvió su mirada a Percy, que lo veía mal.
- Se supone que yo ya debería estar en las filas, Jason. ¿Y tú quieres que duerma y desperdicie el tiempo que me queda a tu lado? No señor ex-pretor, ni soñarlo.
- Tu también eres un ex-pretor, así que no puedes decir mucho. -lo besó- Bien, dormiremos tarde por ti.
El hijo de Poseidón sonrío y asintió, sería una larga velada. No durmieron hasta que fueron cerca de las cuatro de la mañana, y hasta ese momento fue cuando se acostaron abrazados. Jason ya estaba cerrando los ojos del cansancio, cuando escucho a Percy susurrar algo.
- Fuera luces. -fue lo que escucho de sus susurros.
No supo nada más, ya que Morfeo lo atrapó en la red del sueño.La luz de la mañana siguiente lo despertó, aún así no abrió los ojos. Sus lágrimas había reiniciado. Sentía el cuerpo de su querido Percy a su lado, frío. Apenas se sentía un poco caliente, aunque no tenía esperanza. Este calor era por la única causa de que Jason se encontraba a su lado impregnándolo de este. Dejó salir de entre sus labios unos suaves sollozos, abrazando con fuerza el cuerpo del que amaba y amaría. Sus sollozos no los escuchaba nadie más, y aunque quisiera llorar a grito limpio no podía. Tenía que hablarlo con alguien, pero no podía. No podía levantarse, no podía despegar de la pacífica expresión que tenía el rostro de Percy la mirada. Le dio un suave beso sobre sus fríos labios. En ese momento recordó lo último que escucho y escucharía de su lindo griego necio. Sabía que ese "fuera luces" sería la frase que le traería desdicha por el resto de sus días.