Cuide a sempai toda la noche. Me siento muy cansado, no pude dormir nada, pero ya está bien.

El reloj sonó a las 7 de la mañana, en sábado.

Me levante y le prepare algo muy simple de desayunar, además calenté el arroz con leche y le serví.

Fui al cuarto a recoger mis cosas para irme, y... sempai estaba cambiándose de nuevo.

-AHHHH!!!-

-Es tu culpa por entrar sin tocar. -

-Pensé que seguías dormido... y... ¿Ya se siente mejor? -

- ¿Ah? Ah... si, gracias por quedarte, no tenías que hacerlo.-

-No importa, no me molesta cuidarte. -

-Gracias. -

Entre al cuarto, y comencé a recoger todas mis cosas, a noche, adelante tarea, use algunos libros de sempai, tenía un enorme librero del tamaño de su pared, y me dejo usarlo. Al final, no logre terminar todo, porque a sempai se le subió la fiebre de repente, pero, aun así, adelante mucho.

-Su desayuno está en la mesa, por favor, coma, está débil. -

Él no me dijo nada y salió del cuarto.

Me deje caer en la cama, estoy agotado, mareado, cansado.

Debo ir a casa.

Termine de recoger los libros y ordene el escritorio, tendí la cama y fui al comedor.

Sempai estaba terminando de desayunar. Recogí la mesa y lavé los platos... bueno, el suyo.

- ¡Oye! - Grito como fastidiado desde la recamara.

- ¿Qué pasa? - Me dirijo hacia el cuarto.

- ¿Podrías dejar de actuar como ama de casa, por favor? - ¡¡¡AAAH!! Todavía que lo hago por ayudarle ¿Me regaña?

- Lo... Lo siento. -

- ¿Ah? ¿Por qué te disculpas? -

-AH... Olvídalo, por favor. Yo, ya tengo que irme. - Fui a ponerme el suéter, me dirigí hacia la puerta.

Me abrazo por la espalda de repente.

- ¿Ah? - Mi rubor me pinto hasta las orejas, sentí como mi corazón latía a mil por segundo, no me estaba apretando, en lo absoluto, y, aun así, sentía como si me faltara mucho aire.

Me sentí, débil. Mi cuerpo empezó a arder.

- ¿AAAAAAAAH SEMPAI? ¿Qué PASA? ¿Qué haces? - Trate de soltarme, de alejarlo. Me da vergüenza. Que el escuche el fuerte sonido de mi corazón me da vergüenza.

-Ya estoy mejor. - Dijo. Me giro hasta quedar de frente a él, acerco sus labios, puso una increíble fuerza sobre mí, y me beso.

Fue... algo que yo nunca había experimentado. Ese beso, era como si la impresión de ese beso me detuviera los músculos, como si perdiera de pronto la voluntad en mi cuerpo, y tratar de reaccionar solo provocaba que temblara como idiota. Mi corazón va tan rápido, que me preocupa mucho el hecho de que verdaderamente explote. Siento su calidez, la calidez de Isaac, en mi boca, en mis labios. La siento en sus manos que me sujetan con fuerza los brazos.

Cuando al fin se separa de mí. Estoy perplejo. No puedo articular palabra.

- Dijiste que cuando me pusiera bien, podría hacerte mío. –

Querido... SempaiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora