Dumbledore y la carta de la desgracia

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-Ama, Kiki le ha echo el desayuno, tal como usted gusta.- me elfo personal, Kiki, apareció en mi cuarto, mientras yo estaba escribiendo en un diario que Padre me había dado parar comunicarme con el.


-Retírate,, Kiki.- le ordene con mi voz normal, a la que muchos categorizarían como fría y dura. Con un chasquido de dedos, Kiki desapareció de mi cuarto. Antes de salir de mi cuarto, me coloque encima de mi cabeza y cuerpo la capa de Padre, que el mismo había usado después de salir de Hogwarts. Era una capa negra, que no dejaba ver nada mío, excepto mis resplandecientes y cristalinos ojos que sobresalían. Esa capa siempre se veía como si fuera nueva, aunque lleva mas de 30 años siendo usada.


Abrí el diario, cuando note que la Mosmorde de mi estomago quemaba. En el, una imagen se apareció.

Era colagusano, cargando a lo que mi padre había sido reducido por culpa de ese niño con suerte.

-Mysty, espero que vaya todo bien, por casa.- hablo la espeluznante voz de Padre.

-Va bien, Padre. ¿Para que me queréis?- le pregunte, ansiosa. Si hacia las misiones bien, padre me recompensaba. Por la ultima me trajo una nimbus 2001, que ni siquiera han salido a la venda.

-Según me ha revelado Severus, Dumbledore tiene pensado que asistas a Hogwarts, por el motivo de reformarte.- deje ir una sonorosa carcajada. ¡Viejo patético!


-Kiki, ve a por mis cosas.- otro chasquido y Kiki desapareció de mi vista.

-Ay, que se me saltan las lagrimas.- dije de nuevo seria.- Y tu quieres que vaya.- afirme yo.

-Si, querida. Me deje algo en la cámara de los secretos, algo que desde hace tiempo tiene ganas de salir...- Padre me conto que, cuando el iba en Hogwarts, descubrió la Cámara de los secretos de Salazar Slytherin y libero al basilisco que había dentro. Supongo que quiere que haga lo mismo.- Haz que cunda el pánico, pero no dejes sospecha que has sido tu.- me ordeno. Una sonrisa maliciosa se formo en mi rostro.

-Para eso, voy a necesitar vuestra ayuda y la de un mortifago que yo conozco bien...- por invocación de la morsmorde, llame a Lucius Malfoy, quien era el padre de mi primo, Draco Malfoy.

-Aquí estoy Ama.- Lucius se inclino ante mi.

-Lucius, necesito un favor tuyo. ¿Todavía conservas el diario que Padre te dio, hace ya mucho tiempo?- Lucius asintió y lo convoco con un Accio. Lo tome con mis manos y deje que la magia de Padre fluyera a través de mi cuerpo.

Cuando hubimos terminado, Padre y yo, el diario tenia un encantamiento especial.

-Lucius, dáselo a alguien a quien tu odies. Procura que sea cercano a Rayo.- no podía soportar decir el nombre del despiadado ser que me arrebato a mi padre delante de mis ojos, así que lo llamaba por apodos.

-Weasley's .- musito levemente Lucius con una sonrisa maliciosa en su rostro.- Ama, he oído que va a ir a Hogwarts este año.- asentí levemente.- Haga temblar el suelo.- fue como una especie de pedido, que encantada iba a cumplir. Ese curso, los Sangre sucia y Mestizos no dormirían tranquilos, y mucho menos Rayo.

Justo en el momento en el que iba a hacer mi risa maléfica, una lechuza completamente blanca me interrumpió. Esa lechuza llevaba una carta con el sello de Hogwarts.

-Creo que me iré..- Lucius se fue retirando, hasta aparecerse en otro lugar, dejándome con la lechuza, quien estaba nerviosa.

*Hasta un ser no mágico, como una lechuza o una rata, puede captar mis malas vibraciones...Quiero ver que pasara en Hogwarts.*

Abrí la carta, haciendo que la lechuza graznara y se marchara, volando lo mas rápido que sus alas le permitían.

*Inteligente, lechuza, inteligente*

Mystery  Bella Riddle Lestrange, mansión Riddle.

Le comunico que usted ha sido oficialmente aceptada en la institución de Hogwarts, academia de magia y hechicería. Dejando los formalismos a parte, la hemos aceptado por que creemos que usted puede cambiar, que puede ser otra persona, distinta a la que es, que no tenga que obedecer las ordenes de su padre.

Albus Dumbledore.

Albus Dumbledore, si pudiera, en ese instante te comunicaría que la edad te afecta al cerebro.

Yo no obedezco obligada, obedezco por que quiero y me gusta lo que hago. Me gusta ser mala, despiadada, cruel. Y nada me hará cambiar de opinión. Padre ya me ha advertido que ese viejo intentaría hacerme cambiar de lado, con sus ridiculeces de que no hay vida si estas solo, de que el amor lo puede todo...

¡JUSTO ESE AMOR EN EL QUE TANTO CREE DUMBLEDORE ES EL QUE ME HA ECHO ASI! Y, al igual que Dumbledore tiene sus ideales, yo tengo los míos. Así he crecido, así he sido, así soy y así seré, hasta que muera.

Justo cuando cerré la carta, quemándola por completo con mis manos, Kiki apareció en la cocina, con todos mis libros, utensilios y uniformes. Le había encargado que fuera a por ellos ante.

-A ver que tenemos por aquí... Recreo de la Banshee, Gildeoy LockHart, Paseos con los hombre lobo, Gildeoy LockHart, no se cuantos libros mas, Gildeoy LockHart...- ¿Quién es ese LockHart?

¿Y por que tiene mas gomina en el pelo de Draco? Y creía que yo era vanidosa... Lo que me queda claro, es que ese hombre era un completo inútil.

Eche una mirada al primer libro y casi me da un ataque al corazón.

¿Cómo pudo Ravenclaw tener a ese imbécil de alumno? Que vergüenza....

Mientras tanto, le eche una ojeada al libro de pociones. Me encerré en mi cuarto y en el diario que siempre llevaba encima, con un encantamiento secreto inventado por Padre, aparecieron unas simples palabras que me motivaron.

"Provoca pesadillas, hija mía. Que todos tiemblen bajo lo que tu representas"

La Hija de Voldemort Donde viven las historias. Descúbrelo ahora