Capítulo I
Allí se encontraba ella, la chica que todos odiaban por ser diferente, corriendo por su casa y, aunque conocía muy bien todo lo que en ésta había; en realidad todo le parecía tan desconocido que no sabía si era el temor lo que le bloqueada la mente, o si todo era parte de un horrible sueño.
Parecía como si hubiera mucho ruido a su alrededor, sin embargo no podía distinguir ningún sonido, no eran autos, no eran animales, no eran voces y definitivamente no era la televisión, simplemente era algo que la abrumaba y la llenaba de miedo a la vez.
Pronto se cansó de correr de un lado a otro sin siquiera conocer la razón que la hacía moverse, olvidó absolutamente todo lo que le sucedió, así que decidió sentarse en la esquina de la habitación donde se encontraba, esto le daba una sensación de control, pues así podía percibir todo lo que sucedía a su alrededor, quizá simplemente ya no habría sorpresas, aun con toda la oscuridad que en ésta había.
Fue entonces cuando la chica tuvo unos minutos para pensar en lo que podría estar pasando o pasó realmente, pero estaba muy lejos de calmarse, ese tiempo para pensar o creer hacer el intento de volvió inútil; toda esa tristeza y sufrimiento regresó a ella, ya no sabía en dónde estaba, el por qué corría y ni siquiera recordaba algo tan simple como lo es su nombre; las manos comenzaron a sudarle, le temblaban las piernas y experimentaba un dolor de cabeza, éste dolor era el más fuerte que le había sucedido en toda su corta vida, su vista estaba más allá que nublada, apenas alcanzaba a distinguir sombras, de pronto todo se tornó blanco, un poco brillante pero lleno de luz, fue allí cuando supo que era momento de recostarse y cerrar los ojos, para quizás no volver a abrirlos. Aunque eso era lo que ella añoraba, el no volver a la vida, sólo quería desaparecer, pero aún así sabía que no era el momento que sucedería.
Chlöe
Sólo quería estar en casa encerrada como siempre. No quería visitas, aunque jamás me han gustado recibirlas, simplemente había aprendido a estar a gusto la famosa "Soledad", ya era parte de mí.
Escucho el timbre de casa sonar— odiaba ese sonido, sonaba demasiado fuerte— pero ese sonido lo escuchaba muy lejos, lo ignoré pero volví a escucharlo y me pareció muy extraño, una visita de quien fuese y mucho extraño por ser las 5am. Bajé despacio las escaleras mientras secaba mis lágrimas e intentaba calmarme solo un poco, llegué al piso de abajo y fui directo a la puerta a esa hora y yo estando sola en casa—Lo sé, estoy muy loca
Sin embargo, obtuve una sorpresa, simplemente ahí estaba él, la persona más maldita que puede haber, el que conocía casi todo sobre mí, todo mi ser. Jamás esperaría encontrarlo a éstas horas en mi casa ¿Visitándome? —Pensé.
No quería que me viera como estaba, toda desarreglada, y mucho menos con mi rostro dando... ¿lástima? tan sencillo no quería que me observara llorando, aunque intente ocultar cualquier cosa, él sabría que me ocurre algo, odiaba que pudiese detallar cualquier cosa en tan solo unos segundos, él era capaz de notar si tenía mi período menstrual, ó si estaba patética como siempre, hasta podría saber si tenía hambre o no—Él simplemente era lo que se podía decir "Mi Mejor Amigo", era la primera persona que entraba a mi vida y me hacía cambiar, apenas lo conocí me caía muy mal, es muy arrogante, seco de sentimientos pero a la vez era muy interesante y misterioso, algunas veces hasta me causaba miedo; su manera de expresarse era tan neutral y por lo que noté, así estaba siempre.—Comencé a pensar si de verdad quería abrir la puerta pero sé que lo iba a hacer, estaba un poco más calmada y apenas pude abrirla, noté que sus ojos me miraban fijamente, en este cruce de miradas me avergoncé mucho que no pude evitar retirar la mirada para solo observar el piso de la casa, mis nervios comenzaron a alborotarse, mi corazón latiendo fuertemente de la vergüenza, quería cerrar la puerta y quedarme sola, pero, a la vez añoraba que me hiciera compañía, porque los mejores amigos se tienen que apoyar en las buenas y en las malas, siempre tienen que estar allí para ti y viceversa; aun sabiendo que eres una persona patética, ignorante y muy melancólica, esa persona que acepte tu manera de ser merece todo una buena vida.