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ChanYeol era un adolescente de 12 años, que estaba por entrar a primero de secundaría.
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Como todos los sábados en la mañanas, su madre y él; desayunaban en el patio trasero para poder apreciar el hermoso jardín al que tanto empeño le pusieron.
Mientras ellos comían, escucharon mucho ruido al lado de su casa, eso les pareció extraño ya que la casa de la vecina estaba desocupada.
ChanYeol; como todo niño curioso, corrió para ver porqué había tanto ruido.
—Yeollie, ven acá —había dicho su madre.
—Mami, creo que tenemos nuevos vecinos —sonrió a su madre.
—Ohhh —su madre también sonrió.
—¿Podemos ir a ver?, mami —pedía ChanYeol con un tierno puchero, algo que su madre nunca se podía negar.
—Vamos —dijo para así tomar sus manos y ir para darle una cálida bienvenida a sus nuevos vecinos.
ChanYeol vio lo más hermoso que sus ojos presenciaron hasta ahora, una señora de la edad de su madre tenía de la mano a un pequeño. Él calculaba de unos 9 o 10 años, era simplemente hermoso, tenia una piel tan blanca como la misma nieve, un rostro angelical, unos bellos cerezos, un cabello oscuro como la noche y que decir de sus hermosos ojos color avellana.
—Mami... ¿ese niño es un ángel? —preguntó ChanYeol, embelesado por la belleza del menor.
—No, mi niño -respondió su madre mientras sonreía por lo tierno que había sonado las palabras de su hijo.
Su madre lo tomó de la mano y se acercó para poder saludar a sus nuevos vecinos, al llegar la señora que tenía de la mano al niño ángel; como ChanYeol lo había apodado, les sonrió.
—Veníamos a darle la bienvenida —sonrió su madre a la vecina.
—Esto no puede ser... —dijo la madre del niño ángel.
