✿ Parte única ✿

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Como el trazado de una pintura, con su tinta oscura, viajando a través de su cuerpo, con las caricias esparcidas desde el placer instaurado en sus sensaciones; como el arte.


Su cuello febril de tez blanca, dejaba un espacio entre su armonía interna y la voz jadeante que resonaba desde su garganta, escapando hacia su boca. El placer se hacía parte de ambos, del arte y de la música, de aquel y aquel; de aquellos.


Sus piernas extendidas y abiertas sobre el regazo contrario, sus brazos alrededor del cuerpo contrario, y sus dedos, viajando por cada tecla, creando una poesía nueva para interpretar, una que daba un apellido al nombre del amor.


El de tez más blanca que el antes mencionado, sonría con una infinita felicidad en su alma, mientras sus encías se hacían ver al mundo como el señuelo de una paz interior, de un final agudo a la tristeza, mientras sus besos seguían escribiendo en el cuerpo contrario lo que su corazón le iba dictando, lo que el arte le iba generando, lo que sus acciones por la música iban sembrando, para luego esperar que ambos cosecharan... la pasión.


Dejo cálidos besos, cálidas caricias, en el cuerpo que iba desnudando con parsimonia, para cuando aquel dejará de teclear aquel piano, viera que el arte era el que lo estaba desnudando. Se admiraron a los ojos por segundos, mientras que el tiempo pasaba y sus bocas se unían en una gigantesca ola de pasión culminante.


Se levantó del regazo contrario, para tomar la mano de aquel y guiarlo a la cama, recostándolo y luego aprisionando aquel cuerpo con el propio, cayendo de forma liviana y dejando más sabores en el otro cuerpo, mientras recorría con su lengua el cuerpo lechoso que desnudó en segundos sin siquiera ninguno darse cuenta, lamió con derecho ese abdomen, dejando cálidos besos, mientras sus manos abrían aquel pantalón color marrón como aquel piano. Su mano se fue directamente a la entrepierna, obviando de forma rápida que ante ello había tela, comenzó a dar masajes aquel miembro, que estaba por despertar, mientras admiraba a los ojos gatunos que le veían desde su distancia con una mirada llena de lujuria.


Su lengua lamió todo el glande, bajando por todo el grosor venoso, descansando entre medio de sus testículos, yendo por ese camino para terminar decorando aquella rosada entrada, con su lengua avariciosa, que quería más, mucho más. Logrando oír los gemidos ansiosos que esperaba escuchar, pero no, él no era capaz de penetrar aquella zona que, sin duda, le esperaba danzante para recibir su música. El joven más alto pero menor al contrario, necesitaba sentir a aquel artista frente a sus ojos, impregnarlo con las más bellas melodías y así poder cantar a los cielos con pasión desde lo más interno de su garganta; con gemidos tan puros e inocentes que los ángeles confundirían su labor celestial.


Así que sin mas qué decir o hacer, se levanto y desvistió, para dar comienzo a movimientos de su cuerpo, mientras su dulce voz recitaba unas tonalidades armoniosas. Sus caderas se movían y aquel lechoso gatuno le admiraba, colocando sus codos a cada trazo de su cama por encima de aquellas sábanas, que serían testigo de la pasión. No, no podía tolerar más, aquel ángel debía recostarse y dejarle entrar más adentro que a su corazón. Se levantó de la cama y se hizo camino hacía él, tomando su cuerpo desde las caderas, con fiereza subiendo a aquel sobre el piano marrón, y besando su boca como si fuera algo nuevo, algo por conocer, algo por descubrir. El joven alto gimió; su cuerpo no esperaba sentir tantas pasiones juntas, pero se estaba sintiendo tan malditamente bien, que quería seguir sintiéndose en las nubes.


Los dedos de aquel lechoso gatuno eran mágicos, eso lo sabía desde la perspectiva artística, siempre que le escuchaba declarar arte a los demás, lograba conectarse, sabía que aquel era el mejor pianista, al menos, por ahora, de su mundo. Y es así como comprobaba que no sólo sabía tocar pianos, sus dedos habían hecho a sus tetillas, a su pene, a su cuerpo sentir las artes más clásicas de Mozart, había sentido una conexión que podía viajar por las estaciones de Vivaldi, sus dedos le llevaron a gemir acordes nuevos, que recordarían en otro momento para llevarlos al piano. Su entrada estaba siendo bendecida como todos los pianos que el lechoso gatuno tocaba.


Un gemido más, fuerte y claro en el oído del contrario y la intromisión de aquel mágico ser, el joven se privó de rasguñar la espalda de aquel digno heredero de la música, no podía lapidar de esa forma el cuerpo del arte, por lo que no pudo ahogar los gritos que le generaba ser penetrado con tanta audacia, con tanto placer y con tanta felicidad.


Su cuerpo con el contrario se estaban uniendo en una ilusión utópica del amor aceptado. Sus gemidos se acordaban de los gritos y se daban lapsus de uno a uno para pronunciarse, estaban siendo bendecidos de ser la expresión máxima del sexo. Su cabeza cayó en el cuello del gatuno, su respiración se entrecorto como la del contrario, que con brutalidad y parsimonia alternada, penetraba finalmente a aquel, dejando su esencia escurrirse como el sonido en el aire.


Le admiró mientras se terminaba de colocar el zapato oscuro –Te esperaré el lunes, ¿te parece Jungkook?- el menor le admiró con sus bellos ojos cafés, con su sonrisa sincera y con su cabeza le asintió. –¿Después de tu escuela?-


–Puede ser en algún recreo, maestro Min- le respondió con un deje de malicia –Puede ser cuando quieras, donde quieras, como quieras, puede ser lo que sea, porque puedes ser tú, conmigo, el piano, el arte y el amor- se acercó sin miedo alguno, porque rechazó era algo inalcanzable en su diccionario, y acertó, siendo abrazado por el lechoso gatuno.


Tras un abrazo sincero, tras un beso apasionado, Min emitió unas últimas palabras, antes de ver irse a Jungkook –son cuatro años, sólo eso, no hago nada malo ¿cierto?-


La sonrisa que dejaba entre ver unos dientes divertidos, unas leves arrugas alrededor de los ojos, una nariz que se asemejaba a lo antes descrito se hicieron ver –tengo dieciocho años hyung, aunque esta fue nuestra primera vez, siento que desde mi nacimiento, nuestros cuerpos estaban unidos para ser uno, y ahora, con mis dieciocho y tus veintidós, finalmente se pudieron concretar mis anhelos más sinceros y que vagaban dentro de mi interior hasta hoy. No, amor mío, no haces nada malo, porque el arte es sinónimo de amor-


Se besaron en el umbral de la puerta, Jungkook caminó hacía su derecha, Min cerró la puerta con la promesa de crear pronto otra melodía, que hiciera eco de los sonidos más prolíficos del amor. 




✿ mygjjk ✿

♫ Pasión ~ Yoonkook ♫Where stories live. Discover now