Cartas a un estudiante de derecho

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Presentación

El 13 de noviembre de 1989 fue lunes. En la zona del Pedregal de la Ciudad de México hacía

frío. El ambiente estaba brumoso en los alrededores del Estadio Olímpico, ya dentro de la

histórica Ciudad Universitaria que alberga las dependencias centrales de la Universidad

Nacional Autónoma de México (UNAM).

Ese día pisé por primera vez, en calidad de alumno, la Facultad de Derecho. Casi un año antes

me había asomado a los terrenos inmensos, generosos y siempre abiertos, de la Ciudad

Universitaria. Fue un flechazo de esos que nos ocurren pocas veces en la vida. En ese

momento no sabía qué carrera iba a elegir, pero sí sabía que quería estudiar en esas aulas y

pasar unos cuantos años de mi vida en esos jardines, en esas instalaciones deportivas, en esas

fantásticas bibliotecas. Nunca imaginé que ese deseo cristalizaría en una de las decisiones más

importantes de mi vida: estudiar derecho en la UNAM.

Haciendo cuentas reparo en el hecho de que, al momento de redactar estas líneas, he pasado

más de la mitad de mi vida vinculado con la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional y

con los estudios jurídicos en general.

De esta experiencia extraordinaria, el tránsito vital más intenso de mi formación académica, he

aprendido y sigo aprendiendo mucho. El contacto con los jóvenes que recorren, presurosos e

ilusionados, los pasillos de mi Facultad y de muchas otras en las que he tenido la oportunidad

de servir, representa unos de mis mayores tesoros.

Para quien tiene una fuerte vocación docente, hay pocas cosas más emocionantes que el

primer día de clases. Es entonces cuando uno se encuentra con las personas junto a las q u e

no solamente trascurrirán varias docenas de horas, sino también con las que se irán

descubriendo un conjunto de viejos y nuevos temas, de enfoques conocidos y no tan

conocidos, de emociones y saberes que crecerán durante muchos años dentro de nosotros. En

las aulas se genera conocimiento, se ponen a prueba teorías, se fomenta la perplejidad y el

debate abierto, se construyen seres humanos siempre en búsqueda de aquellos valores que

los hacen mejores.

Todos los que cruzan la puerta que permite entrar a un aula universitaria saben que en ese

momento su vida cambia para siempre. Cuando pisamos la universidad para adentrarnos en

una carrera profesional, ya nada vuelve a ser igual para nosotros.

La importancia de los años universitarios amerita que sean aprovechados al máximo, desde un

punto de vista académico y personal. En las páginas que siguen el lector podrá encontrar

algunas consideraciones, no necesariamente expuestas con un enfoque técnico-jurídico, que

quizá le sirvan para tomar conciencia sobre la forma en que podría disfrutar con intensidad el

Cartas a un estudiante de derechoWhere stories live. Discover now