-El Diario De Reiji Sakamaki- //Reishuu ©

-3.5-

3/9/77

Narra Reiji

-¿Qué necesitas?- Le pregunté a mi hermano, el cual había insistido en que quería hablar conmigo.

-Por favor, ¡Ven conmigo, necesito mostrarte algo!- me sonrió.

Su sonrisa... es hermosa. Siempre he pensado eso. Envidio su sonrisa. Él puede sonreír como si nada, mientras que para mí, eso sería algo casi imposible.

Pero después de todo, él la tiene muy fácil ¿no? Él no tiene razones por las cuales no sonreír. Siempre me he preguntado... ¿Qué se debe sentir ser tan perfecto? Tal vez por eso también le odio...

-No.-Le contesté cortante.

-¿Eh? ¿Por qué no? Por favor- me suplicó.

¿Por qué insiste tanto? ¿Tan importante es?

Luego de varias suplicas de su parte, accedí. Me negaba a pasar toda la tarde escuchandole insistir sobre lo mismo una y otra vez. Aparte, no parecía que fuese a detenerse.

Me tomó de la mano me guío por algunos pasillos del palacio.

¿Qué planea mostrarme? Conozco toda el castillo, no creo que pueda mostrarme algo que no conozca.

-¡Vamos! O no llegaremos a tiempo.- comenzó a correr.

Corrí junto a él, ya que aún teníamos nuestras manos unidas.

Nuestras..
manos...
unidas...

Creo que es lo más cercano a él que he estado en mucho tiempo.

-¡Ya casi llegamos!-me sonrió- sólo tenemos que subir éstas escaleras.

Le hice caso, y tal como me indicó, yo subí por las escaleras primero.

Luego abrí una escotilla que se encontraba al subir la escalera, y sí, efectivamente estabamos en el techo del lugar, el cual era demasiado espacioso.

-¿Y? ¿Por qué me trajiste aquí?- miré a mi alrededor.

-Por esto.-Me indicó señalando hacia el cielo- ven.

Nos sentamos en una parte del espacioso lugar y miramos el cielo.
Era un precioso atardecer.

Ya había visto mucho de estos, pero verlos desde éste lugar, era una completamente diferente perspectiva de la habitual. Realmente me gusta.

-¿Ves? ¡¿Acaso no es genial!?- me dijo emocionado.

Nuestras manos aún estaban entrelazadas. Las miré atentamente.

El también las miró, y levantó su mirada para observarme algo ruborizado.

Desvíe la mirada y continúe observando el atardecer.

Sentí un peso en mi hombro...
Ririe había apoyado su cabeza sobre este.

No lo removí ni nada por el estilo, simplemente, nos quedamos quietos observando el atardecer y apreciando el momento.

Se podría decir que en ese momento, no odiaba a Ririe, en ese momento no estaba sintiendo odio hacia él. De hecho, todo lo contrario.
Creo que en ese momento, por primera vez le tuve algo de aprecio.

Ririe...
Hoy, no te odio tanto...
hermano.