El botón rojo

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No es que tengas una necesidad incomprensible de desafiar a la autoridad, en serio

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No es que tengas una necesidad incomprensible de desafiar a la autoridad, en serio. Todo lo contrario, lo último que quieres es que Obi-wan te mire con los ojos enfurecidos y los labios apretados en una fina línea mientras levanta un dedo acusador y te espeta que no tienes sentido común, Anakin Skywalker.

O que Windu te lance una de sus miradas desdeñosas recordándote que, si de él hubiera dependido, tú jamás te habrías convertido en un jedi. Al menos Yoda sonríe de aquella manera suya que te dice que tus travesuras realmente le divierten.

Tu verdadero problema es que todo aquello que por definición está prohibido te llama la atención. Como cuando te pedían que te quedaras en tu habitación y tú decidías salir, aunque tus planes iniciales no lo habían contemplado. Realmente, cada problema que has causado se ha debido a algo que te habían pedido expresamente que no hicieras, pero es que es más fuerte que tú.

Tu mayor problema, sin embargo, son esos enormes botones rojos en los que pone no tocar.

Vamos, en serio, si las consecuencias de tocar dichos botoncitos son terribles ¿No debería poner algo como "no tocar, la nave explota"? ¿Y qué clase de malvado encierra a su prisionero en la sala donde está tal botón? Los malos pueden ser realmente estúpidos. En serio.

Recuerdas el incidente del bendito botón como si fuera ayer, o bueno, los incidentes de los botones como si fuera ayer. Gracias a ellos te has ganado las peores charlas de Obi-wan, lo que te lleva al tema que te ronda la cabeza desde los últimos días, semanas, vale, meses. La gran prohibición, tu personal y enorme botón rojo con un gran cartel de neón que grita no tocar y que tú te mueres por apretar: Obi-wan Kenobi.

Tu antiguo maestro, reprimido y probablemente virgen. Y atractivo, aunque eso no tiene nada que ver con todo esto. Tú solo quieres apretarle, hacer que esa expresión serena cambie por una de placer, atarle a una cama y obligarle a rogar por tu tacto y a gritar tu nombre.

Pero tienes que ser sutil, porque no quieres que Obi-wan reaccione mal. Después de todo, tienes una relación increíble con él y no quieres arruinarla aunque esto sea solo un pequeño juego sexual (porque lo es, sí en algún momento pensaste que estabas desesperadamente enamorado de él solo fue locura temporal, en serio).

Así que has decidido seducirle, luego atraparle entre tus garras y... mejor no lo piensas, porque se te pone una sonrisa maníaca que asusta a la gente que está a tu alrededor, aunque eso tal vez se deba a que llevas media hora juntando las puntas de tus dedos y musitando excelente a la Monty Burns.

En cualquier caso, pones tus planes de seducción en marcha, aunque te resulta complicado, porque estás acostumbrado a lanzarte contra tus presas de sopetón.

El caso es que si, como sospechas, Obi-wan es virgen, tienes que ir con más cuidado. En ningún momento se te ha pasado por la cabeza que tal vez él tenga algo de experiencia, porque, vamos, te hubieras enterado ¿no? Además, nadie que practique sexo casual puede ser tan estirado. Te gusta la idea de ser el primero, incluso hace que se te dibuje una sonrisa estúpida en el rostro cuando piensas en dominarlo con dulzura pero con dureza, obligándole a perder la compostura.

El botón rojo (Obikin)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora