Único

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La melodía que se escuchaba a través del pequeño parlante no ayudaba en nada al estado de ánimo del pelinegro recostado en el sofá ubicado en medio de la sala.

Los ojos de YoonGi se encontraban completamente rojos e hinchados. Verlo después de dos años lo hizo sentir como si hubiera visto a un fantasma que había venido solo para remover hasta el más mínimo recuerdo.

Sin siquiera pensar en las consecuencias que podría traer consigo la descabellada idea que cruzo por su cabeza, consigue tomar su teléfono y marcar, de una forma casi desesperada, el número anotado en aquel pequeño papel. Justo en el momento que el tono de espera se hace presente, los recuerdos se asoman golpeándolo de lleno, como una ola.

Jeon JungKook había sido una de las personas más importantes de su vida. Se habían conocido hace años atrás, cuando tenían 16 y 17 años, en una de las tantas fiestas que organizaba su mejor amigo, SeokJin.

Recuerda perfectamente que lo primero que sintió fue cierta curiosidad acerca del chico que había estado junto a la pareja de Jin, prácticamente, toda la noche sonriendo dejando ver sus dientes "similares a los de un conejo" según un SeokJin con unas copas de más.

Gracias a la ayuda de un poco de alcohol recorriendo su organismo, terminaron ambos hablando de tantos temas diversos que rápidamente descubrió lo inteligente que era el menor. Habían tenido tan buen comienzo que, luego de unas semanas, ya habían comenzado una amistad que duro aproximadamente un año y medio.

Fue entonces, cuando YoonGi empezó a sentir algo más por el menor. Sin embargo, tenía miedo.

Puede sonar absurdo, pero había visto a JungKook tantas veces "enamorado" de alguien que creyó no tener oportunidad alguna.

¿Y si por esas casualidades no era el tipo de chico que le gustaba a Jungkook? ¿Y si él se terminaba aburriendo hasta irse con otra persona?

Esas y un montón de otras preguntas empezaron a rondar por su cabeza. La inseguridad cada vez se hacía mayor, hasta que un día explotó. Terminó diciéndole todo al castaño, desde lo más pequeño hasta lo de su enamoramiento hacia él. Cuando JungKook le sonrió y le correspondió se sintió una de las personas más felices del mundo.

Lástima que esa felicidad solo fuera momentánea.

El menor había decidido ocultarle todo a sus padres por unos meses, razón por la cual habían decidido verse por las noches. Una idea un poco estúpida para un YoonGi que ahora que podía observar que había sucedido después pero que en ese momento, amaba los anocheceres más que a su vida.

Los primeros meses no paraban de ser besos dulces, caricias llenas de inocencia y sonrisas que demostraban una complicidad que solo ellos entendían.

Hasta que cumplieron sus seis meses de relación, fue entonces cuando todo empezó a cambiar.

JungKook tenía ese (gran) defecto de ser muy posesivo. Aunque, YoonGi no se quedaba atrás, vivía nervioso pensando en qué estaría haciendo el menor, con quién estaría o si les explicaría a todos que era de él. Porque si, JungKook era solamente suyo.

La inseguridad del pelinegro y la posesividad del menor empezó a aumentar cada vez más creando peleas innecesarias. La falta de autoestima del mayor creaba en su cabeza ilusiones de que JungKook en cualquier momento iba a dejarlo y los celos del castaño lo cegaban a tal punto de sacar su lado violento en algunos momentos.

Su relación cada vez iba de mal en peor pero, a pesar de eso, ambos seguían creyendo que se amaban, sin darse cuenta que ese amor no existía. Se habían aferrado tanto a la compañía del otro y al cálido sentimiento que habían tenido los primeros momentos que no se daban cuenta de la relación tóxica en la que habían acabado.

anochecerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora