—¿Any?— deje el paquete en el suelo y con paso veloz me acerque a ella por detrás. — no sabía que vivías...— calle, al ver que había girado suavemente su cuerpo hacia mi, mientras mostraba un arma.
—¡ABAJO!— grito mientras se tumbaba encima mío, juntos caimos al suelo y una de las puertas comenzó a disparar, haciendo un gran alboroto.
El pánico me invadió y quise salir corriendo, pero el peso de Any no me dejaba moverme. Cuando los disparos terminaron me tomo de la playera acercándome con ella hacia la puerta de un departamento vacío, pateo está con gran fuerza y me lanzó dentro sin ninguna expresión en su rostro.
— no te muevas.— me encerró sin ninguna explicación, ahí solo, sentado en la oscuridad aún en shock.
Se escucharon miles de disparos y los llantos de las personas ,que, al parecer eran las atacadas, se callaron en un instante. Cuando acabó el fuego, la puerta se abrió dejándola ver mientras se colocaba sus gafas; cerró detrás de ella, colocó seguro y se sentó en el suelo a un lado mio, que me encontraba tratando de procesar lo que estaba pasando.
— ¿qué haces aquí Samuel?, ¿me has seguido acaso?— me encontraba con el rostro entre mis rodillas, Any al no recibir habla de vuelta, me dio un golpe en la cabeza haciéndome volver a la realidad — ¡te he preguntado algo!—.
—¡YO VIVO AQUÍ!— grite desesperado — ¡VIVO AQUÍ Y TÚ HAS VENIDO... has venido a disparar...— no entendía nada de lo que pasaba, peine mi cabello hacia atrás y mire hacia la nada, tratando de recuperar la calma. Any suspiró y guardó su arma en el gran abrigo de piel que tenía encima, saco un cigarrillo y lo encendió dando una gran inhalada para después ofrecerme, pero la ignore.
— escucha, ahora tengo algo de prisa ya que has arruinado mi trabajo, vendré más tarde por ti y...— me dejó el cigarrillo entre mis temblorosos dedos y se levanto del suelo sacudiéndose — te agradecería que no me delataras.— se colocó un gorro color vino y salió a paso veloz del edificio.
sin quitar la vista de la nada, di una inhalada que hizo que me ahogara, por lo tanto, tire al suelo el cigarrillo y fui con paso torpe al departamento; recogí el paquete del suelo y cerré la puerta detrás de mi.
—¡pero dónde estabas niño!, ¡¿no has oído los disparos?!, ¡¿qué ha pasado?!— gritaba desesperada la anciana, deje la caja sobre la mesa y me dirige a mi habitación nuevamente sin decir ninguna palabra.
Mas tarde arribaron al edificio oficiales y ambulancias, mi abuela y yo nos encontrábamos en la puerta del departamento como todos en el piso, mirando como los enfermeros sacaban los cuerpos uno por uno, ella no podía creer el hecho de que también los niños habían sido asesinados.
— ¿pero qué clase de monstruo haría esto a esa pobre familia?— decía con aire de tristeza, yo simplemente trague y sentí como mi cuerpo comenzaba a temblar. Los policías se acercaron a cada uno de los vecinos preguntando por lo escuchado o visto durante el ataque.
Cuando llegaron hacia nosotros yo no podía dejar de morder mis uñas, cada preguntaba era como una gota de limón en una herida.
—¿tú chico?, ¿dónde te encontrabas durante el tiroteo?— mire a mi abuela quien me miraba de igual manera que el oficial, en espera de una respuesta creíble.
— yo...— tragué saliva y respire hondo, dejando fluir las palabras — yo vine a la puerta para recibir un paquete que es de mi madre y, después, tenía... intenciones de bajar a recepción para revisar si había llegado más correo ya que no siempre lo suben hacia la puerta, ya al encontrarme en el piso de abajo el tiroteo comenzó y decidí quedarme abajo.— mi abuela frunció el ceño, al parecer mi historia no la había convencido a ella, pero al oficial si.
— de acuerdo, tendré que creerte ya que al parecer el causante de todo este revuelo se llevó las cintas de grabación y asesinó al oficial que vigilaba las cámaras.— mencionaba mientras anotaba en una pequeña libreta.
Agradeció las respuestas de todos y pasaron a retirarse, dejando él área del crimen limpia como si nada hubiera pasado, pero la puerta fue marcada con cintas de precaución, ya que la investigación seguiría, lo más probable.
Ya dadas las ocho de la noche, me encontraba cenando en silencio con la abuela, ninguna palabra más se mencionó sobre lo que había ocurrido en la tarde.
— iré a dormir cariño, tomaré mis pastillas así que, ya sabes...— la interrumpí y termine su frase.
— morirás hasta mañana en la mañana, lo sé, no necesito nada mi vieja, anda y duerme tranquila, yo esperaré a mi madre.— sonreí y ella igual, se acercó peinando mi cabello hacia atrás y dejó un beso en mi frente, húmedo y arrugado beso.
— descansa.— mencionó antes de desaparecer de mi vista.
Tome mi celular a toda prisa y comencé a checarlo, no tenía ni una llamada ni un mensaje o rastro sobre Any. "Vendré más tarde por ti...", rebotaba en mi cabeza una y otra vez haciendo el palpitar de mi corazón cada vez más fuerte, causando que mi respiración se agitara como si hubiera corrido un maratón de diez mil kilómetros.
— relájate Samuel, solamente estas paranoico.— me dije a mí mismo, me levante de la mesa y comencé a caminar en círculos como un perro persiguiendo su cola.
En eso la puerta suena y giro mi vista hacia esta de golpe, una descarga eléctrica recorre todo mi cuerpo poniendo mi piel de gallina, mi madre no puede ser, ya que ella trabaja hasta la media noche. Camine y pegue mi oreja sobre la fría madera para escuchar, ya que este edificio no tiene las pequeñas ventanillas redondas para observar a travez de estas.
— ábreme Samuel, sé que estás en la puerta.— me separé lentamente y comencé a temblar, abrir o no abrir, era el dilema ahora. — mira, te recomiendo que abras la puerta si no quieres que arme otro alboroto acá afuera.— sin pensármelo dos veces abrí la puerta de golpe y me la encontré con otro estilo y aura diferente. Lo que cubría su cuerpo era una falda lisa color rosa y una blusa blanca con unas flores negras de decoración, no esas ropas que lo más seguro era que se habían manchando de sangre.
— lo... lo siento.— entro y directamente se sentó en la sala. Me miró mientras cerraba detrás mío y sonrío.
— ¿estás solo?—.