Untitled part

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Disclaimer: Haikyuu! Pertenece a Haruichi Furudate y Love & other drugs a Edward Zwick.

NdA: Quise hacer una pequeña escena rememorando esos momentos cotidianos y hogareños que nos aporta la "Amor y otras drogas" a lo largo de toda la película por el aniversario del KageHina. Sé que llego unos días tarde, pero he llegado. Para quien no conozcan la película, no importa, no es necesario ya que sólo recreo el ambiente y no en sí la trama, pero se las recomiendo encarecidamente si quieren ver una historia de amor más allá de los clichés y los amores fáciles. Este es real, y difícil y, sobre todo, casero.

Freckles & other drugs

por

CallmeJane

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"Sometimes the things you want the most don't happen and what you least expect happens. I don't know - you meet thousands of people and none of them really touch you. And then you meet one person and your life is changed forever" -Love & other drugs (2010)

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La piel se le eriza de la nuca a los pies al notar cómo sus labios caminan por el centro de la espalda. Una boca que pilla piel y besa con saliva y sigue hasta el hueso de la risa. Oh, ahí. En los hoyuelos que sólo algunos tienen decorando la espalda, justo encima del culo. Muerde ambos, uno a uno y desliza la lengua hasta la nalga derecha, con los dedos anclados en las caderas.

Todo es de cristal y burbujas en ebullición. A punto de resquebrajarse en cualquier momento.

El corazón le late contra la nuez. Los dedos de los pies están pequeñitos y arrugados. Y... Ah, podría morirme aquí, ahora mismo.

—¿Sabes? —Y esa voz, esa voz podría seducir ejércitos enteros y dejarlos desarmados—, no sé si te lo he dicho alguna vez —el aliento le lame el cachete— pero tienes aquí un montón de lunares —unos dientes que se entierran como si royera una manzana roja y jugosa, con la única intención de llevarse el cacho más grande, absorbiendo cada centímetro de sabor. Duele, duele bien, duele a placer— estoy casi seguro de que forman un nueve.

—¿Quieres decir que tengo el número de tu dorsal en mi culo y eso te gusta? Eres un pervertido, Yamayama.

La única respuesta es una nalgada, sonriendo contra una carne que pide excesiva atención.

—Que es en serio, idiota, espera —Y advierte—. No te muevas.

No.

Qué.

A dónde vas, no me dejes así.

Hinata nota cómo el peso cálido que ha sido manta por un breve instante se evapora de su cuerpo mientras la cama de dos plazas del pequeño piso que tiene Kageyama en Tokyo chirría un poco ante el movimiento brusco y se hace más grande.

La almohada le guarda el suspiro.

Llevan mucho tiempo haciéndolo. Quedar en la casa del otro y beberse hasta que les duelan los labios, hasta que la piel esté pegajosa y blanda y las bocanadas de aires suenen húmedas, procedentes de una zona escondida de la garganta. Llevan mucho tiempo haciéndolo, colgarse las marcas como si fueran insignias de guerra. Se sudan el nombre del otro hasta empapar los edredones, con la palabra "adiós" arrugada y densa en la boca del estómago. Siete días lejos y acaban siempre derrotados en la puerta del otro. Como dos drogadictos con síndrome de abstinencia en busca de un poco de su medicina favorita cada fin de semana.

Freckles & other drugsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora