Capítulo 5

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Christopher la observo desde su asiento, apenas ladeando la cabeza, no podía perder la vista del camino, pero, la hermosura de la chica lo descuido algunos segundos, la carretera estaba despejada, no habían otros autos transitando, y se confió en poder detallarla por unos segundo más.

***

Su nariz perfilada sobresalía por las odas de su cabello, sus labios rosados y provocativos lo incitaron a morderse su propio labio inferior, Dulce apenas era 5 años menor, pero aún así, no se permitiría tocarla, le debía mucho a esa chica, y solo la adopto con el propósito de darle la libertad y felicidad que se merecía.

El viento jugaba con su cabello, recordó aquella pequeña de rizos color café que sonreía amplia mente mientras jugaba con su muñeca, observo sus manos, se pregunto si eran igual de suaves que su rostro se desfiguro, en sus muñecas habían marcas, algunas quemaduras y luego cortadas, oh Dulce ¿por que lo haces?, no se atrevió a preguntarle, quiso darle su espacio, si lo hacia ella se enojaría, quien era el para reprenderla, su tutor, si claro.

El tiempo, pensó en lo rápido que puede pasar y en lo duro que es a veces, las personas cambian el tiempo siempre es el mismo, solo que a veces parece ser más rápido, pero a veces para desgracias de Christopher es siempre en su caso.

La miro de nuevo, ahora el tiempo no le importaba, ahora tenia todo lo que había esperado, durante varios años.

El camino cada vez se hacia más corto, Dulce dormía placenteramente, Christopher le había inclinado el asiento para que este fuera más cómodo para ella, su respiración era serena al mismo ritmo que los latidos de su corazón, el la observaba de ves en cuando, sin perder la concentración al manejar, observaba su pecho subir y bajar pausadamente, y los gesto de ella le parecían divertidos, suspiraba estando dormida y de vez en cuando sonreía como si estuviera teniendo un sueño agradable.

El sonido de una bocina la despertó por completo, volvió el asiento a su posición básica y su alrededor lo hizo caer en cuenta de que habían llegado a la ciudad.

El trafico de los ángeles era pesado, nada la sorprendía, había crecido en Long Beach, el cual no tenia nada que envidiarle a la ciudad de Los Ángeles.

-Hogar dulce hogar- cito Christopher

Los ojos de Dulce se abrieron de par en par, se inclino un poco más para apreciar mejor el chalet de dos pisos rodeado por áreas verdes y el extenso mar justo en el patio trasero, la variedad de colores y el aire fresco la maravillaron, el orfanato no se comparaba con la casa de Christopher en lo absoluto.

Bajo de allí, el ladrar de un perro la sobresalto, un gran dalmata le piso los talones juguetón, Christopher se maravillo al verla acariciarlo con una sonrisa en el rostro, a ella le gustaba los perros, él lo sabía.

No solo eso sabia de ella, la conocía muy bien, sabia que el frió le molestaba y hacia enfermar hasta el estomago, que amaba los animales, y también la playa aunque ella lo negara, sabia de su etapa de rebeldía, que intentaba ser alguien que no era, la conocía más que ella misma.

Y aunque le doliera también sabia que ella no era la misma Dulce.

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