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Después de unos tres largos días de suspensión, regresé a la escuela. Mami me dio un enorme abrazo y luego me soltó para poder adentrarme a mi salón de clases. Ese día el bus escolar no me recogió porque mami debía recoger mis calificaciones, había sido los días de suspensión que entregaron calificaciones y no pudo obtenerlas porque no podía quedarme sola en casa.

Con una gran sonrisa entre y una feliz Adina me esperaba.

—Al fin has vuelto. Nuestro pequeño club estaba cerrado —Comunicó mi amiga.

—Ahora ya puede estar abierto, la otra dueña ha regresado —Bromeé. Adina y yo nos reímos.

***
De regresó a casa tome el bus escolar como lo hacía siempre. Bajé del autobús y mi mami no estaba esperándome, eso era extraño ya que sin falta ella siempre estaba ahí.

Abrí la perrilla de la puerta y está estaba abierta. Con delicadeza cerré y no emití ninguna palabra.

Me adentré a la cocina y mami estaba preparando la cena.

—Mami, me has causado un gran susto. No estabas esperándome afuera, pensé que no estabas —Confesé con preocupación.

—Lo siento cariño, me he entretenido mucho con la comida. No lo volveré a hacer —Me abrazó y me dio un beso en la frente. Agregó —: ¿adivina quien ha venido?

—Giré mi cabeza para atrás y una anciana sonriente se encontraba— ¡Abuelita!

Abuelita extendió sus brazos y me abrazo muy fuerte.

A pesar de haber sido mi primer día después de una suspensión, no fue para nada malo.

Dios ¿por qué no me has bendecido? [#1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora