Capítulo tres: De nuevo en tus garras.

1.5K 118 58
                                    

Cuando mis pies descalzos tocaron el suelo pavimentado mi corazón pudo latir con tranquilidad al fin.

Luego del sorprendente encuentro con los cazadores, había corrido a través de la oscuridad del bosque a toda velocidad. Por suerte para mí, pude salir entera de allí sin cosa más grave que algunos rasguños que me hice al pasar por entre las ramas caídas de los árboles y la herida en la pierna que había dejado de sangrar pero que me dolía horrores.

Suspiré aliviada, recostándome sobre mis rodillas. Los oídos me pitaban y aún me encontraba demasiado aturdida con todo lo que había sucedido como para reconocer mi suerte.

Los cazadores me habían atrapado, estuve a punto de morir, pero sin embargo, aquel chico llamado Light me había salvado.

—¡Azure!

Una conocida voz me llamó y sentí alivio en mi corazón al incorporarme y encontrarme con mi amigo Naget.

—¡Dios Santo Nag! —exclamé, comenzando a llorar de felicidad. Corrí hacia él para abrazarlo en el aire y él se dejó. Lo apretujé con fuerza una vez que estuvo en mis brazos—Pensé que te habían hecho daño…

Lo sentí gorjear, aliviado.

—No, no me han hecho nada. —se alejó de mí aleteando—¿y a ti Azu? No pude encontrarte luego de que nos separamos en el rio. Al parecer tiene un aparato que confunden nuestros instintos…pero bueno, eso lo hablaremos después. —se cortó—Dime como te sientes. ¿Qué ha pasado? ¿Te han hecho daño?

Lo miré con ternura, aun llorando de la emoción.

—Primero vayamos a casa, Nag. Necesito un baño. Además, mamá debe estar preocupada…

—Descuida.—me interrumpió—Ya llamé a tu madre avisándole que te quedabas en casa de Flora. Vayamos ahora.

Yo asentí con la cabeza y siguiendo a mi amigo guacamayo azul, me puse en marcha.

Llegamos a la casa de nuestra amiga con las agujas del reloj marcando la medianoche. Se había hecho muy tarde. Flora nos esperaba recostada sobre la baranda del balcón de su habitación y al vernos, comenzó a chillar y a saltar como loca del alivio de vernos con vida. Después me abrazó y pegó un grito en el cielo regañándome por la locura que había hecho. Yo la dejé, pues me lo merecía.

Luego bañarme, y de que Flora me curara la herida en mi pierna con sus hierbas medicinales, nos habíamos recostado sobre su cama para que yo les pudiera contar con pelos y señales todo lo que había sucedido luego de la separación en el rio.

—No puedo creer que te haya salvado.—comentó mi amiga Flora, aún con sus ojos abiertos de par en par cuando terminé el relato—Sinceramente, no entiendo por qué ha hecho una cosa así…

—Yo tampoco. —la interrumpí. Me mordí mi labio inferior.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: May 20, 2012 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Fairy Hunter (DETENIDA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora